“Estaba segura, desde el primer momento, que me iban a salvar”
Un milagro. Así lo definen propios y extraños a lo que pasó en el derrumbe de Villa Gesell. Más allá de la pérdida fatal de su pareja, María Josefa Bonazza resistió, aguantó bajo los escombros a que por trabajos de los propios Bomberos Voluntarios de nuestra ciudad la rescataran del desastre, de la catástrofe. Porque la mujer se salvó de la muerte.
Fue un milagro, porque es la única rescatada con vida de aquel derrumbe fatal sucedido el martes de la semana pasada en la localidad balnearia.
La mujer, todavía en el Hospital Municipal, habló sobre el suceso, la pérdida de su esposo y brindó su testimonio de un verdadero milagro.
“Me emociona mucho hablar. Quiero decir que estoy bien. Voy a relatar lo que pasó”.
En ese momento, Bonazza, comenzó a contar qué sucedió el día del derrumbe en el que junto a su marido, Federico Ciocchini, quien falleció, se encontraban durmiendo: “Escuchamos un ruido ensordecedor, alcancé a preguntarle si escuchó el ruido y a los dos segundos se escucharon otros dos ruidos, que se asemejaban a explosiones y se nos vino todo encima. Sólo escuché que él dijo ‘Ay, ay’ y yo le dije: ‘Federico es un derrumbe, quedate tranquilo que ya nos van a salvar, porque estamos en el centro de la ciudad, nos van a descubrir enseguida y ya van a venir, vos quedate tranquilo y no te muevas’.
Allí Bonazza relató que en ningún momento perdió el conocimiento: “no perdí la tranquilidad y tenía la seguridad de que me iban a salvar. Tenía aprisionada con unas vigas la pierna derecha, la cadera del lado derecho y la mano derecha. Y tenía liberada mi pierna izquierda. Arriba mío se había formado como una cúpula, entonces sentía que entraba aire. Sabía que podía respirar. Entonces le hablaba a Federico, que después no me contestó nunca más, tuve la certeza en ese momento que ya no estaba más conmigo”.
Tras el derrumbe, comenzaron a sonar las sirenas de emergencias y Bonazza relató ese momento: “seguí hablándole a Federico y esperé un poco tratando de no agitarme para ver si se acercaba algún ruido. Cuando se acercaron esos ruidos, empecé a gritar, sabiendo que tenía un poco de aire. Ahí arriba nos decían los bomberos: ‘responda si nos escucha’. Como no me contestaban, agarré una piedra y empecé a hacer código morse, que fue lo que me salvó. Los chicos tienen que aprenderlo en las escuelas. Los bomberos escucharon ese código que hice y sabían que había una persona consciente y despierta que estaba del otro lado, pidiendo ayuda. Estuve 10 horas bajo los escombros hasta que me rescataron
En el rescate, uno de los bomberos fue la voz de la esperanza. Relató Bonazza que al saber que se encontraba viva bajo los escombros, le enviaron una cámara con luz para saber más exactamente su ubicación para poder trasladarla: “cada vez más cerca escuchaba su voz y me hacían preguntas sobre cómo estaba. Así los fui guiando sobre la ubicación. Además de Federico, tuve otro ángel de la guarda que fue el encargado anterior del edificio que se había jubilado y que estuvo con nosotros esa tarde. Le insistió a los bomberos que ahí estábamos nosotros, que en ese departamento había dos personas y que nuestra ubicación era esa. Él había sido el portero del edificio”.
El matrimonio de jubilados sufrió el derrumbe, ya que cedió el edificio del hotel contiguo al que vivían. Su departamento lo iban a alquilar, por lo que fueron a hablar con la persona que recibiría a los inquilinos.
“NO TEMÍ POR MI VIDA”
La mujer reveló que no tuvo miedo por su vida: “estaba muy segura, desde el primer momento en que supe que me iban a salvar, estaba segura. En ningún momento sentí que me moría. Me tranquilizaba con la respiración, pensar que mi marido quizás no estaba muerto, sino solo desmayado, aunque la conciencia de que estaba muerto la tuve cuando hablaba con los bomberos y escuché el ladrido de un perro y noté que estaban buscando a otra persona, por lo que asocié que mi marido ya estaba muerto, porque a mí ya me habían encontrado. El consuelo que me queda es que no sufrió mucho porque fue instantáneo. Vivimos 48 años de amor, los dos juntos y ahora estoy triste, pero no angustiada. Lo que tengo es lo que me pasó. Pido por los bomberos, los médicos, los enfermeros, que fueron los verdaderos ángeles que me ayudaron”.
MILAGRO
En la afirmación de que “fue un milagro”, Bonazza resaltó: “que los hay los hay. Empecé a rezar. Después de esto empecé a rezar”.