Patricio Calandra hace realidad su sueño
Patricio Calandra es oriundo de nuestra ciudad. Siempre tuvo en claro su destino a partir de las enseñanzas que recibió en el seno familiar, donde había una fuerte ligazón con la producción agropecuaria.
Finalizados sus estudios secundarios, "Pato", como le dicen, decidió iniciar un camino lleno de ilusiones que lo depositó en la Universidad Nacional del Centro, en Tandil, para estudiar Ciencias Veterinarias.
"De chico fui aprendiendo la profesión con mis abuelos y con mi viejo en el campo. Así que a la hora de pensar en la universidad ya sabía a qué me iba a dedicar", resumió en una nota que publicó Infocampo.
Se recibió como médico veterinario y encaró un posgrado en Salud Animal en la Estación Experimental Agropecuaria del INTA Balcarce. Al mismo tiempo, en su afán por crecer dentro de la profesión es que decidió emprender viaje a Nueva Zelanda para trabajar en un tambo. No fue tarea sencilla gestionar una visa laboral. Hubo un par de intentos que fracasaron por lo que retornó a Tandil a desempeñarse laboralmente en un 'feedlot' con 20 mil animales por espacio de un año y medio.
Pero como dice el dicho, "la tercera es la vencida", Calandra insitió y consiguió su objetivo para poder instalarse en Nueva Zelanda con trabajo antes de viajar.
Luego de adquirir conocimientos en dos tambos del sur neocelandés, "Pato" viajó al distrito de Waikato, más precisamente a Hamilton, en el norte. "Todo aquí está muy bien armado para los que vienen de mochileros, con trabajos temporales en los campos y hospedajes accesibles. Pero como me interesaba mucho el tema de manejo de tambos, dejé atrás la vida de turista y me dediqué solamente a eso", señaló Calandra.
Diferencias para una misma actividad
"Los tambos neozelandeses son totalmente contrapuestos a los de Argentina. Ellos tienen servicios estacionados cada tres meses. En nuestro país todos los días tenés algo distinto para hacer y al mismo tiempo. Pasás de ordeñar a atender una vaca que está por parir, o a una que está para servir. Es como tener tres personas pegándote. Quizás, si lo hacen de a uno podés llegar a defenderte. Pero cuando vienen los tres al mismo tiempo es imposible", contó a manera de ejemplo.
He aquí la primera gran diferencia con nuestro país. "Durante tres meses todo el personal se ocupa solamente de la parición y de ordeñar, y después vienen tres meses de servicio y así sucesivamente. Todo está controlado y organizado, sin dejar nada librado al azar", indicó.
Por otro lado, "el 90% de los tambos se manejan con un sistema pastoril. Todos priorizan el pasto, no las vacas. Por poner un ejemplo, cuando llueve, todas las vacas se encierran en el corral de espera para ordeñar y así cuidan que no se pisotee el pasto".
Agregó luego que "a la mañana comen en un potrero de doce hectáreas aproximadamente y a la tarde en otro. Y después de que salen del primer lote, se fertiliza. En primavera están fertilizando cada 15 días, y a medida que van intensificando el pastoreo, se va fertilizando más aún". Esta sería la segunda diferencia con la Argentina donde las aplicaciones nitrogenadas en verdeos son esporádicas, o en algunos casos, nulas.
Vivir y estudiar mejor que en la ciudad
"Las condiciones de vivienda son excelentes y de primer nivel. Casas totalmente nuevas, con Internet y todo el confort que se pueda imaginar. Pero además de ello, la calidad de una escuela rural tiene el mismo nivel que la de la ciudad, y en algunos casos hasta es mejor", dijo.
Según Patricio, todos estos detalles hacen que las personas que trabajan en los tambos estén súper calificadas y puedan vivir en el campo sin ningún problema. Demás está decir que el arraigo, bajo estas condiciones, es un hecho. "Además el dueño es uno más, casi no hay diferencias jerárquicas. Todos trabajan codo a codo con el patrón y la familia de él", resaltó.
Una estructura que hace posible todo
"Por un lado los caballos no existen, todo se hace en cuatriciclo o motos, porque casi todos los caminos de los tambos están asfaltados, y el que no lo está, dispone de caminos rurales muy consolidados que llueva lo que llueva podés entrar con un auto, camión, o lo que quieras. De hecho, se les exige a los tambos que tengan caminos de asfalto y limpios", aseguró el profesional balcarceño.
Por otro lado, "las instalaciones son excelentes a nivel de maquinarias y equipamiento. La mayoría tienen un sistema rotary (calesita), donde hay una persona ordeñando a 350 vacas, mientras otra va trayendo el próximo rodeo y se ocupa de ordeñarlas. Con dos personas ordeñando está todo perfecto", señaló para marcar la diferencia con lo que ocurre en nuestro país.
"El sistema está todo automatizado y disponen de un software nacional (MINDRA) en el que cargás todos los datos en tiempo real. Esa información le llega al Gobierno en el mismo momento que ingresás la información. Con eso, Nueva Zelanda puede saber en cualquier momento cuál es la producción de leche exacta", explicó el veterinario.
Tamberos, Industria y Gobierno bajo el mismo objetivo
En cuanto al Gobierno de Nueva Zelanda, recalcó que "apoya en todos los procesos; la industria lo mismo, y los tambos aportan gente híper cualificada. Todo es más accesible en la relación precio de leche - insumos. Hasta los sueldos que se manejan acá no tienen comparación con los de la Argentina. Son altísimos, sin necesidad de hacer un cambio de moneda".
"Todo está estandarizado y la mayoría de los tamberos hacen todos el mismo trabajo. Vos podés trabajar en un determinado establecimiento, que cuando pasás a otro podés hacer las tareas casi con los ojos cerrados", finalizó Calandra.