Un gorro tejido con amor para quien lo necesite
A pesar de haber perdido parte de su visión, Patricia Saitta, de 63 años, siguió tejiendo gorros con amor y decidió regalarlos a quien lo necesite. Su hija Virginia los puso en una caja con un cartel: "No pases frío, llevate un gorrito de regalo". El gesto conmovió al pueblo y se volvió viral.
UNA CAJA, UNA CALLE Y UN MONTÓN DE ABRIGO
Una caja de cartón apoyada en la vereda, llena de color y calidez, despertó la emoción de los vecinos de Los Pinos. Dentro, decenas de gorros tejidos a mano por Patricia Saitta, una mujer de 63 años que, a pesar de su pérdida de visión, nunca dejó de hacer lo que más ama: tejer.
La historia se difundió rápidamente en redes sociales cuando su hija, Virginia D'Agata, publicó una foto de la caja con una leyenda simple y generosa: "No pases frío. Llevate un gorrito de regalo". Acompañó la imagen con una dirección: 15 entre 6 y 8, familia Sorich, en la localidad rural de Los Pinos.
EL LEGADO DE UNA INFANCIA TEJIDA A MANO
Virginia contó a El Diario que su madre aprendió a tejer a los 8 años y nunca dejó de hacerlo. "Siempre nos tejió gorros, bufandas, chalecos, suéteres a mi hermano y a mí de chicos. Lo mismo hizo con los nietos", relató. Esa rutina de amor siguió aún cuando Patricia comenzó a perder la visión por un problema en la retina.
"Primero fue un ojo, y lamentablemente ahora también el otro. Hoy casi no ve, pero aún así siguió tejiendo", explicó su hija. En los últimos días, Patricia decidió que quería regalar los gorros que había terminado. Virginia no lo dudó: "Me pareció que Los Pinos era el lugar indicado para hacerlo".
UNA REACCIÓN INESPERADA QUE LLEGÓ AL CORAZÓN
La publicación se volvió viral en el grupo vecinal "El futuro está en Los Pinos" y recibió decenas de mensajes de agradecimiento. "Fue algo que nos salió del corazón. Cuando le leí los mensajes a mamá, se emocionó mucho. A pesar de su condición, saber que tanta gente iba a usar sus gorros le hizo muy bien", expresó Virginia.
Detrás del gesto hay una emoción contenida. "Quizás la gente que se lleva uno de esos gorros no sabe que pueden ser los últimos que ella teja. Ella no me lo dice, pero yo lo sé", confesó.
UN GESTO SIMPLE QUE INSPIRA
La historia de Patricia es la de muchas personas que, aún en la adversidad, eligen dar. Su gesto -que al principio puede parecer pequeño- generó una ola de reconocimiento y afecto en la comunidad.
En medio del frío y de las dificultades cotidianas, una caja con gorros tejidos se transformó en símbolo de humanidad. En Los Pinos, este invierno hay menos frío en la cabeza, y más calor en el alma.