María Cecilia Meschino, cardióloga: «Hay que cuidarse del Coronavirus y de todas las demás patologías»
La pandemia que tuvo sus orígenes a fines de 2019, se extendió a nivel internacional con mayor magnitud en el primer trimestre del año en curso y desde ese momento hasta la fecha continúa desarrollándose a diferentes escalas según las latitudes, lo cual promovió en nuestro país una serie de medidas preventivas para tratar así de evitar el colapso del sistema de salud como había ocurrido en otros lugares del mundo, las cuales mayormente lograron su efectividad. Pero al mismo tiempo comenzaron a observarse otras dificultades ligadas a estas circunstancias, como por caso la cancelación de consultas en determinadas afecciones, incluyéndose las de tipo cardiológicas en este rubro, lo cual pudo traer aparejados deterioros mayores en los pacientes con algún tipo de padecimiento de esta naturaleza o en quienes han manifestado síntomas y prefirieron postergar su visita al médico, optando por tomar alguna medicación o por el reposo.
«Es esencial consultar cuando uno tiene una dolencia, hay que cuidarse del Coronavirus y también de todas las demás patologías, porque esas siguen estando. Ese es el problema que tenemos, no es que uno para el mundo y atiende el Coronavirus nada más. El tema es que para atender el Coronavirus no desatendamos otras patologías que son muy prevalentes», señaló la doctora María Cecilia Meschino, en charla con El Diario y desde su profesión de cardióloga.
-¿Cómo es trabajar en esta cuarentena para los cardiólogos?
-Al principio de la pandemia estábamos con bastante incertidumbre, no sabíamos bien a qué nos enfrentábamos, además las noticias eran muchas, al igual que la información que nos llegaba. Pero con el paso de los días nos fuimos acomodando a la situación y, como todo, se aprende. Fue cuestión de organizarse para no desatender a los pacientes pero también para no exponerlos.
-¿Hay menos consultas de pacientes con síntomas cardíacos, debido al temor a acercarse a los consultorios o guardias?
-Sí, hay menos consultas, lo cual por un lado está bien y por el otro no. La verdad que en ese sentido la información que le ha llegado a la gente es bastante confusa, porque por un lado le decimos no vayan a los consultorios, a los hospitales para evitar riesgos, pero por el otro les decimos que no dejen de consultar si les pasa algo. Es bastante difícil poder hacer las dos cosas a la vez. Personalmente, al principio con aquellos pacientes con patología crónica que se acercaban intentamos comunicarnos por teléfono, hablando y escuchando lo que le pasaba, entonces si yo consideraba lo citaba, tomando lógicamente los recaudos necesarios. Ahora, cuando iniciamos Fase 5, los pacientes empezaron a ir un poco más al consultorio, pero de todos modos las consultas telefónicas siguen siendo parte de la atención, ya que con los pacientes de alto riesgo podemos seguir aplicando eso hasta que pase la pandemia.
-¿Algunas personas evitan las consultas?
-Hemos tenido algunos pacientes que comenzaban con dolor y buscaban otras alternativas, como tomar una medicación o reposo, hasta llegar después a la consulta. Yo he tenido tres o cuatro pacientes que han consultado y que después terminaron internados por esperar hasta último momento, hasta el límite de no aguantar más. Eso ha pasado, pero en general son pacientes que no tienen un médico cardiólogo de referencia, porque habitualmente los que lo tienen consultan. Pero hay mucha gente que no tiene una consulta periódica con el cardiólogo y ante esta situación no tiene a quien llamar en confianza.
-¿Qué recaudos se toman a la hora de la visita a un consultorio de un paciente?
-Aplicamos lo que se hace en la generalidad: para el paciente alcohol en gel al ingreso y al egreso del consultorio, mientras que nosotros en el consultorio trabajamos con equipo de protección nivel dos, es decir barbijo, máscara o antiparra, protección ocular, camisolín, guantes y la limpieza con solución de alcohol o con amonio cuaternario. Y la aparatología que utilizamos es limpiada con esos productos.
-¿Pueden aumentar o han aumentado las patologías cardiovasculares con los cambios de hábitos (sedentarismo, aumento de peso y otras)?
-En general, la patología cardíaca en la pandemia, más que por los hábitos de la cuarentena yo creo que va a aumentar por la ansiedad, la incertidumbre, el estrés y la angustia que genera en la gente no sólo el encierro sino saber cómo va a seguir y cómo va a terminar. Se generan cambios en todas las familias y creo que más que nada habrá cambios por eso.
-¿La depresión y/o el estrés también inciden en los problemas cardiovasculares?
-La depresión y el estrés inciden en los problemas cardiovasculares. No quiere decir esto que los causen o que sean el origen, pero sí el desencadenante. Es decir, en pacientes que ya tienen patología cardíaca, conocida o no, el estrés es un factor desencadenante de la enfermedad clínica. Y esta es una situación en la que se genera mucho estrés y sobre todo mucha ansiedad, mucho miedo.
-¿Qué prevenciones deben tomar aquellos que deseen reinsertarse en los entrenamientos -sean deportistas o no-, teniendo en cuenta la inactividad prolongada que llevan? ¿Deben realizar algún tipo de estudio?
-En cuanto a volver a la actividad física, la evaluación pre competitiva es la misma de siempre. Por supuesto que antes de iniciar la actividad hay que hacer un control cardiológico, mínimo una consulta con examen físico y un electrocardiograma. En general la mayoría de los cardiólogos realizamos una ergometría y un eco doppler, mientras que en aquellos que participan en la alta competencia y tienen otro nivel de competitividad, los exámenes cardiovasculares son más complejos.
-Sugerencias para que los pacientes puedan sobrellevar lo que resta de la pandemia?
-No es miedo lo que uno debe tener, sino cuidado, tiene que protegerse y cuidarse como aconsejan todos los médicos: usar máscara facial, barbijos, lavarse las manos y estar en contacto con la distancia social que se aconseja. Pero no dejar de vivir. Significa que si bien en la cuarentena uno restringe las salidas y está bien que así sea, eso no quiere decir que tenga que restringir su esencial funcionamiento. Uno está en cuarentena para cuidar la salud pero uno debe ir al médico también para cuidar la salud. Lo que aconsejo a mis pacientes es que todos los controles programados que no requieran un control estricto, sino algo anual, tranquilamente pueden esperar y una vez pasada la pandemia hacer la consulta. O sea los que no tienen una patología específica que controlar. Ahora todos los que presenten cualquier tipo de síntomas tienen que consultar, por supuesto si son síntomas respiratorios la manera es llamando al Hospital, desde allí les van a indicar qué hacer. Pero lo que sean síntomas cardíacos, dolores de pecho, palpitaciones o cualquier otra dificultad que no sea la mía, lo aconsejable es que consulten al médico; si es posible primero telefónicamente y sino directamente al consultorio, depende la posibilidad de cada uno y la atención que haya convenido cada médico.
DATOS EPIDEMIOLÓGICOS
Desde la Sociedad Argentina de Cardioliogía (SAC) y en torno a este tema en particular, oportunamente se brindaron algunos datos epidemiológicos significativos:
-La enfermedad Cardio Vascular (ECV) es la primera causa de muerte global. Se estima que cada año fallecen 18 millones de personas por esta causa, representando el 31.8% del total de los decesos. También representa la mayor carga de enfermedad definida por años de vida perdidos ajustados por discapacidad (DALY), con 4,800 DALY por cada 100.000 habitantes.
-A pesar que la carga de ECV aumenta año a año, ésta va decayendo cuando se contempla el envejecimiento global de la población. En otras palabras, se estima que las intervenciones basadas en la evidencia que se implementan (como modificaciones del estilo de vida, medicamentos, intervenciones quirúrgicas y por catéteres) se están traduciendo en un mejor control de la carga global de enfermedad por ECV.
-Desde 1990 a 2013, se redujo la mortalidad por ECV un 22% (376 a 293 por 100,000 habitantes), lo que hoy sería equivalente a deducir que en 2019 se han salvado cerca de 4 millones de vidas. Un sistema deficiente, en el cual los pacientes no consultan o no se les da prioridad de atención por culpa de la pandemia, se comportará como un retroceso en estos avances y causará un incremento prevenible de muertes por ECV.