Picadas libres, memoria colectiva y un nuevo capítulo para el Anfiteatro Bonazza
Aquel que alguna vez se haya detenido frente al Anfiteatro Saverio Bonazza, en el corazón del Cerro El Triunfo, sabe que no se trata de un sitio cualquiera. Las piedras, dispuestas en círculo como si guardaran secretos, la acústica natural que aún parece retener voces de otro tiempo, las luces antiguas que alguna vez iluminaron estrellas del canto argentino... todo allí parece decir que algo importante sucedió.
Ahora, entre esas mismas piedras, donde antaño los artistas se preparaban en silencio antes de salir a escena, se enciende una nueva llama. Platos de madera, copas, cubiertos, calefactores, flores y la calidez de un proyecto colectivo dan forma a La Vieja Cantera, una casa de picadas única en su tipo, que abrirá sus puertas al público este sábado a las 20:30 horas.
El nombre, por supuesto, no es casual: remite tanto al origen geológico del cerro como a los inicios de Balcarce. Y también, por qué no, a la obstinación de quienes “cavan” en la historia para sacar a la luz lo que merece perdurar.
UNA IDEA NACIDA DEL AMOR POR EL LUGAR
“Estamos muy entusiasmados con este nuevo espacio. Es algo que no existe en Balcarce: una casa de picadas dentro de un anfiteatro, con historia, con un museo, con todo lo que significa este lugar para nosotros”, cuenta Omar Piontti, impulsor del proyecto, que hace años trabaja en la recuperación del predio con un grupo de colaboradores.
La iniciativa surgió de un pedido recurrente: tanto balcarceños como turistas que visitan el cerro los fines de semana solían preguntarse por qué no había una propuesta gastronómica en la zona. La respuesta llegó a través de la creatividad y el compromiso: se diseñó un proyecto que fue aprobado por unanimidad en el Concejo Deliberante y respaldado por el Ejecutivo.
Pero no se trata simplemente de abrir un nuevo local. “Esto tiene un objetivo mucho más profundo: todo lo recaudado será a beneficio de la Sociedad de Protección a la Infancia y también se destinará al mantenimiento del anfiteatro. Lo hacemos a pulmón, sin fines de lucro, porque este lugar es patrimonio de todos”, afirma Piontti.
EL MENÚ DE LOS RECUERDOS
La propuesta central será la picada libre: un formato sin límite, en el que los comensales podrán disfrutar una variedad de fiambres, quesos, panes y opciones calientes. “Recorrí el país bailando, estuve en muchos lugares, y en pocos encontré algo como esto. Queremos que sea una experiencia completa, con buena comida, música ambiental y el calor de un espacio bien acondicionado”, dice el anfitrión.
El lugar funcionará jueves, viernes y sábado de 20:30 a 00:30, y los domingos al mediodía, en respuesta a la creciente afluencia de visitantes de otras localidades. “No va a ser una peña, pero sí habrá música. Tendrá un clima especial. En verano, incluso, vamos a sumar mesas al aire libre”, adelanta.
Y como todo lugar con historia, La Vieja Cantera también es un museo vivo. En las paredes cuelgan objetos donados por la comunidad: un reflector original del Festival del Canto Argentino cedido por Mónica Mastropietro, un parlante de época que entregaron los hermanos De la Torre, y otros elementos que permiten reconstruir una época dorada.
LA PASIÓN DE LOS QUE SUEÑAN EN VOZ BAJA
“Yo soy solo la cara visible. Detrás hay mucha gente enamorada de este lugar, que trabaja a la par. Gente que dona tiempo, herramientas, objetos, lo que puede. Gracias a ellos esto es posible”, subraya Piontti con humildad.
A esa red invisible de manos se suman también los trabajadores municipales que colaboraron en tareas de restauración. Junto a ellos, Omar ayudó a poner en valor el Cristo Redentor —una imagen que alguna vez coronó la iglesia San José y luego fue trasladada al museo histórico—, la cascada del cerro, los canteros, la cartelería y los baños públicos.
“Nos gusta que la gente vea todo lindo. Estamos pintando, arreglando, iluminando. No pedimos nada a cambio. Es nuestra forma de agradecer a la ciudad que tanto queremos”, dice.
Y así, lo que comenzó como una propuesta gastronómica se convirtió en un proyecto integral de puesta en valor. Cada rincón del cerro empieza a brillar un poco más.
UN LEGADO PARA COMPARTIR
A metros de la entrada, bajo un cielo que promete estrellas, ya se alinean las primeras mesas. Todo está listo para recibir a los comensales. Pero lo que realmente se servirá este sábado no cabe en un plato: será la memoria compartida, la pasión puesta en acción, el sabor de una ciudad que honra su historia y apuesta al futuro con identidad y generosidad.
La Vieja Cantera no es solo un lugar donde comer. Es un acto de amor colectivo. Una forma de decir: esto también somos.