"El desarrollo agropecuario argentino fue, es y será con INTA"
A través de un extenso comunicado enviado a este medio, el INTA Balcarce reivindicó su rol histórico en el desarrollo rural y agroindustrial del país, alertó sobre los riesgos que enfrenta su actual modelo de gestión y ratificó su compromiso con la innovación, la sustentabilidad y el arraigo territorial.
INTA, UNA PRESENCIA CONSTANTE EN EL CAMPO ARGENTINO
Desde su creación hace más de seis décadas, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) acompañó cada transformación del agro argentino. Su presencia no se limitó a los laboratorios o las oficinas técnicas: estuvo en el territorio, junto a productores, cooperativas, gobiernos locales, universidades y pymes, impulsando el desarrollo rural con conocimiento e innovación aplicada.
Así lo afirma el organismo en un comunicado difundido recientemente, donde repasa su historia, describe su trabajo actual en regiones clave como el sudeste bonaerense y advierte sobre una amenaza institucional: el posible cambio en su modelo de conducción, que históricamente ha sido público-privado, participativo y federal.
“SIEMPRE FUE CON INTA”
“La historia del desarrollo agropecuario argentino —señala el INTA— no puede narrarse sin mencionar a este organismo. En los tiempos del desarrollo rural de posguerra, en la expansión productiva de la Revolución Verde, en la globalización de las cadenas agroalimentarias, en la agriculturización y el auge del agronegocio, en la valorización de los territorios y la intensificación sustentable: siempre fue con INTA”.
El comunicado subraya que esa trayectoria se sostiene gracias a una forma de trabajo basada en la articulación territorial y la escucha activa de las demandas reales. “Aquí, donde el mar y la sierra definen una región agropecuaria estratégica, el INTA trabaja junto a productores, cooperativas, gobiernos locales, universidades y pymes para transformar el conocimiento en innovación concreta”.
EL APORTE EN BALCARCE Y EL SUDESTE BONAERENSE
El INTA de Balcarce es un ejemplo palpable de cómo el conocimiento científico se traduce en avances tangibles. Desde esta región se impulsa la mejora genética bovina para los sistemas mixtos, se desarrollan variedades adaptadas de papa, trigo y oleaginosas, y se conservan recursos genéticos clave para la alimentación del futuro.
Además, se promueve la horticultura sustentable para abastecer el consumo local, se potencia la producción de kiwi como economía regional, se trabaja en apicultura con aportes en nutrición y organización, y se diseñan alimentos funcionales como la leche enriquecida con ácido linoleico conjugado (CLA), con beneficios directos para la salud humana.
El INTA también ha sido pionero en tecnologías que cambiaron paradigmas: el desarrollo del silo bolsa permitió conservar granos de forma eficiente en el mismo predio productivo, mientras que sistemas actuales como CO2NTROL continúan esa línea innovadora. A su vez, las herramientas AgTech y las aplicaciones biotecnológicas en mejoramiento vegetal y reproducción bovina marcan el rumbo de una agricultura de precisión y eficiencia.
SUSTENTABILIDAD, SOBERANÍA Y ARRAIGO
El comunicado remarca que el INTA no sólo aporta al rendimiento económico, sino también a la sustentabilidad ecológica y social del sistema agroalimentario. “Acompañamos la intensificación sostenible de la agricultura y la ganadería, conservamos y mejoramos nuestros suelos, agua y biodiversidad, y promovemos la economía circular mediante biodigestores, compost, energías renovables y valorización de subproductos”.
Además, se desarrollan herramientas para la mitigación y adaptación al cambio climático, se garantiza la inocuidad alimentaria desde el campo hasta la mesa, y se fortalecen los mercados de cercanía, fundamentales para la seguridad alimentaria.
“Participamos activamente en la formación de técnicos y profesionales del agro, fortalecemos las poblaciones rurales promoviendo el empleo, el arraigo y el desarrollo territorial equilibrado, y acompañamos el diseño y la planificación con enfoque prospectivo, para anticipar desafíos y orientar decisiones estratégicas”, enumera el INTA, en una defensa enfática de su rol integral.
UN MODELO DE GESTIÓN QUE ESTÁ EN RIESGO
Pero todo este entramado virtuoso —advierte el comunicado— podría debilitarse si se modifica el modelo de gobernanza institucional. “El modelo de conducción público-privada, participativa y federal que permitió al INTA construir consensos duraderos, responder a las demandas territoriales y generar innovación con impacto real, está siendo cuestionado”, señala el organismo.
Y añade: “Modificar esta forma de gobernanza, que articula al Estado con la producción y la ciencia, significaría debilitar uno de los pilares que explican el valor histórico e institucional del INTA”.
Este modelo —basado en consejos asesores integrados por referentes del sistema científico, representantes del Estado y del sector productivo— permitió a la institución adaptarse a los cambios del país y responder con soluciones contextualizadas a los desafíos de cada región. Por eso, su posible desarticulación no es un tema menor.
UNA ADVERTENCIA CON PROYECCIÓN NACIONAL
El comunicado concluye con una frase que sintetiza la gravedad del momento y el llamado a la reflexión: “Defender al INTA es defender el pasado, el presente y el futuro del agro, del desarrollo agropecuario y agroindustrial argentino”.
En un contexto de debate sobre el rol del Estado, el valor de la ciencia pública y las políticas de desarrollo territorial, el INTA no sólo pone sobre la mesa su trayectoria y sus logros, sino también una advertencia: sin planificación, sin investigación aplicada y sin presencia estatal en el territorio, no hay soberanía alimentaria ni desarrollo sostenible posible.
Por eso, más allá del presente, el INTA deja clara su convicción: cuando se trata de conocimiento, innovación y desarrollo rural con equidad, fue, es y seguirá siendo con INTA.