Historias que sostienen a la comunidad: compromiso, solidaridad y trabajo silencioso
El Rotary Club Balcarce Cerrito reunió este fin de semana a autoridades, familiares, representantes de instituciones y vecinos en el Hotel Balcarce 646 para celebrar una nueva jornada de reconocimiento destinada a destacar el compromiso social de distintos actores locales. Bajo la consigna “Reconocer es valorar y agradecer”, la institución volvió a poner en escena uno de sus gestos más significativos: reconocer aquello que no siempre se ve, pero que transforma vidas.
En esta oportunidad, los homenajeados fueron cuatro referentes de distintas áreas del quehacer comunitario: Silvio Cattaneo, presidente de la Asociación de Bomberos Voluntarios; Alejandra Yommi, presidenta del Banco de Alimentos; Cristina Sánchez, referente social de Napaleofú e Iván Cuenca, reconocido impulsor del Plan de Forestación y miembro activo de Haciendo Senderos y del Club de Leones.
Cada uno, desde su lugar, encarna valores de servicio, resiliencia, compromiso y vocación. El Rotary Club resaltó que la iniciativa nació para “agradecer a quienes trabajan en silencio, sin esperar nada a cambio, pero dejando huellas profundas en la vida colectiva”.
SILVIO CATTÁNEO, TRABAJO VOLUNTARIO Y LIDERAZGO
Entre los homenajeados, la figura de Silvio Humberto Cattaneo se destacó por su doble pertenencia al mundo productivo y al de las instituciones de servicio. Nacido en Mar del Plata en 1964, Cattaneo llegó a Balcarce en 1982 para estudiar Agronomía, y desde entonces quedó definitivamente vinculado a la ciudad. Con una vasta trayectoria profesional en el sector agropecuario —docente universitario, integrante de INTA, gerente, asesor técnico y formador—, su compromiso sumó una dimensión decisiva cuando en 2012 su hijo ingresó como bombero voluntario.
Ese acercamiento inicial lo llevó en 2018 a sumarse al Consejo Directivo de la Asociación, primero como revisor de cuentas, luego como secretario general y más tarde como presidente, renovando mandato para el período 2024-2026.
Su gestión se destacó por avances concretos y de gran impacto para el cuerpo activo: la adquisición de una unidad forestal MAN 4x4 —y otra en camino—, dos unidades livianas equipadas para incendios forestales, además de importantes compras de herramientas, materiales y equipos de protección personal. Asimismo, promovió convenios clave con el Municipio, entre ellos la cesión del predio de Avenida Centenario y 55 para construir un Centro de Entrenamiento modelo en la Provincia.
Otro acuerdo permitió el traspaso de la Plaza "Carlos Gardel" de Del Valle y 2 y la escrituración de terrenos para seis bomberos. Bajo su presidencia, la institución consolidó una estructura que hoy cuenta con 70 bomberos activos, 31 en reserva, 15 cadetes y un parque automotor de 19 unidades entre el cuartel central y el destacamento de San Agustín.
El Rotary subrayó que “su vocación de servicio, su capacidad de gestión y su compromiso con el fortalecimiento institucional de los Bomberos Voluntarios representan un ejemplo inspirador”. E invitó a los vecinos a asociarse a la institución: “Apostar al cuartel es invertir en nuestra propia seguridad”.
ALEJANDRA YOMMI, VOCACIÓN INAGOTABLE
La segunda homenajeada fue Alejandra Yommi, referente del Banco de Alimentos de Balcarce, institución que preside y que sostiene un trabajo vital para más de 1.200 personas de la ciudad a través de 20 organizaciones e instituciones.
Su distinción se fundamentó en una trayectoria marcada por la dedicación al otro, incluso más allá de las exigencias de la vida laboral y familiar. Yommi ha sido impulsora de proyectos técnicos relevantes —como la denominación de origen para el kiwi o la escuela de formación de graduados—, y paralelamente, su vocación solidaria la llevó a involucrarse activamente en la parroquia, en grupos juveniles, en el Movimiento Familiar Cristiano y en distintas iniciativas comunitarias.
Su trabajo en el Banco de Alimentos va mucho más allá de repartir comida: la institución desarrolla capacitaciones en manipulación segura, promueve el acceso a productos de calidad nutricional y articula donaciones que incluyen frutas y verduras recuperadas del cinturón frutihortícola bonaerense.
Frente a la escasez de productos básicos —harina, aceite, leche, fideos—, la organización sostiene campañas como las cajas navideñas solidarias, remates, la cena anual y jornadas técnicas. Todo esto con el esfuerzo de 25 voluntarios que mantienen en marcha una estructura que se nutre casi exclusivamente del compromiso desinteresado.
El Rotary destacó que Alejandra “encarna una vocación que no tiene horario, trabaja todo el día, llega a su casa, continúa con sus responsabilidades familiares y aun así encuentra energía y voluntad para seguir ayudando a los demás”.
La institución también valoró el apoyo constante de su marido Guillermo y cerró con una frase que resume el espíritu del homenaje: “Alejandra, en nombre de toda la comunidad, gracias. Sepa Dios devolverte tanto bien”.
Durante la ceremonia, Alejandra Yommi tomó la palabra y rápidamente centró su intervención en la realidad social que enfrenta la ciudad y en el trabajo que realiza el Banco de Alimentos. Con un tono directo y transparente, recordó que “todos los días trabajamos para llevarle un plato de comida a la gente que no puede comer o tiene una situación complicada”.
La sala se mantuvo en silencio mientras describía un panorama difícil para muchas familias vulnerables que no logran cubrir las necesidades básicas de sus hijos. Allí, sostuvo, radica el impulso que mantiene en funcionamiento al Banco de Alimentos.
Yommi destacó especialmente el rol de los voluntarios, quienes —remarcó— ponen a disposición “lo más valioso que tenemos: el tiempo”. Señaló que ese compromiso se sostiene incluso cuando no conocen personalmente a quienes ayudan, pero comprenden la magnitud de la necesidad. “Ponemos lo que sabemos hacer, nuestro tiempo, nuestra voluntad”, afirmó, antes de reconocer que muchas veces se atraviesan momentos difíciles, aunque todo lo que entregan “vuelve con creces”.
La referente aprovechó el reconocimiento para convocar a la comunidad a sumarse al Banco de Alimentos y a otras instituciones que trabajan por el bien común. Agradeció también a su familia, presente en el acto, excepto sus cuatro hijos, que se encontraban participando de un retiro.
Antes de concluir, dejó una invitación simple pero contundente: “Los invito a ser solidarios, a pensar en el otro”.
LA FUERZA DE LA COMUNIDAD EN UN PUEBLO QUE CRECE EN SOLIDARIDAD
La tercera homenajeada fue Cristina Sánchez, vecina de Napaleofú, localidad que reparte su territorio entre Balcarce, Lobería y Tandil cuya identidad rural se expresa en la vida de su gente. Cristina creció en la zona de La Alianza, colaborando desde niña en las tareas del hogar y del campo, aprendiendo los valores de responsabilidad, honestidad y trabajo que marcaron su historia.
Ya instalada en Napaleofú junto a su familia, continuó esa vocación por el servicio comunitario: durante más de diez años fue tesorera de la cooperadora de la Escuela Primaria 26 y actualmente ocupa el mismo cargo en el Centro de Jubilados “Los Amigos de Napaleofú” y en el Club “Defensores”. Además, participa activamente en múltiples actividades locales, eventos y espacios de organización comunitaria.
Apasionada por la parquización y los árboles, tiene un proyecto que sueña concretar: un plan de forestación para su pueblo que involucre a niños y adultos, fortaleciendo la educación ambiental y los beneficios ecológicos para la comunidad.
El Rotary enfatizó que Cristina representa fielmente los lemas rotarios “Servicio es mejor que beneficio” y “Dar de sí antes de pensar en sí”, valores que justifican plenamente su reconocimiento.
UN DEFENSOR DEL MEDIO AMBIENTE
El cuarto homenajeado fue Iván Cuenca, figura ampliamente reconocida por su trabajo en forestación, conservación ambiental y educación comunitaria. Su historia personal —que comenzó en Necochea, se moldeó en San Clemente y se proyectó definitivamente en Balcarce desde 1990— está atravesada por el vínculo profundo con la naturaleza.
Desde su adolescencia, cuando ingresó a la escuela agrícola de Miramar, su camino quedó marcado por la convicción de que la tierra no es solamente un entorno, sino un llamado. Como ingeniero agrónomo, Cuenca no solo recorrió campos: construyó una mirada que hizo de la forestación una causa de vida.
Fue pionero en promoverla en Balcarce cuando casi nadie hablaba del tema. Ofreció charlas, acompañó proyectos, inspiró a generaciones de estudiantes y vecinos. A través del grupo Haciendo Senderos, impulsó el desarrollo y cuidado de los senderos serranos, hoy convertidos en uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad. También es miembro activo del Club de Leones, adonde ingresó en 2021 y desde donde lleva adelante acciones de asesoramiento ambiental y actividades educativas.
Para muchos, Iván no solo planta árboles: “planta futuro”. Con pensamiento de vanguardia, espíritu aventurero y una sensibilidad profunda hacia la tierra, su legado combina acción, visión y compromiso. El Rotary destacó, además, su papel como padre de Uma y Teo y compañero de Mariela, describiéndolo como “un hombre de valores firmes, que inspira sin hacer ruido y demuestra que todo se puede cuando se trabaja con pasión”.
En su discurso, Iván Cuenca repasó con emoción los más de 16 años dedicados a la forestación urbana en Balcarce. No ocultó que los reconocimientos lo incomodan un poco, aunque admitió que esta distinción significó “una caricia”. Ese fue el punto de partida para reflexionar en voz alta sobre la trayectoria que inició junto a un pequeño grupo de agrónomos que buscaba aportar algo a la ciudad.
“Soy un apasionado, siento mucho amor por los árboles”, expresó. Y explicó que, cuando el impulso nace desde lo profundo, “hay que manifestarlo”. Aun cuando llevaba preparada una presentación técnica, prefirió no utilizarla y describir verbalmente la importancia del arbolado urbano: oxígeno, regulación térmica, mitigación del viento y un aporte clave frente a la crisis climática.
Cuenca recordó la reciente jornada provincial sobre riesgo de arbolado urbano, organizada tras los episodios de caída de árboles en la Plaza Libertad. Señaló que, aunque no hubo víctimas, sí se registraron daños materiales, y destacó el trabajo que se realiza para corregir y replantar toda la Plaza. Hoy, estimó, Balcarce planta entre 150 y 500 árboles por año: “Capaz que nadie los vio o no les interesa, pero sepan que hay un montón de gente detrás”.
El agrónomo también agradeció a su familia por acompañarlo pese a las horas que dedica al proyecto. Y compartió una de las iniciativas más queridas de su trayectoria: el “Árbol de los Deseos”, creado hace años en jardines de infantes. Su hija, que hoy tiene 16 años, tenía apenas cuatro cuando participó del primero. Los niños dejaban sus deseos al pie del árbol y se les decía que, a medida que creciera, esos deseos también lo harían.
La experiencia se multiplicó en varias instituciones y aún hoy esos árboles pueden visitarse. Antes de cerrar, Cuenca agradeció al Rotary por la distinción y dejó un mensaje que resumió su filosofía de trabajo: “A plantar más árboles. Esto es por todos y para todos.”
UN CIERRE QUE CELEBRA EL SERVICIO A LA COMUNIDAD
La ceremonia concluyó con palabras de felicitación a los cuatro homenajeados y un agradecimiento especial a las instituciones que representan. El Rotary Club Balcarce Cerrito subrayó que estos reconocimientos buscan visibilizar historias que inspiran y recordar que el tejido social se construye gracias a personas que, de manera silenciosa y constante, trabajan para mejorar la vida de otros.
La jornada dejó un mensaje claro: una comunidad se fortalece cuando honra a quienes la sostienen desde el compromiso, la voluntad y el ejemplo cotidiano. Y Balcarce —una vez más— mostró que tiene en sus instituciones y en su gente el mejor capital para proyectar un futuro común.
