La hazaña de los pilotos argentinos: el testimonio de un mecánico en Malvinas
Hace 43 años fueron la sorpresa de la Guerra de Malvinas: privados de la última tecnología, los pilotos argentinos lograron en vuelos rasantes la hazaña de dejar fuera de combate a más de una decena de navíos británicos. Para conocer con más detalles algunas de esas historias, El Diario dialogó con Elvio Martino, un hombre de 86 años que se desempeñó como mecánico de aviones de combate durante la Guerra. Elvio describió los roles de los diferentes tipos de aeronaves, incluidos el Mirage, el Dagger y el Skyhawk, en el conflicto bélico. Relató las tácticas utilizadas por los pilotos argentinos contra los barcos británicos, incluido el uso de misiles Exocet y el hundimiento del HMS Invencible.
DAGGER, MIRAGE Y SKYHAWK
«Reparaba los motores de los aviones Dagger que se utilizaron en la Guerra de Malvinas por los pilotos argentinos. Estos aviones tenían radar y con eso podían ubicar mejor a los objetivos. Contaban con menos elementos que los Mirage, estos tenían un arranque eléctrico. Es decir, apretaba un botón y la batería hacía girar el compresor, ese aire comprimido viaja hasta la cámara de combustión, eso hace que el aire salga por la parte trasera del motor», explicó Elvio.
«Por otra parte, el modelo de los Dagger tenían el arranque con unos tubos cargados de aire de mucha presión y eso hacía que al dispararlo hicieran girar al compresor y al llegar a un cierto registro abrían el acelerador y tocaban el arranque. Entonces, ya con ese pequeño impulso y esos dos elementos lo hacían arrancar. Eran un poco más lentos que el Mirage, además este último tenía ya una serie de mejoras que lo hacían diferente».
«El Mirage podía detener el motor en vuelo y para accionarlo tenía para hacer dos arranques más. Mientras que a los Dagger tenías que inclinarlo y en picada encender el motor, así el aire que entraba movía el compresor y podía ponerlo en marcha y hacer el reencendido en vuelo».
«El Mirage venia equipado con radar, por eso los tenían como seguridad cerca de donde estaba el segundo escuadrón, ubicado en el puerto San Julián, Santa Cruz, el primer escuadrón estaba en Tierra del Fuego», expresó Elvio. Puerto San Julián era el aeródromo más cercano a las islas, a unos 340 km, «eso permitía que llegaran nuestros aviones a Malvinas, atacaran, lanzaran la bomba y vuelvan al aeródromo. El radar de los barcos ingleses no alcanzaba a ver los aviones, porque la onda es recta. Por la curvatura de la Tierra, volando bajo, podían llegar muy cerca del objetivo y atacar sin ser detectados. Ese ataque los hacían los aviones Dagger, eran muy temidos por los ingresas porque cuando les aparecían en el radar no les daba tiempo a reaccionar ya que pasaban a 1.000 km por hora», agregó.
«Nuestros pilotos, para calcular en que momento tirar las bombas al objetivo, disparaban balas al agua, las salpicaduras de los proyectiles les indicaban cuan cerca estaban de los buques, pues tenían que hacer que la bomba se metiera en un espacio muy reducido. Eso nuestros pilotos lo hicieron varias veces, primero con los aviones Skyhawk, que alcanzaban los 900 km por hora y después empezaron a utilizar los Dagger, que sobrepasaban los 1.000. Muchos pilotos argentinos cayeron porque no tenían la velocidad para salir una vez consumado el ataque, pero cada uno hizo lo suyo», relató.
«EL INVENCIBLE»
«Los ingleses le tenían mucho temor a la luz del día, porque eran los momentos en donde nuestros pilotos atacaban. Para mí el momento más sorprendente de la guerra fue cuando atacamos al portaviones HMS Invincible (Invencible). Nosotros ya les habíamos hundido un portaviones, y para resguardar al Invencible lo rodearon de destructores para protegerlo con disparos antiaéreos. Llevamos cuatro Skyhawk, dos de ellos portaban misiles Exoset, en un momento dado uno de ellos sube un poco la altura y en un pantallazo alcanza a ver en el radar el objetivo, el primer misil entra por debajo de la plataforma del portaviones», mencionó el mecánico.
«El Exoset entra a la superficie de la pista y el humo negro del impacto les da la certeza a los demás pilotos que habíamos dado en el blanco. El ultimo avión larga dos bombas de 250 kg por el mismo agujero que impactó el primer misil. Fue un infierno, se prendió fuego todo el Invencible. Los dos aviones que quedaban y no llevaban misiles salieron buscando distraer a los que disparaban desde el portaviones, de los cuatro aviones que fueron, volvieron dos. Uno de los pilotos me contó cómo fue ver caer a un compañero, pero con total serenidad me dijo que en ese momento tenían que seguir con la misión».
«Yo vivía maravillado con las cosas que hacían los pilotos argentinos, los ingleses todavía dicen que el Invencible solo sufrió algunos daños, que lo repararon y siguieron, pero fue una mentira, el portaaviones se hundió. No me extraña de los británicos, tienen la cara de cemento para esas cosas. Pero ellos son los que escribieron esa historia. Los queridos ingleses se mueven con hipocresía y falsedad. Lo que conté fue, en esencia, el accionar de los pilotos en la guerra de Malvinas, y las personas que saben la historia conocen como fue todo», concluyó.