«En el pueblo me siento querida, respetada y a veces mimada»
Enfermera de vocación y profesión, más que un apoyo para el médico, «sicóloga» ocasional, trasladante de medicamentos, con atención en su lugar de trabajo y visitando domicilios particulares. Un poco administrativa, otro
poco personal de limpieza. Marita Maldonado, casi 15 años en el Centro de Atención Primaria de la Salud de
San Agustín, una comunidad que realmente valora su presencia… y se lo hace notar.
Hace 14 años que está en San Agustín, llegó el 1 de febrero de 2010 para desempeñarse como enfermera, ante el pedido de los vecinos que reclamaban presencia profesional los fines de semana y feriados.
Su hermano cumplía (y aún lo hace) labores como referente del Destacamento Policial y constantemente le insistía para que aceptara trabajar en la localidad, mientras paralelamente hacía lo propio con la delegada Susana Brígida, quien finalmente fue la que perseveró ante las autoridades del Hospital y logró su traslado, previo decreto firmado por el intendente.
«Empecé a venir los sábados, domingos y feriados. En realidad vine a vivir, estuve cuatro años acá y mientras tanto trabajaba dos veces por semana en el Hospital. Y hoy puedo decir que estoy más que feliz por esa decisión, les agradezco tanto a mi hermano y a ‘Susy’. Desde ese momento yo desarrollo mi función como enfermera y enfermera comunitaria, porque trabajo dentro de la Salita como también realizo atención en los domicilios, por ejemplo curaciones, extracción de sangre, inyecciones y contención, sobre todo a las personas que no tienen movilidad. Y también hacemos las llamadas de urgencia, las emergencias y de acuerdo a la situación o valoración del paciente, traslados al Hospital», contó.
SIN HORARIOS
El trabajo que realiza le resulta placentero, claro está que hay días en que la actividad es más continua y otras jornadas en las que no se requiere tanto su labor.
Su contrato dice que cumple 8 horas de labor diaria, aunque previamente debe recorrer otras dependencias sanitarias en Balcarce para hacerse de medicamentos y llevarlos a San Agustín, lógicamente solicitados por el médico que allí también cumple tareas. Gasas, vendas, insumos de limpieza, vacunas y lo necesario para el funcionamiento de la Sala, son parte de lo que traslada habitualmente, que luego a veces también acerca a las viviendas de los pacientes.
Tampoco le escapa a funciones administrativas y de limpieza, pero siempre realizando ello con muchas ganas y pasión por su actividad.
«Y como no tenemos un médico que viva en el pueblo o esté todos los días, a veces tenemos que solucionar alguna situación patológica, siempre sin comprometernos y hasta dónde podemos llegar. Y si no podemos nosotros llamamos al médico o al Hospital, la verdad que ellos y la guardia siempre están muy predispuestos y tenemos muy buena respuesta en cada caso, para tratar de solucionarle el problema al paciente», explicó.
LUGAR EN EL MUNDO
Tras culminar el viernes con una jornada de actividades inherentes al Día de la Mujer, Marita Maldonado le deseó a todas las bendiciones de Dios e instó a que persigan sus sueños. Acto seguido se manifestó en torno a lo que significa San Agustín para ella: «no es sólo mi lugar de trabajo, es mi otro lugar en el mundo. Es el lugar donde quisiera terminar sus días, por su paz, tranquilidad y linda gente. Más allá que uno tiene más afinidad con unos que con otros, yo me siento muy querida, la gente siempre me acompaña, me apoya y me ayuda en todo. Yo amo venir acá, trabajar acá y me gustaría vivir en San Agustín».
APRECIO POPULAR
«Con el buen trato y la atención por vocación una se llega a ganar el cariño de la gente. Yo en el pueblo me siento querida, respetada y a veces mimada. Eso me llena el alma y es por lo que apuesto y sigo en la Salita de San Agustín».