Una fiesta entre corcovos y guitarras
Ya es un clásico en verano. El quinto espectáculo de jineteada, folclore y romerías que organizó entre el viernes y ayer la Agrupación "Gauchos de Balcarce" se vio coronado con otro rotundo éxito. No solo en materia de organización sino también por la cantidad de público que la fiesta reunió en cada una de las jornadas en el predio ubicado a pocos metros del cruce de las rutas 226 y 55. Estimaron los propios organizadores que pasaron a lo largo de las tres jornadas algo más de 5 mil personas.
La lluvia del viernes resultó una "bendición" para el amplio predio tras la prolongada seca que castigó a esta zona. El campo de jineteada lució en su mejor forma para recibir a una verdadera multitud.
Cerca de 170 jinetes fueron los protagonistas de la fiesta gauchesca. Muchos de ellos recorrieron cientos de kilómetros con el fin de alcanzar una gloria tan esquiva como efímera. A fuerza coraje, osadía y sin reparar en las consecuencias se sacudieron sobre el lomo de los animales
Las jineteadas, como está demostrado, arrastran multitudes. Junto a su auge creció en torno a ella el negocio de los tropilleros, animadores, apadri-nadores y palenqueros, que por su destreza en las actividades campestres se ganaron un lugar en los campos de jineteadas.
No faltaron los cantores sureros y "los pilcheros", que vendieron indumentaria rural en una suerte de feria que se armó en torno al campo.
El panorama se completó con las familias que, mate y asado mediante, se agolparon en torno al campo de doma para presenciar un duelo surgido de las raíces de nuestra propia historia: el del hombre con el caballo.
Esta quinta edición fue superadora a las anteriores: por la presencia de público pero también por la cantidad de reservados. Unos 170 equinos participaron de la jineteada con grupas, clinas y bastos bajo la conducción del experimentado Federico Cañadas, que le puso emoción al relato, acompañado por Horacio Bouza. Desde el palco también le ofrecieron su arte los payadores Cristian Méndez, Pedro Saubidet y Claudio Iglesias.
No faltaron las pruebas de riendas o prueba de tambores (cada uno, en conjunto con su caballo, debía eliminar a un ocasional rival en las sucesivas etapas hasta arribar al final).
MUSICA Y BAILE
El campo de doma también se convirtió en una pista de baile. Impecables y aplaudidas actuaciones fueron las que ofrecieron los payadores Méndez, Saubidet e Iglesias como también, en el cierre de la noche del sábado, la presencia por primera vez de "Los Etchemendy" llegados desde Chascomús cuya música aportó alegría y el deseo de muchos de los espectadores de bailar hasta bien entrada la madrugada. Todo esto se complentó con la impecable conducción de Ignacio Melucci.