Veteranos de Malvinas que libran otra batalla: mantener vivo el legado de nuestra patria
Entre los invitados más destacados se encontraban el capitán Carlos Cachón, veterano de guerra, y Osvaldo Huck, expresidente del Centro Tradicionalista “Gral Balcarce” y uno de los principales responsables de los constantes homenajes a veteranos en nuestra ciudad, quienes en diálogo con El Diario destacaron la importancia de recordar la Guerra de las Malvinas y la necesidad de educar a las generaciones más jóvenes sobre la historia de Argentina y sus reclamos territoriales.
Cachón enfatizó en cuan significativo es visitar escuelas y dar charlas sobre la guerra y la historia de Argentina, en particular sus reclamos territoriales en el sur. Destaca la necesidad de educar a los jóvenes sobre el vasto territorio del país y su importancia histórica. Por su parte, Huck, un firme defensor de los veteranos, remarcó la falta de reconocimiento a los sacrificios hechos por los soldados argentinos durante la Guerra de las Malvinas. Cree que el gobierno no ha honrado adecuadamente a los veteranos y que el país necesita recuperar sus valores y su historia.
DEJAR UN LEGADO
“Osvaldo es una persona que tiene un espíritu incansable y el deseo de resaltar la argentinidad, eso es difícil de lograr,, pero él a través de su persona lo logra transmitir. No solo hablando, sino con hechos. Él y su familia participan en muchos actos, sobre todo de Malvinas, es un privilegio que cuenten con él en Balcarce”, expresó Cachón. “Cada vez que nos convoca a este tipo de encuentros no le podemos fallar”, agregó el oriundo de San Manuel.
“Este tipo de encuentros resaltan la epopeya que hemos vivido en las islas, nuestro testimonio es un legado que le dejamos a los más jóvenes, a las otras generaciones. No podemos irnos a la tumba sin dejar un testimonio verdadero, ojalá en los años que nos queden tengamos la fuerza y el espíritu para seguir comunicando”, remarcó el excombatiente.
El capitán Carlos Cachon nació en San Manuel, partido de Lobería, el 5 de agosto de 1952. Hijo de Eduardo Pedro Cachón y María Josefa Etcheverry, vivió su infancia y parte de la adolescencia en Colonia Echegaray, a 15 km de Tandil. Su padre se dedicó a la actividad agrícola ganadera y su madre a la docencia en Estación Fulton. En 1971 ingresó a la Escuela de Aviación Militar de Córdoba egresando como alférez en 1974. Al año siguiente realizó el curso de aviador militar y luego pasó a Mendoza. En El Plumerillo integró la IV Brigada Aérea donde, entre 1976 y 1977, hizo el curso de aviador de combate.
Cachón dedicó los últimos años a recorrer el país dando charlas sobre la gesta de Malvinas, con el objetivo de “malvinizar a las generaciones futuras”. “Estoy preparándome para dar otro ciclo de charlas, sobre todo en las escuelas, donde hace falta sembrar, porque se conoce poco de nuestra patria. El territorio argentino es tan grande y tan lindo, hay mucho por conocer todavía, al menos a través de las imágenes que podemos alcanzar con la tecnología de hoy, no hace falta ir a París o Nueva York, tenemos un país hermoso con paisajes inimaginables”.
OSVALDO HUCK Y SU LAZO CON LOS VETERANOS
“Yo tengo un gran respeto por los excombatientes, especialmente por los pilotos de la Fuerza Aérea como Cachón. La guerra de Malvinas fue un conflicto mal conducido por los gobernantes, pero nuestras fuerzas armadas defendieron nuestra patria eficazmente. Es una emoción grande compartir este momento con ellos”, expresó a El Diario un Huck visiblemente emocionado.
“Para mí ellos son como vacas sagradas, los ciudadanos de a pie consideramos que los gobiernos han hecho poco y nada por los veteranos, en todas las naciones veneran a sus guerreros, ganen o pierdan la guerra. Acá no se los reconoció nunca como, por ejemplo, pasa con los jugadores por ganar campeonato de fútbol. Hace unos días escuché una frase de la presidenta de México, que casualmente coincidió con un discurso de César Milani: ‘los países son lo que son por sus pueblos, y los pueblos son de acuerdo a sus valores’, nosotros tenemos muy pocos valores, hay que recuperarlos.
“Hay que recorrer la patria, conocerla y hacer un revisionismo de nuestra historia. En este momento me enfoco en hacer conocer la gesta del general Güemes, no puede ser que las nuevas generaciones no lo conozcan y que el gobierno tampoco hace mucho porque eso cambie. Hace poco llegó a Santa Fe el avión de Owen Crippa que se enfrentó con la flota inglesa, nadie dijo nada, ningún medio grande lo publicó. Si no aprendemos a conocer lo que queremos jamás vamos a ser un país y poca esperanza vamos a tener en recuperar las Malvinas si no tenemos los valores bien plantados”.
“A Carlitos (Cachón) lo quiero como si fuese un hermano menor, es mi familia, él y todos los pilotos merecen más reconocimiento, principalmente del gobierno, para mi tienen una deuda pendiente”, concluyó Huck.
«Cachón, llévelos a la gloria»
“Los ciudadanos nos han dado mucho a los veteranos y cada vez nos reconocen más. Tenemos pensión, una obra social, homenajes en todas partes del país. Pero nos falta abrirnos un poco más a la sociedad, muchos veteranos no dicen que estuvieron en Malvinas, y es necesario que se conozca su historia también”, mencionó Cachón.
“En mi caso doy charlas, recorro muchas partes del país, le doy uso a esa pensión para devolver algo a la sociedad. Uno tiene que trabajar para vivir y usar la pensión para malvinizar, por eso a cada lugar que me invitan yo voy, cargo nafta y viajo lo que tengo que viajar. Venir a Balcarce y reencontrarme con amigos es un placer, hablamos el mismo idioma y eso es impagable, es como reencontrarte con un familiar. A los mecánicos y los soldados que estuvieron en Malvinas los quiero como un hermano, porque esa gente sufrió las inclemencias del tiempo en las islas, hay que estar ahí, solo ellos saben lo que se sufre. En 2009 volví a la isla y en las cuatro horas que estuve nos agarró lluvia, nevada y granizo, cuando caían los chaparrones las botas parecían que tenían agujas, imaginate estar en la trinchera pasando frío durante noches enteras. Por eso cuando veo a un soldado me saco el sombrero”, remarcó el aviador.
“Existe una unión indestructible entre el mecánico, el piloto, el médico y el soldado, porque operamos todos como si fuésemos uno solo. El médico cuida al piloto y si no está en condiciones no deja que vuele, lo mismo con el soldado, el avión no puede volar si no está ahí con el matafuego, si el armero no le arma el avión al piloto, no anda el sistema. Pasa lo mismo con el sistema hidráulico, eléctrico o mecánico de motores, sin los mecánicos los pilotos no podríamos volar”, enfatizó el veterano de Malvinas.
En 2018, en la localidad de San Manuel, se inauguró el monumento tallado en madera a los caídos y veteranos de Malvinas, junto a él descansa una placa en honor a Cachón con una inscripción que reza “¡Llevelos a la gloria!”.
“El piloto sube al avión, cierra los ojos y sabe que está todo en condiciones porque tiene una confianza ciega en su equipo. Y así es como ese trabajo de todos lo vimos plasmado en aquella frase que ahora quedó grabada en el monumento a los caídos en San Manuel. Fue algo que me dijo por radio el capitán Pablo Carballo cuando nos dirigimos junto a cinco cazas a atacar el buque Sir Galahad: “Cachón, llévelos a la gloria”, dijo Carlos, con la voz entrecortada.
SIR GALAHAD
El 8 de junio de 1982, cinco aviones Douglas A-4B Skyhawk (Halcones del cielo) del Grupo 5 de Caza de la Fuerza Aérea Argentina hundieron al buque Sir Galahad y dejó fuera de combate a su gemelo, el Sir Tristam. El ataque argentino fue la mayor desgracia británica desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
“Hasta el momento del ataque al Galahad, mi avión no había recibido impactos. El salitre que desprendía el mar y ese aire enardecido evitaba que la información que recibía el radar británico no fuera fidedigna. Entonces, al recibir mala información el tiro del barco iba a ser con muchos errores, porque contaba con mucha información falsa, algo clave para nuestra supervivencia, sino era imposible. ¿Por qué?, porque la batería de la artillería del buque regula la explosión de proximidad, hace una predicción, y cuando el avión se cruza en el proyectil, explota. Pero eso solo pasa con información fidedigna, y como no lo era, los proyectiles impactaban antes o después, nunca en el blanco. Eso nos dio la certeza de que el trabajo previo que habíamos hecho estaba dando buenos resultados”.
“En el caso del Sir Galahad fue distinto, porque era sobre una bahía y nosotros teníamos que atravesar dos penínsulas. Ahí el problema eran los soldados que estaban sobre tierra y nos empezaban a tirar desde abajo. Los argentinos que estaban en la zona de Puerto Argentino pudieron ver y después nos contaron lo que era la cantidad de proyectiles de fusiles que salían de abajo. En mi caso no alcancé a ver casi nada porque era el caza número uno, iba siempre enfrente, pero los cuatro que venían detrás mío veían todo el espectáculo. Fue tremendo, era una lluvia de proyectiles y nosotros pasando por el medio”, rió Cachón.
El, por aquella época, Primer Teniente Cachón, se acercó al blanco sorteando el fuego enemigo, se dirigió hacia el Sir Galahad y soltó sus tres bombas que tuvieron un vuelo corto antes de dar de lleno contra la estructura del Sir Galahad. El buque se estremeció con las tres explosiones, prácticamente simultáneas, que hicieron detonar toneladas de munición estibadas que aún no habían sido desembarcadas.
“La verdad es que tuvimos mucha suerte, hubo impactos en los aviones. En mi caso fueron tres, uno delante de los pies, a la altura de la pedalera y dos en la parte de atrás, entre el asiento y el tanque de combustible. Me enteré al otro día cuando vi los agujeros, el miedo es tan grande cuando vas arriba del avión que ni te das cuenta. Sentís como cruje todo, es como si el avión se quejara, parece que se va a desarmar cuando vas en el aire”, relató.
Hace unos años me encontré con un operador de Rapier, misiles de superficie-aire británicos, y me dijo que habíamos sido muy afortunados. Cuando volvíamos del ataque me tuvo en la mira, me hizo zoom y todo, pudo ver hasta la lapicera que tenía en el bolsillo de la manga. ‘Cuando te estaba por disparar se me reseteó el sistema, cuando lo recuperamos ya se habían ido los cinco cazas’, me dijo. A veces Dios nos saca y nos pone en distintos lugares, a algunos les tocó partir y otros volvimos, lo nuestro fue suerte”, concluyó Cachón.