Instituciones en crisis: la dura cara de una realidad que duele mucho
Los problemas económicos a los que las instituciones de Balcarce deben hacer frente en forma casi permanente son, lamentablemente, moneda corriente.
Todas, sin excepción suelen recurrir a la buena voluntad de la comunidad para su subsistencia, lo que sumado el denodado trabajo que llevan adelante sus respectivas comisiones directivas y grupos de voluntarios permite apuntalar a las entidades que en muchos casos, viven tan solo el presente, el día a día, ya que de cara al futuro el panorama es más que sombrío.
En las últimas horas, fue desde el Centro de Día Arco Iris, donde se salió a mostrar una realidad tan seria como preocupante.
Por un lado, los pagos del IOMA no llegan como corresponde, hay grandes atrasos al igual que ocurre con las becas de Provincia que reciben algunos de los concurrentes.
Esto por lógica debilita a grado extremo las ya desestabilizadas arcas de la entidad.
Para completar el poco alentador panorama se suma ahora la escasa venta de la rifa que el Centro tiene en circulación, que a decir del propio presidente, Gerardo Fernández «no está dando los resultados esperados». Lo concreto es que las arcas de la entidad comienzan a mostrar vacíos cada vez más difíciles de llenar.
El panorama no difiere en nada a lo que sucede en la inmensa mayoría de las entidades de similar tenor: los números no cierran.
La rifa, el bono contribución, el lechón móvil, la pollada, las ferias americanas y otros tantos recursos recaudatorios han sido «salvavidas» que les han permitido y les permiten mantenerse a flote, pero no obtener una solución de fondo de los problemas económicos. Y la situación se ha tornado más que compleja, porque ahora los flacos bolsillos, obligaron a muchos a restringir las colaboraciones. Además la proliferación simultánea de ofertas de ese tipo hace que, salvo contadas excepciones, esos recursos no solo no sean beneficiosos para las instituciones, sino que además en algunos casos, provoquen un acercamiento al abismo para los organizadores.
Cabe por lo expuesto preguntarse ¿en qué quedó el varias veces anunciado control desde el Municipio para regular la realización de eventos?
Otorgar turnos permitiría ordenar y a la vez allanar el camino a las instituciones. Cada una sabría que en el momento que organiza algo (rifa o evento) no tendría competencia o ésta sería mínima y a la vez el Municipio podría ejercer un mejor control de cada acción que con fines solidarios se lleva adelante.
Cuando comienza a reinar el descontrol, quizás sea el momento de que alguien se anime a poner un freno, no para prohibir ni para coartar la libertad de nadie, sino para ordenar en beneficio de todos.
No sería ésta, sin dudas, la solución mágica a las dificultades monetarias de ninguna institución pero quizás sí acercaría cierta certeza de buenos resultados de la propuesta que se haga.
