La cuarentena lo sorprendió «del otro lado del mundo»: vivencias de un balcarceño «anclado» en Nueva Zelanda
El balcarceño Lisandro Forte es, desde hace años un casi permanente viajero del mundo.
Con sus títulos de licenciado en Sociología y en Turismo a cuesta, disfruta de «vagabundear» como cantaba Joan Manuel Serrat sin sentirse extranjero en ningún lugar.
En ese casi eterno peregrinar, con frecuentes regresos a nuestra ciudad, ha logrado conocer gran parte del planeta, palpar de cerca la idiosincrasia de los habitantes de cada lugar en el que fue echando esporádicas raíces y cosechar innumerables amistades.
En medio de ese permanente devenir quiso la suerte que la pandemia del Coronavirus lo dejara anclado en la remota Nueva Zelanda, tierra a la que llegó a fines de septiembre del año pasado luego de haber estado en nuestro país por tres meses.
Desde allí, en charla virtual con El Diario, Lisandro narró su experiencia explicando que »cuando comenzó a ser un tema lo del COVID-19, hacia fines de enero, estaba en Auckland trabajando en un hotel. Si bien es la ciudad más poblada de Nueva Zelanda y la puerta de entrada al país, la única precaución que se tomó fue la restricción a la entrada de turistas procedentes de China. Luego, a mediados de febrero, en el hotel tomaron medidas vinculadas a la higiene personal y de los espacios públicos, en sintonía con los consejos que daban desde el gobierno nacional. A fines de ese mes viajé por 10 días a Australia, donde nada parecía pasar respecto al COVID-19 y ninguno de los amigos que visité siquiera lo nombró, a pesar de que el país ya tuviera bastantes casos. Tuve la suerte de volver a Nueva Zelanda unos días antes de que decretaran la cuarentena obligatoria a quienes regresaran del extranjero, por lo que continué con los planes de mudarme a Napier (en la isla norte), lugar donde estoy actualmente La ciudad, tiene 65.000 habitantes. Nosotros estamos con mi novia en la casa de un matrimonio amigo, que nos invitaron a pasar con ellos la cuarentena, en un barrio de la periferia, muy tranquilo.
¿Están en una cuarentena estricta?
Cuando regresé a Nueva Zelanda, el 4 de marzo, el oficial de migraciones solamente me preguntó desde dónde llegaba y en qué países había estado. Ahora, las medidas son muy similares a las de Argentina, porque se tomaron las prevenciones a tiempo para evitar que sucediera lo que ya pasaba en Italia y España. Desde febrero había nivel de alerta 2, en el que solamente el Estado emitía consejos sobre qué precauciones tomar y algunas restricciones de ingreso al país desde el exterior. El lunes 23 de marzo decretaron por 48 horas el nivel 3 de alerta, para permitir regresar a sus casas a quiénes estaban viajando por el país. El miércoles 25 comenzó la cuarentena, continuando solamente las actividades esenciales, que son las mismas que en Argentina, y no se puede viajar a otras regiones del país. La única diferencia es que aquí se puede salir a caminar, andar en bicicleta o a hacer ejercicios, siempre que uno lo haga con alguien con quien convive. La principal diferencia que encuentro es el modo en que se desarrolla la cuarentena. Desde mi punto de vista, son cuestiones vinculadas a lo cultural. En general, la gente aquí ha tomado conciencia y es responsable, y además tienen un concepto diferente respecto a la autoridad. La Primera Ministra, que tiene una imagen positiva muy alta, ha asumido el papel de líder desde un lugar de informante y consejera, pero en ningún caso tuvo que recurrir a las fuerzas de seguridad para controlar el tránsito de personas o detener ciudadanos para ejemplificar lo que no debe hacerse».
¿Cómo transcurre la vida diaria?
Es una gran ventaja tener un jardín en la casa, pasamos gran parte del día afuera. Tenemos frutales, por lo que nos entretenemos haciendo dulces y tortas. Para compensar, salimos a andar en bicicleta o a hacer ejercicios a la costa o a la montaña, es un regalo tener el mar a dos cuadras y estar en el campo en este contexto. Luego, es muy similar a la vida que están llevando allá, según me han comentado mis familiares y amigos; básicamente dedicar el tiempo a hacer cosas para las cuales creemos no tenerlo en la vida cotidiana.
En el barrio hay un solo almacén, que deja entrar de a un cliente a la vez, y el resto espera haciendo fila afuera. Y, con excepción de los supermercados que están en la ciudad, parece una ciudad fantasma, solamente es posible cruzarse a alguien que esté haciendo ejercicios. Los autos solamente pueden usarse para ir a comprar bienes esenciales.
¿Estabas trabajando cuando empezó todo esto? ¿Conservás el trabajo?
Había comenzado a trabajar en una bodega, y el trabajo se interrumpió cuando decretaron el estado de alerta nivel 4. Fue bastante precipitado y mucha gente se vio realmente sorprendida. Hay mucha incertidumbre, especialmente entre viajeros e inmigrantes, puesto que no podemos acceder a los subsidios, y los gastos fijos de alquiler y comida son muy caros en Nueva Zelanda en general.
¿Qué cantidad de casos de COVID-19 tienen?
«Hay 1.400 casos entre confirmados y probables. 1.086 casos confirmados. De ese total, 820 son casos recuperados. El total de muertos es de 11. Hay solamente 14 personas hospitalizadas. Es un número alto si tomamos en cuenta la cantidad en función de la población total del país (4,8 millones de habitantes). Lo positivo es que una mayoría de los casos confirmados son de gente que llegó desde países afectados, o de transmisiones intrafamiliares. Hasta ahora se hicieron 75 mil tests. Sólo el 3% de los casos son por transmisión comunitaria. Desde el 11 de abril se registran menos de 20 casos por día entre confirmados y probables. Por este motivo, se estima que la próxima semana descenderá a nivel de alerta 3, lo que implicaría la posibilidad de poder realizar traslados interregionales y permitir otras actividades económicas además de las esenciales.
En toda la región de Hawke’s Bay, donde se encuentra la ciudad de Napier, hubieron 35 casos entre confirmados y probables. Prácticamente no hubo hospitalizados y no se registraron casos de transmisión comunitaria.
Respecto al testeo masivo, se está siguiendo una estrategia similar a la adoptada por Corea del Sur, lo que permite, al día de hoy, controlar y aplastar la curva de contagios. Además, cabe resaltar que el 70 por ciento de los casos confirmados y probables se registraron en personas entre 20 y 59 años, población que no es de riesgo, en consecuencia se redujeron las probabilidades de que se presenten casos de gravedad
¡Qué sentiste al saber que de pronto te hallás a tanta distancia de tu país y transitoriamente imposibilitado de volver?
«Nuestra visa vence en septiembre, por lo que no nos planteamos la posibilidad de regresar antes. Por suerte, acá y allá la situación es similar, eso nos deja tranquilos. Estuvimos en contacto con la Embajada, que está trabajando muy bien, atendiendo los casos de mayor urgencia. Realmente hay muchos compatriotas y amigos latinoamericanos y europeos que han quedado en una situación de desprotección absoluta. Una muy interesante iniciativa de la Embajada fue vincular a argentinos con médicos argentinos o latinoamericanos que estén viviendo en el país (ejerzan o no su profesión aquí) para tenerlos como consulta; y otra fue facilitar los contactos con ONG’s y organismos gubernamentales para proveer de alimentos a los compatriotas que estén necesitándolos».
Si bien hace años vivís recorriendo el mundo ¿lo que está sucediendo ha generado algún cambio en cuanto a tu futuro? ¿ te hace repensar tu forma de vida distante de tu país y los tuyos?
«Es una pregunta difícil de responder. Por mi forma de ser, estoy tentado a responder que no, pero hace cuatro o cinco semanas no nos imaginábamos en medio de un contexto de incertidumbre generalizada. Cuando hablamos con nuestra familia o amigos y nos cuentan de ciudades desiertas, no podemos dimensionarlo, porque fueron lugares que conocimos llenos de vida, y en algunos casos caóticos. Me siento viviendo en un presente distópico, porque al realizar videollamadas con amigos que están en Argentina, España, Italia, Venezuela, México, Francia, Chile, Austria o cualquier otro país, todos estamos adentro sin saber hasta cuando. Deseo que todo esto nos sirva para replantearnos cómo estamos eligiendo vivir, y que seamos capaces de generar los cambios suficientes para que todos y cada uno de nosotros podamos elegir.