Control de la ira: cómo evitar que nuestro temperamento nos domine
El enojo es una emoción humana que puede manifestarse con frecuencia en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, cuando perdemos el control de esta emoción y se vuelve destructiva, puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y nuestra calidad de vida. Tiene el poder de dominarnos y en ocasiones podemos terminar a merced de una emoción que parece impredecible e incontrolable, la ira.
La ira es un estado emocional que varía en intensidad y puede ser causado por factores externos o internos. La forma instintiva de expresarlo es respondiendo de manera agresiva, el enojo es una respuesta natural que se adapta a las amenazas y nos lleva a conductas que nos permiten confrontar y defendernos cuando nos sentimos atacados. Las leyes, las normas sociales e incluso el sentido común imponen límites respecto de cuán lejos podemos llevar nuestro enojo.
La psiquiatra balcarceña Alicia Asigliano, llevó a cabo una charla que tuvo como tópico el control de la ira. El Diario se comunicó con la profesional, quien brindó detalles acerca de este encuentro que sirvió para que los oyentes reflexionen y evacuen dudas.
CÓMO MANEJAR
EL ENOJO
Para Asigliano la ira se trata de una emoción que experimentamos como desagradable, y socialmente inconveniente, pero que a los seres humanos nos sirve mucho porque es una alarma que nos indica que algo no está bien. La psiquiatra explicó que el origen puede ser algo externo o algo interno, como por ejemplo enojarse con una persona, por algo que nos ocurrió o que pudo ser causa de estar preocupado debido a nuestros problemas personales. «Los recuerdos de hechos traumáticos o dolorosos también pueden despertar sentimientos de enojo», agregó.
Pero ¿qué pasa cuando perdemos el control de esta emoción? «Si eso pasa se vuelve destructiva y puede causarnos problemas en muchos aspectos de nuestra vida. Como muchas emociones, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos», define Asigliano.
«Cuando nos enojamos, nuestro cerebro interpreta la situación como estresante y prepara el cuerpo para defenderse a través de la lucha o la huida. Se anula la parte más lógica y congruente del cerebro para incrementar la actividad cardiovascular y respiratoria. Entonces, el corazón late aceleradamente y aumenta la presión arterial, enrojece nuestra cara, la respiración es superficial, por efecto de los neurotransmisores del Sistema Nervioso que interpreta que hay un peligro».
LOS NIVELES DE
INTENSIDAD VARÍAN
Para la psiquiatra, el rango de intensidad varía desde una irritación leve hasta la ira. Las leyes, las normas sociales y el sentido común imponen límites respecto de cuán lejos podemos permitir que nos lleve nuestro enojo.
«La forma instintiva de expresar el enojo es de manera agresiva. Es una respuesta natural que se adapta a las amenazas, e inspira sentimientos intensos, con frecuencia agresivos, y conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados. Por lo tanto, para sobrevivir es necesario un determinado grado de enojo. A veces lo reprimimos, nos lo guardamos, pero tiene el inconveniente de que no exteriorizado puede perjudicarnos, física y emocionalmente», explica.
Sin embargo, para Asigliano es posible ajustar adecuadamente nuestras respuestas a cada situación. Eso significa estar consciente de nuestras ideas y sentimientos y poder expresarlos con firmeza y sin prepotencia, manteniendo el control de nuestro comportamiento, de manera que nuestras emociones estén acordes. Las respuestas emocionales flexibles y saludables nos llevan al bienestar diario.
REPRIMIR EL ENOJO PUEDE GENERAR OTROS PROBLEMAS
A su vez el enojo no expresado puede generar otros problemas. Puede conducir a ataques de ira u otras manifestaciones relacionadas como, por ejemplo, conducta pasiva-agresiva (desquitarse con las personas indirectamente, sin decirles el motivo, en lugar de hacerlo de frente) o una actitud cínica y hostil duradera.
Las personas que están constantemente menospreciando a los demás, criticando todo y haciendo comentarios descalificadores, no han aprendido a expresar su enojo de manera constructiva. Lo ideal es lograr una buena regulación de las emociones, esto significa, no sólo controlar su conducta externa sino también controlar sus respuestas internas,
Por último, deja una serie de recomendaciones para controlar el enojo:
«Pensar antes de hablar. La idea es que, cuando estés enojado con alguien, entiendas que lo mejor es resolver el problema, pedir cambios o hacer acuerdos con esa persona. El descontrol, provoca un alivio momentáneo, pero luego genera mayor malestar y consecuencias tanto a nivel personal como interpersonal».
«Regular la respiración. Con inspiraciones profundas, haciendo que se expanda el diafragma y llevar el aire hasta la base de los pulmones. Repetir mentalmente una palabra tranquilizadora. De esta forma logra reducir el ritmo cardíaco y desbloquear nuestro cerebro racional logrando la calma. Una vez lograda la calma, expresar el malestar, las necesidades.
«Escribir una carta a la persona con quien estamos enojados, nos permite bajar la intensidad de la emoción. Hacer ejercicio, tomar un descanso, dar un paseo, escuchar música agradable. Pensar posibles soluciones. Emplear expresiones en primera persona. No guardar rencor, es un sentimiento autodestructivo, nos causa más dolor».
«La risa y el humor para liberar la tensión. Cuando la alarma del enojo funciona mal, suele activarse a menudo y con mucha intensidad, imposibilitándote ver las cosas con claridad y en ocasiones, haciéndote reaccionar desmedidamente. Los pensamientos que la desencadenan son por ejemplo pensar que todo el mundo está en su contra, nadie lo quiere, sentirse ignorado, triste, frustrado, desvalorizado, con baja autoestima».
«Como toda emoción, es válida y cumple su finalidad. Sentirla, experimentarla de vez en cuando es permisible. Dejarnos dominar por ella sin regularla, no lo es. Un adecuado control emocional favorece la inhibición de la respuesta agresiva, para lo cual tenemos que desarrollar nuestra capacidad de autoevaluación, autocontrol, adaptabilidad y capacidad para solucionar problemas».