Clubes TED en el Santa Rosa, emoción, ideas y un futuro que ya comenzó
Hace apenas tres semanas, el colegio Santa Rosa de Lima abría sus puertas para recibir la primera edición de los Clubes TED en la institución. Hoy, con las charlas finalizadas, llegó el momento de hacer balance.
“Gracias por volver, por venir. La verdad bien, hace tres semanas que el equipo acá presente y muchos chicos que no están, vinimos, pusimos el cuerpo y salió redondo lo que se anunció. Salió. La familia la pasó bien, nos quedó un grato recuerdo, una experiencia de verdad. Si hay que ponerle nota, podemos decir 10 puntos”, resumió el profesor Ezequiel Coronel, vocero del grupo docente.
El clima fue de celebración, pero también de desafío. “Los chicos dejaron la vara alta porque las charlas y las repercusiones así lo demostraron. Valió la pena el esfuerzo, el trabajo. Nosotros solo acompañamos el proceso, todo fue de ellos”, agregó Coronel.
LOS PROTAGONISTAS TOMAN LA PALABRA
Los verdaderos protagonistas fueron los estudiantes de cuarto año, quienes se animaron a hablar frente a sus familias. Martina presentó una charla titulada “Bajar el volumen”. “Se hablaba mucho de las opiniones de los demás y de cómo repercutían en mí, en lo que yo pensaba y cuánta bolilla les daba”, explicó. “Muy conforme con el resultado, el tema me encantó hablarlo, durante el día me puse nerviosa pero salió bien”, agregó
Por su parte, Valentín abordó el tema de la adrenalina y el apoyo familiar: “Conté cómo la fui sintiendo y el apoyo de mi padre, sobre todo. Fue complicado porque hablar del apoyo de la familia delante de la familia no es sencillo, ellos y nosotros nos ponemos sensibles en ese momento”.
En tanto, Álvaro eligió hablar sobre la importancia de no estar en soledad: “Yo puse como ejemplo a mi hermano, que es quien me ayuda en todo, pero no necesariamente tiene que ser un familiar. Puede ser un amigo o incluso una mascota. Lo importante es tener a alguien que te genere un sentimiento de seguridad”.
LIBERTAD PARA ELEGIR Y EMOCIÓN COMPARTIDA
Los alumnos coincidieron en que la libertad para elegir los temas fue clave. “Primero hicimos una lista de cosas importantes de nuestra vida, fuimos reduciendo hasta llegar a lo que queríamos transmitir a nuestras familias”, recordaron.
El impacto fue inmediato: “Después de la charla, mi familia me hizo muchas preguntas, se dieron cuenta de cosas que no les había contado y me pudieron ayudar”, relató Martina.
“Siempre nos sentimos cómodos en nuestras charlas, tenemos que agradecerles a los profes por darnos completa libertad”.
UN PROYECTO QUE CONTINÚA
Desde el equipo docente remarcaron que la experiencia no termina aquí: “Ahora este grupo tiene la posta. Van a ayudarnos con el próximo curso que se anime a sumarse. La conexión adolescente a adolescente es mucho más genuina que la de un adulto con un chico y eso potencia todo el proceso”.
Para los profesores, lo más valioso fue mantener la autenticidad. “No queríamos filtrar lo que sentían, teníamos que dejar que hablaran. Lo que salió es lo que son ellos. Fue un proceso que valió la pena y que por eso vamos a repetir”, concluyó Coronel.
UN PROCESO DE DESCUBRIMIENTO COMPARTIDO
“En realidad cuando empezamos a explorar las temáticas, había muchos temas que eran comunes, la familia, los amigos, los juegos. En torno a eso cada uno fue viendo qué era lo que más le interesaba, lo que más lo conmovía y a partir de eso fueron trabajando”, detallaron los docentes.
Las coincidencias aparecieron desde el inicio, aunque cada charla guardó su propia esencia. “Al principio no conocían lo que iba a decir cada uno, después sí, porque las fuimos trabajando y emprolijándolas. Ellos las fueron modificando de modo tal que toda su charla se terminó reduciendo a dos minutos de exposición”, señalaron.
El balance es más que positivo. “Fue un proceso muy lindo”, coincidieron. Y se despidieron con un deseo compartido: “Que vuelva a repetirse”.