Hijos de Luis A. Espinoza: cien años de historia

Hijos de Luis A. Espinoza: cien años de historia

Virginia Espinosa, tercera generación al frente de la inmobilairia. La acompañan su hija Sol; su esposo Daniel Herrada y su madre, María Esther Ivars

Corría el año 1920 cuando Luis Antonio Espinosa fundó la inmobiliaria, hoy la más antigua en Balcarce. Su hijo Lenín fue el continuador de la firma desde la década del cuarenta hasta los años noventa. Cuando él comentó en el seno familiar que al acceder al beneficio jubilatorio la firma iba a desaparecer, su hija lo evitó. Soñó Virginia, y lo logró, ser vendedora de ilusiones y realizadora de sueños cuando se convirtió en martillera en 1990.

Hijos de Luis A. Espinosa, la tradicional y reconocida firma martillera de Balcarce, llega a su centenario a través de la tercera generación, lo cual no es nada común en los tiempos que corren.

Virginia es la continuadora de la empresa familiar que vive de manera particular este momento junto a sus seres queridos. Sentada junto al escritorio, en la oficina que atesora imborrables recuerdos, repasa cartas, escritas solemnemente con pluma y tinta; autorizaciones, contratos y boletos que ponen en evidencia las distintas épocas transcurridas. Está la infaltable máquina de escribir Mignon con un sistema muy antiguo y la clásica Remington que luego fue reemplazada por la computadora.

"El tiempo que insumía la comunicación postal o telefónica dista mucho de la velocidad actual con la que nos relacionamos con los clientes", dice con una sonrisa la hija del recordado y querido Lenín.

UN POCO DE HISTORIA

Describió que la firma comenzó a funcionar en calle 32 (luego avenida Suipacha) entre 17 y avenida del Valle (luego Uriburu y actualmente Favaloro) y años más tarde se trasladó a 17 entre 34 y 36. "Ganó rápidamente un gran prestigio merced a la recomendación de quienes habiendo concretado negocios con mi abuelo Luis Antonio, quedaban muy satisfechos con su intervención. Contaba con los asesores letrados Urbano Eyras y Silvio Ruggeri, de los Tribunales de Dolores y La Plata. Se incorporó luego uno de sus seis hijos, Luz Osmán, apodado 'Coco' y en 1940 lo hizo mi papá, Lenín Delki, con el Registro 115. Siete años después adquieren una propiedad en calle 17 entre 14 y 16, donde sigue funcionando la inmobiliaria", resumió la martillera.

El crecimiento que tuvo la firma, que efectuaba remates, hipotecas y seguros, permitió que tuviera una sucursal en Mar del Plata, bajo la responsabilidad de "Coco" con el registro número 42.

En una entrevista que hace diez años El Diario le hizo a Lenín, expresó: "Me dijo Virginia que iba a estudiar para convertirse en martillera pública. Así lo hizo y puedo decir orgulloso que es una digna sucesora de lo que inició mi padre (Luis Antonio) porque veo cómo trabaja y se comporta. Tiene la misma conducta que yo le inculqué: la honradez a la hora de hacer negocios".

ORGULLO DE LA FAMILIA

Ella hoy sigue trabajando bajo la Matrícula 2545. "Me sentí orgullosa de trabajar y aprender junto a papá, quien incansablemente, con entusiasmo y honestidad acercaba a las partes para que quedaran conformes con el negocio. La última operación de compraventa que hizo antes de fallecer en 2011, a los 91 años a causa de una neumonía, fue la de un chalet ubicado en calle 55 casi avenida Dorrego. Seguía hasta ese entonces estando plenamente activo, revisando campos y manejando su vehículo. Si bien aún los fines de semana desplegaba su labor con placer, nunca descuidó a su familia. Y un gran sostén para él fue mi mamá María Esther Ivars, la responsable de la atención en la oficina y de los papeles, en especial la administración de los alquileres. Actualmente solo me dedico a la compraventa de propiedades", relató..

En su repaso acerca de la centenaria y rica historia de la inmobiliaria, Virginia Espinosa mencionó algunas de las muchas operaciones importantes concretadas. Fueron ellas, por ejemplo, la venta de 5.089 hectáreas de "La Sara", 1.384 has. de "El Bonete ", 844 has. de "La Morita" en Lobería , 592 has. de "La Confusión ", 479 has de "La Soleada" y fracciones del campo "El Cerro" de Clotilde Bosch.

- Fuiste una de las primeras mujeres en ejercer la profesión. ¿Cómo ha sido esta tarea de tratar de romper con el predominio de los hombres?

- En mis comienzos no noté resistencia por ser mujer. Lógicamente los clientes preferían hablar con papá hasta que fueron conociéndome y se dieron cuenta que podían tratar con ambos. Hoy continúa siendo una empresa familiar en la que tanto mi hija Sol, colaborando en lo administrativo, mi esposo Daniel Alberto Herrada brindando asesoramiento en lo rural y mis sobrinos como ingenieros agrónomos y contador público, permiten que perdure la tradición de trabajo en equipo.

- La actividad va de la mano de la economía y sus vaivenes. ¿Cómo describirías el momento actual?

- En medio de la crisis se dificulta la tasación de inmuebles por los constantes vaivenes del mercado cambiario. Las operaciones en Balcarce y en el resto del país se realizan, en su mayoría, en un valor inferior de aproximadamente entre un 20 y 30%. Hay pedidos de campos, que siempre se presentan como un lugar seguro en donde invertir el dinero, para producir granos y carnes. También la situación actual ha aumentado la demanda de quintas con fines de vivienda permanente.

JERARQUIZAR LA PROFESIÓN

Por último, la martillera Espinosa, al frente de una firma centenaria, no se aparta de la línea de conducta que trazaron sus antepasados y que la ha llevado a este presente. "Nuestra intención siempre ha sido jerarquizar la profesión, actualizándonos, trabajando con honestidad, ética y sincera entrega para que las operaciones sean beneficiosas para ambas partes", afirmó. Y cerró la nota con una frase que acuñó su padre: "La mejor publicidad es la que hacen de nosotros los clientes".