Leopoldo Llada: coleccionista de varios rubros, artesano, músico y zapatero
Encontrar que una sola persona desarrolle variadas actividades y que en todas ellas se sienta reconfortado, es algo digno de destacar. Más cuando la mayoría de las mismas no tienen ninguna relación entre sí o, quizás por ahí, se manifiesta alguna conexión entre algunas de ellas pero en todo caso muy lejana. Un claro ejemplo es el de Leopoldo Llada, que combina su profesión de zapatero de toda la vida con la de coleccionista de diversos rubros, su labor como artesano y
la de músico, todas estas acciones que cumple en paralelo desde hace varios años.
Sin dudas desde pequeño se vio atraído por todo lo que circundaba su existencia, algo que fue potenciando con el paso del tiempo y que hoy lo convierten en un personaje particular. Esto viéndolo desde el lado de conjugar su trabajo con otras actividades que precisamente utiliza para desconectarse de su faceta laboral, encontrando un regocijo que considera necesario y muy útil para su diario andar.
Así lo hizo saber ante El Diario, en una charla mantenida en su zapatería de calle 29 entre 18 y 20. Allí, en su hábitat, se entremezclan elementos que utiliza habitualmente para su tarea, calzados de los más diversos que la gente acerca para remendar, almanaques, posters de otras décadas y también producciones artesanales que ha realizado y exhibe para su comercialización. Es su ámbito diario de comunicación con los clientes pero también un espacio donde da rienda suelta a su amplia imaginación creativa.
PRIMERO, CUCHILLOS
En primera instancia, Llada recordó que su colección inicial fueron los cuchillos: "cuando cumplí 18 años me compré uno de oro y plata, después al año siguiente fui a lo de Giménez, en la 14 entre 13 y 15, que vendía hojas de cuchillo y me compré un cuchillo Arbolito sin encavar y al año siguiente otro sin cabo, original. Yo después me los encavaba para mí, así empecé y después me compré varios cuchillos más. Otra vez vino un hombre de Córdoba y le compré dos, eso fue en 1986 y cada uno me costó 30 australes, después uno lo llevé a la joyería y lo hice grabar con mi nombre".
Los cabos en cuestión los confeccionó con el plástico de los almanaques de ese material y suela de zapatos. Una técnica esta del encabado que nadie le enseñó, simplemente un día se lanzó con clavos, uniendo tapas y pasándole la tradicional máquina de zapatero, para finalizar así su trabajo. "Cosas de bohemio", se sinceró.
Así, dentro de su colección existen actualmente unidades de oro y plata, otras de alpaca y oro, no faltan los "verijeros" y por supuesto los Arbolito, que son los que posee en mayor cantidad. A ellos habitualmente les añade otros que le gustan y que si las circunstancias se le presentan, no duda en adquirirlos.
DIVISAS DIVERSAS
Otra de sus pasiones en materia de coleccionismo son las monedas y billetes, que comenzó a realizar ya posteriormente al anterior rubro, pero también con el mismo entusiasmo.
"Mucha gente que se iba de viaje al exterior me traía monedas y billetes de regalo", contó sobre la forma en que pudo reunir todo este material. Entre ambos, cuenta con unidades provenientes de Holanda, Francia, Alemania, Italia, Rusia, Francia, Indonesia, China, Ghana, India, Arabia Saudita, Israel, Sierra Leona, Canadá, Nicaragua, Uruguay, Venezuela, Brasil, Chile, Perú, México, Honduras y Bolivia, entre otros países.
"De Argentina en monedas tengo desde 1893, que fue cuando empezó el Patacón, hasta ahora. Tengo un solo Patacón, que un hombre encontró en el Cerro y me lo regaló, después tengo otras monedas de acá. Y en billetes desde 1952 hasta la fecha", expresó.
Admirador tanto de las monedas como los billetes, se inició en este ámbito sin ninguna influencia ni motivo en particular, sólo por el deseo de ir recolectando divisas de diferentes naciones de diversas épocas. Pero le fue tomando el gusto y comenzó poco a poco a incrementar su colección, empezando también a intercambiar con algún colega, aunque a diferencias de otros nunca compró, sino que solamente "canjea" con otro que desarrolla su mismo hobby.
VARIEDAD MATERA
También tiene como pasatiempo en materia de colecciones a los mates, elemento característico y distintivo de Argentina como también de otros países vecinos, por caso Uruguay y Paraguay, aunque en su caso todos son de producción nacional.
Empezó hace unos 22 años y sigue hasta el día de hoy. "Cada vez que nos íbamos de viaje con mi señora a alguna provincia de la Argentina me compraba un mate, iba a otra provincia y me compraba otro. Después por ahí algún conocido se iba de viaje y yo le decía: ¿no me traés un mate de allá? Y me traían. Luis Vildoza me trajo un mate de Catamarca, con un burrito, después tengo de casi todas las provincias", relató.
Por supuesto, posee de todo tipo en cuanto a medidas, formas y materiales con los que han sido confeccionados, esto es teniendo en cuenta el lugar de proveniencia de cada uno. Y también otros que llegaron de una manera sorpresiva y sobre los que guarda un gran afecto.
"Tengo mates de todo tipo: de cuero, de calabaza, de madera, de chapa, de cerámica… de todo. Inclusive un día el 'Piojo' Aguilar, un amigo que ya falleció, que era chofer de micros de larga distancia de 'El Rápido' y siempre venía a tomar mate acá a la zapatería, me trajo siete mates. 'Estos son de los viajes que hago yo y que la gente me regala', me dijo. En total tengo unos 70 mates", contó.
CON TALENTO MUSICAL
Y si faltaba algo para completar el cuadro de acciones que despliega "Leo" Llada, es el del talento manifiesto para la música.
"En 1969 empecé acordeón a piano con Alberto Webb, ahí estuvieron Osvaldo Fischetto, Gerardo Echaide, Carlos Grigera, todos aprendieron con él. Y en 1975 me recibí como profesor, pero nunca ejercí. Porque los chicos no quieren aprender, quieren tocar directamente sin aprender. Y eso no se puede. O hay que tocar de oído", destacó.
Posteriormente a su egreso, durante casi una década trabajó como músico en forma individual en casamientos, despedidas de soltero y cumpleaños de 15. En esos tiempos, aproximadamente cada dos o tres semanas tenía una fiesta donde sus servicios eran solicitados.
"Después llegaba el domingo a la madrugada y dejaba la plata que me pagaban arriba de la mesa, se la daba a mis viejos. Porque ellos me habían pagado el estudio. Nunca me compré nada yo. Pero ellos me habían pagado también el acordeón, que para mis viejos fue mucho sacrificio", recordó.
Luego, en el período entre 1985 y 1990 formó parte de la Banda de los Bomberos, liderada por el profesor Araujo. Se inició con el clarinete, luego pasó al saxofón y allí permaneció ejecutándolo durante tres temporadas, hasta que la formación se disolvió.
En la actualidad, aunque más espaciada, la actividad continúa: "todos los años vamos al Aero Club para el 'Día del Niño' y tocamos ahí, con todos los acordeonistas de Balcarce, también vienen otros de Mar del Plata y Tandil. En 2018 también tocamos en la 'Fiesta de los Gauchos', en el Ferroviarios y la última actuación fue en marzo del año pasado en General Rodríguez, fui con Jorge Lanza en su avioneta, a una exhibición de acrobacia".