La periodista Sandra Di Luca cumplió tres décadas en la televisión platense
Con 25 años y recién egresada de la por entonces Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social de La Plata -hoy convertida en Facultad de Periodismo y Comunicación -, Sandra Di Luca se enfrentó a su primer desafío laboral al ser contratada por el primer canal de televisión en crear contenidos, pensado exclusivamente para la población de la capital provincial y aledaños.
Por aquel entonces, el formato audiovisual se estaba instalando como lo que luego sería, un medio de comunicación masivo y casi imprescindible en todos los hogares. Fue la televisión la que la marcó en su faz profesional en la que acaba de cumplir 30 años desempeñando esa tarea: producción, crónicas y presentación periodística en el canal platense por excelencia, Somos La Plata, Berisso y Ensenada.
«Los periodistas del noticiero hacíamos todo: notas en la calle, proponíamos temas en las reuniones de producción y después hacíamos el noticiero. Seguías todo el proceso: hacías la nota, te sentabas con el editor a editarla y después presentabas la nota en el noticiero», explico Sandra quien además señaló que hay algo de esa tarea que aún se conserva: «Siempre hay un aporte de los periodistas para hacer propuestas y seguimiento de los temas».
En segundo año de Periodismo, la balcarceña comenzó a estudiar Historia, carrera que abandonó cuando consiguió el trabajo pero al mismo tiempo optó por avanzar para luego convertirse en licenciada en comunicación social. También se dedicó a la docencia desde 1997, en materias específicamente vinculadas a la producción de narrativas audiovisuales.
En su larga trayectoria, recordó la periodista que la relación con los funcionarios era permanente y «normal. Hasta (Felipe) Solá diría que mantuvo eso, después con (Daniel) Scioli ya las exclusivas eran con los medios grandes». También hizo hincapié que como periodista todo terreno, podía tocarle hacerle una nota al Gobernador o el Intendente como también hacerse eco de un reclamo vecinal o cubrir un hecho policial. «Eso a mí me gustaba: no saber mucho por dónde iba a ir el día y dónde iba a terminar», admitió.
PERIODISMO HUMANO
En general, las historias que decide seguir periodísticamente son las que «me conmueven algo desde lo humano. He notado, con el tiempo, que eso es lo que me engancha. Puede ser una cosa súper profunda o algo aparentemente simple, porque las cosas que aparentemente son simples siempre tienen una complejidad. También los temas que me dejaban un aprendizaje», recordó.
En su larga trayectoria, otro hecho que trajo a la memoria fue el primer reto. ¿El motivo? Fue porque «no pude preguntar». Hacía un año estaba en el canal y Ricardo Barreda había asesinado brutalmente a su esposa, suegra e hijas. «Me tocó ir al cementerio cuando enterraban a las víctimas. No había mucha gente, tampoco había medios. Estaba yo sola con mi compañero, y me quedé bloqueada. No pude preguntar. Tuve desde pudor por el dolor hasta miedo de que se enojaran... Se me mezcló todo. Mi compañero tomó imágenes y nos fuimos», contó. Pero más tarde, en la reunión de producción, le reprocharon no haber hecho una entrevista. «En ese momento no me dio la experiencia, pero me quedó el aprendizaje», señaló.
CICLO DE DOCUMENTALES
También Sandra durante diez años llevó adelante El Círculo Relatos, un ciclo de documentales de TV de media hora. «Fue una experiencia enriquecedora, con mucho esfuerzo y que disfruté… Contamos historias muy diversas. En 2008, junto a un camarógrafo, viajé a las Islas Malvinas acompañada por ocho excombatientes. Fue el trabajo que más esfuerzo nos demandó y que a nosotros profesionalmente también nos marcó más», dijo.
De ese viaje nació Huellas en el Viento, el documental que se presentó en Balcarce como en distintos puntos de nuestro país y el exterior.
Después de ese trabajo, Sandra decidió incursionar en el mundo de la escritura, que parecía haber quedado rezagado tras varios lustros de dedicarse a lo audiovisual. Hizo un taller con el escritor platense José Supera y editó por Malisia su libro «Salir al Aire». También colaboró con su pareja, el periodista y escritor platense Pablo Morosi, en varios de sus trabajos de investigación, abocándose sobre todo a la historia de la desaparición de Miguel Bru (Dónde está Miguel). Y el año pasado, durante la pandemia, escribieron juntos una biografía sobre Ernesto Sábato, «El escritor metafísico».