Tras medio siglo ejerciendo la medicina, el doctor Sansosti «colgó el estetoscopio»
Dentro del universo de la medicina local el doctor Horacio Sansosti forma parte de los «históricos».
Una extensa trayectoria de cerca de medio siglo supo ganarse la gratitud de la comunidad.
En los últimos días, a poco de cumplir sus 80 jóvenes años, decidió dejar la actividad para disfrutar de su merecida jubilación.
Querido por todos los que lo conocen asegura que «el hacerme sentir útil y querido en la comunidad, es el mejor regalo que puedo recibir».
Y lo recibe en forma permanente de parte de todos aquellos que lo concen, tanto los que han sido sus pacientes como las relaciones que cosechó desde su ac tividad rotaria o quienes lo «padecieron» en algún momento (hace años) como profesor en el «Nacional» o en el «Normal»
En charla con El Diario narró su vida, aquella que comenzó cerca de la cancha de San Lorenzo, en el corazón de la Capital Federal en octubre de 1939 y luego transcurrió junto a su familia por varios barrios porteños y el Gran Buenos Aires donde cursó sus estudios primarios y secundarios.
Desempeñándose primero como empleado en una fábrica de calzado y luego en las oficinas del ferrocarril pudo costearse sus estudios universitarios en Buenos Aires.
Llegó a tener, como él afirma «una doble vida» ya que a la mañana trabajaba en el Hospital Argerich y por la tarde en las oficinas del ferrocarril.
MEDICO MIRANDO AL SUDESTE
A los 26 años, con su flamante título de doctor en mano decidió buscar nuevos rumbos.
San Agustín fue su objetivo.
«Al recibirme pedí en el ferrocarril que me trasladaran como médico ferroviario. Le dije a un superior que sabía que en San Agustín no había médico, que en Mechongué había uno viejo y en Balcarce había médicos pero no médicas. Con unos compañeros acordamos cubrir los cargos, pero finalmente los otros desistieron y solo viajé yo», rememora.
Junto a su esposa, estuvo cerca de dos años ejerciendo como médico clínico en dicha localidad. Corrían por entonces los principios de los años 50.
BALCARCE
La oferta que le realizaron a su mujer (Partera) de venir a trabajar en Balcarce hizo que tiempo después echaran anclas en nuestra ciudad.
Instalado en una casa frente a la bodega Gual, sobre calle 13 tuvo oportunidad de conocer a su ídolo máximo y por intermedio del doctor Julio Loyarte ser durante un tiempo el médico de la familia Fangio
«Un día me fue a buscar el doctor Loyarte y lo acompañé a la casa de la familia Fangio, frente a donde yo vivía. Estaban los padres de Juan Manuel y apareció él, yo era fanático, no podía creer tenerlo frente a mí y Loyarte le dijo que él se iba por un tiempo y yo quedaba a cargo ante cualquier cosa que necesitara. Pasé a ser el médico familiar de mi ídolo», cuenta con una amplia sonrisa dibujada en su rostro.
EL HOSPITAL
Otro paso trascendente en su vida lo dio cuando se convirtió en el Director del Hospital.
«Un día durante el gobierno de Mare me llamó su secretaria, Susana Gaillour para que concurriera a una reunión con el Intendente. Me ofreció la dirección del Hospital. Le pedí un día para responderle, lo hablé con varios médicos que me dijeron que no podía rechazar la propuesta», comentó.
No era una época fácil. Había un conflicto importante con varios médicos, escollo que logró superar. Estaban por entonces en el viejo edificio de Avenida Cereijo y 28 mientras avanzaba la construcción del moderno edificio de calle 19 entre 28 y 30.
«Se habían construido la planta baja y el primer piso del que llamaban «Hospital de los paperos», donde ya funcionaban la sala de partos y algunas dependencias cuando un tornado destruyó parte del edificio viejo por lo que nos vimos obligados a trasladarnos al nuevo. Nos instalamos en parte del primer piso y no volvimos más allá. El hospital se inauguró «de prepo» mientras se seguía armando», relata mientras reordena los recuerdos,
«De ahí en adelante no aflojé nunca, incluso fui representante ante el colegio de médicos mucho tiempo, trabajé en lo particular como médico común y cuando terminé en Buenos Aires un curso de alergista empecé a ejercerlo en Balcarce hasta ahora que me jubilé» añade.
LA LUCHA CONTRA LA POLIO
A la par de su actividad profesional sumó, en los años 80 su labor como rotario, que a fines de esa década le permitió conocer en un congreso en Cancún a los doctores Salk y Sabín. Desde entonces levantó la bandera de la lucha contra la poliomielitis, disfrutando hoy de la erradicación prácticamente total de dicho mal en el mundo.
Navegando en el ancho mar de los innumerables y gratos recuerdos, Horacio Sansosti disfruta de su merecido descanso asegurando que si tuviese oportunidad de volver a aquel día en que con su flamante título de médico bajo el brazo y una valija cargada de sueños salió rumbo a un ignoto pueblito del sudeste bonaerense, no dudaría ni un instante en repetir la historia
Y seguramente San Agustín y Balcarce volverían a abrir sus brazos para recibirlo.