Jóvenes que eligen la fe para cambiar su vida

Jóvenes que eligen la fe para cambiar su vida

Cerca de 100 jóvenes participan de las pastorales juveniles que se desarrollan en la Parroquia San José, encabezadas por el párroco Pablo Etchepareborda y en compañía de Agustín Corral, seminarista de la Parroquia y en formación para ser sacerdote, y un grupo de coordinadores. «El rango etario de los chicos va desde los 15 a los 26 años, y cualquiera que esté interesado en comenzar su camino de fe tiene las puertas abiertas en todo momento. «Todos los viernes a las 18:30, el equipo de coordinadores y el grupo de jóvenes nos reunimos en la Parroquia para desarrollar diferentes actividades. Las actividades que se desarrollan se nuclean en la pastoral juvenil, se tratan de reuniones semanales en la Parroquia, en donde se charlan distintas temáticas relacionadas con la fe cristiana y sus valores, se hacen juegos y otras charlas informativas», indicó Agustín.

«Además, fuera de la Parroquia hay distintos encuentros como por ejemplo los Caminos, que son retiros espirituales en donde no solo participan los chicos que semanalmente van a la Parroquia sino también jóvenes que tienen ganas de pasar por esta experiencia, de hacer un poco de introspección y repasar algunos aspectos de su vida,tanto desde el lado espiritual como humano, en contacto con chicos de su misma edad».

«El resto se componen de actividades recreativas, que pueden ser con los chicos de Catequesis o del mismo grupo de las pastorales, como encuentros entre semana o los fines de semana que sirven para descontracturar y encontrarse con uno mismo. Además de las misiones rurales, que se trata de salir un poco de las paredes de la Parroquia, de nuestro mundo, para ir al encuentro con el otro, ya sea para llevar un mensaje de fe, que es lo esencial de nuestra misión, compartir la alegría por un juego, una charla o un abrazo».

EL CAMINO

En agosto, un grupo de 45 jóvenes se embarcó en un camino que transformó por completo sus vidas, un encuentro denominado «Camino de adolescentes». Junto a un grupo de coordinadores de la Parroquia «San José» que los acompañó en todo momento, los chicos compartieron momentos inolvidables que les permitió acercarse un poco más a Dios y la fe cristiana. «Se trata de un espacio de búsqueda interior y encontrar la motivación de nuestra vida. Si se puede encontrarnos con Dios mucho mejor, pero sino que el joven pueda encontrarse con uno mismo».

«Es increíble como se nota el cambio en los chicos cuando vuelven de los retiros, se nota sobre todo en sus caras que algo en su vida cambió. Algunos van con tristeza en sus ojos y vuelven con una sonrisa, con ganas de vivir la vida, y eso lo transmiten a su familia, a sus amigos. Me cuesta explicar qué es lo que se vive en esos encuentros, mi camino en la fe fue otro, lo empecé desde muy chico y no tuve una conversión fuerte como la que tienen ellos, pero hay algo que mueve los corazones y hace que esa persona vuelva a sonreír. Hoy como sociedad andamos muy a las corridas, nos cuesta frenar un poco y ver lo que tenemos, este tipo de encuentros nos invita justamente a eso, frenar y vivir la vida sonriendo».

Para saber un poco más acerca de este encuentro de trans-formación, El Diario dialogó con Bárbara Pugliese, quien formó parte del grupo de 45 chicos y chicas que participaron del último camino, para conocer su experiencia. «Es bajar un poco a tierra, mirar alrededor y a uno mismo. Los jóvenes vivimos en piloto automático y la realidad es que somos un poco egoístas, nos cuesta ver lo que le pasa al otro y lo que nos pasa internamente. En lo particular este encuentro me sirvió para trabajar mi relación con mi familia, es muy lindo ver como todos salen tan agradecidos y trabajando algo que ni se les pasaba por la cabeza. Es también una linda oportunidad para que más gente se sume a los grupos juveniles, ver los cambios de todos los chicos que pasamos por estos encuentros es gratificante».

«Antes me costaba hablar de lo que pasaba con mi familia, a partir de todo esto hablarles de lo que vivo en las misiones y los encuentros es algo que disfruto mucho, me acercó más a ellos. En cuanto al camino, por más que la familia no esté con nosotros los días ahí, están involucrados en lo que pasa. Cuando volvimos notaron nuestro cambio y eso resulta gratificante para ellos, empiezan a acompañarnos en este camino y a interesarse un poco más en saber qué es lo que nos moviliza tanto siendo tan jóvenes».

Su primer contacto con los grupos juveniles de la Parroquia se dio en noviembre del año pasado, a partir de aquel momento Bárbara participa de la mayoría de las actividades que allí se realizan. «Me acerqué por intriga, estaba pasando por muchas cosas en mi vida que no le encontraba respuesta y después de buscarla por todos lados decidí anotarme en el Camino, en ese momento no entré, entonces empecé a buscar por otro lado, ahí fue donde me acerqué al grupo de la Parroquia. En el verano me comentaron que la Parroquia hacía misiones rurales, esa experiencia hizo que me termine de enamorar de todo esto, en ese momento supe que ese era mi lugar. Este es el lugar que elijo y en donde encuentro todas las respuestas que antes no tenía».

«Cuando sos chico tenés otro concepto de la religión, como algo muy estructurado, y todo esto es completamente distinto. En mi primer misión rural me pasó de ver realidades completamente distintas a la mía, estamos tan metidos en nuestro mundo que no nos damos cuenta la cantidad de gente que está esperando una visita, una charla o un abrazo. Algo puntual que me marcó en esa misión fue la interacción con los más chicos, ellos son mi debilidad, durante los tres días que estuvimos en el paraje Bosch visitamos a las familias y jugamos con los nenes, muchos de ellos trabajaban junto a sus padres y notábamos que necesitaban compañía. Además logramos que se acerquen también a las misas, algo muy difícil teniendo en cuenta su edad. De todas las veces que fui a misionar y llevar la palabra, recibí el doble de alegría, esos son los momentos que me llevaron a decir, ‘es acá donde quiero estar’», finalizó Bárbara.

MISIONES RURALES

«La idea de las misiones es caminar por los barrios, visitar a la gente y llevar un mensaje de alegría, un abrazo, una oración o simplemente pasar el rato. Si se puede dar un mensaje de Dios mejor, pero hay mucha gente que simplemente necesita ser escuchada y nosotros estamos para eso también», expresó Agustín. Este verano la pastoral juvenil realizó una misión rural en el Paraje Bosch, en donde participaron alrededor de 15 jóvenes y otro en invierno en el barrio donde se encuentra la Capilla San Cayetano, con la participación de más de 40 chicos.

«La misión es esencial al ser cristiano, nosotros por naturaleza tendemos a anunciar eso que nos hizo feliz. Anunciamos a un Dios que murió en la cruz para esperarnos con los brazos abiertos para recibir a todo aquel que quiera acercarse a la fe». Además, una vez al mes los jóvenes visitan a la Sociedad de Protección a la Infancia y los distintos Hogares de Ancianos en donde comparten un momento con jóvenes y adultos mayores para llevarles un momento de alegría.

«Nosotros vamos con un mensaje claro, ‘Dios te ama y te quiere como hijo, te abraza en tu dolor, te ayuda a cambiar y se regocija con vos en tus momentos de alegría’. Y la gente lo recibe contenta porque sabe que uno no impone nada, que creo que es algo que durante mucho tiempo hemos hecho como iglesia. En comparación con otra época, la recepción que hemos tenido este año ha sido muy linda, la gente nos recibe con mucha alegría. Incluso la gente que no quería recibir la palabra nos ha dicho que no con mucho respeto, cosa que en otros años no pasaba. Creo que pasa quizás porque hay una necesidad de fe más grande, o porque se muestran mas receptivos hacia los jóvenes que siguen este camino de fe».

«EN LA IGLESIA SIEMPRE HAY ESPACIO PARA TODOS»

«En la Parroquia tenemos un dicho que es «en la Iglesia siempre hay espacio para todos», en unos días tenemos un encuentro en Otamendi, con distintos jóvenes de la zona, y justamente el lema del encuentro es «hay un lugar para vos». Por eso en las pastorales no existen los cupos, hay lugar para todos, incluso si no estás familiarizado con la palabra de Dios o estás en contra de la iglesia, Dios ama a cada uno en particular. Hoy tenemos la gracia de tener muchos jóvenes en la Parroquia, porque cada joven que viene le cuenta a otro la felicidad que siente al venir, y no se trata de una felicidad momentánea sino plena, que va más allá de los eventos particulares».

«Cada chico tiene un motivo diferente por el cual se acerca a este tipo de encuentros, porque lo invitó un amigo, porque su familia me llevó, o porque vi a tal persona que va a estos encuentros y noté un cambio en él. Pero la principal motivación, sobre todo con los jóvenes que tienen un poco más de camino realizado, es que encontraron algo que les dió verdadera felicidad y le pudieron poner un rostro, ese es Jesús. No significa que hayan dejado de tener complicaciones, ni cosas que les cuesta en la vida, pero que encontraron un sentido y una motivación los hizo ver la vida con entusiasmo y sentido, que les trajo felicidad».

«La fe nos invita a devolverle la dignidad al humano, que va de la mano con lo espiritual. No podemos atender al alma si desde lo humano estamos destruidos. Creo que lo mejor que podemos ofrecer desde la Fe es cuidar lo humano, y eso se hace con una escucha, un abrazo, a veces a la gente les hace falta eso», concluyó Agustín.