Un proyecto que une conciencia ambiental y compromiso solidario en el Colegio Emilio Lamarca
El Colegio Parroquial Emilio Lamarca llevó adelante un proyecto educativo que combinó conciencia ambiental, trabajo cooperativo y solidaridad. La iniciativa culminó con una jornada abierta en la que los alumnos ofrecieron productos ecológicos elaborados por ellos mismos, a cambio de alimentos para la Sociedad de Protección a la Infancia.
La docente Andrea González, impulsora del proyecto, contó a El Diario que la propuesta se inició hace varios meses y requirió de constancia y compromiso por parte de los estudiantes:
"Es un trabajo que comenzó en junio, más o menos, porque lleva todo un tiempo de proceso. Primero los chicos juntaron la yerba, la secaron al sol en sus casas y la trajeron a la escuela. Cuando tuvimos suficiente cantidad, hicimos la masa: preparamos un engrudo, le agregamos yerba seca y una porción de yerba húmeda. Con esa mezcla armamos los moldes y se fueron dando forma a las macetas, que después se dejaron secar hasta que se endurecieron. Todo eso llevó alrededor de dos meses de trabajo."
DETERGENTES NATURALES, CIENCIA Y ECOLOGÍA EN ACCIÓN
Además de las macetas hechas con yerba reutilizada, los alumnos elaboraron detergentes ecológicos con ingredientes naturales, aprovechando cáscaras de naranja y limón. "El detergente puede usarse también como antigrasa o para limpiar pisos, porque deja un aroma riquísimo -explicó González-. Solo se puede hacer con naranja o limón. Se corta la fruta, se coloca en un bidón con un tercio de cáscaras y dos tercios de agua y se agregan 300 gramos de azúcar".
"Después se deja macerar. Cada tres días hay que destaparlo porque elimina gases, como cuando abrís una botella de gaseosa. Ese proceso lleva entre un mes y un mes y medio, hasta que el líquido toma color y textura. No queda tan espeso como un detergente común, pero cumple la misma función y se puede usar para limpiar o desengrasar. Deja un aroma delicioso."
La docente también resaltó que todo el proceso se hizo con materiales reciclados: "Reutilizamos envases de gaseosas. Los chicos los lavaron, les sacaron las etiquetas originales, prepararon las nuevas y las pegaron. Todo fue un trabajo que venía desde junio y hoy se ven los resultados."
APRENDIZAJE MÁS ALLÁ DEL AULA
El proyecto incluyó también momentos de reflexión sobre el impacto ambiental y charlas con especialistas. "Tuvimos encuentros con gente de la Municipalidad, con Santiago Garrido y su equipo, que nos ayudaron mucho en todo lo que tiene que ver con el cuidado del medio ambiente -detalló González-. Fue un proceso largo que hoy está dando sus frutos. Y todo lo que producimos lo intercambiamos por dos alimentos, que se destinan a los chicos de la Sociedad de Protección a la Infancia."
LA MIRADA DE LOS ESTUDIANTES
Las alumnas Ema y Francesca, de 5° año, también compartieron su experiencia y contaron cómo vivieron el proyecto desde adentro. "Hicimos el detergente hace un par de meses. Cada tantos días teníamos que abrir las botellas para que saliera el gas y no se hincharan. Fue un trabajo largo pero lindo -relató Ema-. Después los envasamos y les pusimos las etiquetas que hicimos nosotros mismos. Las botellas también las trajimos de casa. Hay versiones de limón y de naranja, pero el proceso es el mismo."
Francesca agregó algunos detalles técnicos del trabajo: "Los de limón tardaban más que los de naranja. El de limón lleva unos 40 o 45 días y el de naranja unos 35. Los de naranja los hicimos con azúcar, que acelera el proceso; los de limón sin azúcar. Así que fueron diferentes experiencias. El trabajo del detergente lo hicimos entre quinto y segundo año, pero los bidones que estaban listos eran los de nuestro curso."
Las alumnas contaron que también participaron en la fabricación de las macetas, que implicó un trabajo colectivo dentro de la escuela: "Estuvimos juntando yerba desde principio de año -explicó Ema-. Después usamos tarros de telgopor como molde y preparamos un engrudo para armar la mezcla. Entre todos fuimos dando forma a las macetas. Al final, les pusimos tierra y una planta. Entre que juntamos la yerba, hicimos la masa y las dejamos secar, pasó bastante tiempo. Pero lo disfrutamos mucho."
"FUE MUY DIVERTIDO Y APRENDIMOS MUCHO"
Ambas coincidieron en que la experiencia fue tan educativa como enriquecedora. "La pasamos muy bien -dijeron-. Fue divertido, aprendimos mucho y nos gustó participar de algo distinto. Nunca habíamos hecho algo así. Además de ayudar, aprendimos a reutilizar cosas y a cuidar el medio ambiente. Andrea (González) nos enseñó que nada se tira, que todo puede volver a usarse."
UN CIERRE SOLIDARIO
La jornada final del proyecto se llevó a cabo el pasado martes. Por la mañana, los alumnos de 5° año se ubicaron en la plaza Libertad, en la esquina de avenidas 17 y 18, junto a la estatua de Juan Manuel Fangio. Por la tarde, los de 2° año continuaron la actividad en el atrio de la Parroquia San José.
Allí ofrecieron las macetas y detergentes ecológicos a los vecinos, quienes respondieron con entusiasmo, aportando alimentos para la causa solidaria. Cada producto fue intercambiado por dos alimentos no perecederos, destinados a las meriendas de los niños de la Sociedad de Protección a la Infancia.
El proyecto unió educación, valores y conciencia ambiental, y dejó una enseñanza profunda en toda la comunidad educativa. Como señaló Andrea González al cierre de la jornada: "Fue todo un proceso que hoy está dando sus frutos."