«Este dolor no me lo saca nadie», afirmó su madre «Puchi» Itza
«Sigo confiando en la Justicia», aseguró «Puchi» Itza, que aguarda la resolución del juez ante el pedido de elevación a juicio oral y público de la causa por la muerte de su hijo
La pérdida de un hijo o hija es la más aberrante de las circunstancias que puede resquebrajar todos los aspectos de la vida de una persona. A medida que crecemos nos vamos preparando para la muerte de los que van envejeciendo, nuestros padres y abuelos, pero nadie nos prepara ante la remota posibilidad de que alguien más joven que nosotros muera y mucho menos si se trata de un hijo.
Los diccionarios de la lengua castellana no indican palabra aún que defina a la pérdida de un hijo: quien se queda sin padres es huérfano, quien pierde a su cónyuge es viudo pero ¿cómo se le dice a quién perdió a la persona que marcó en su vida la continuidad de su propio ser?
Por múltiples motivos, la muerte de un hijo es un duelo difícil de llevar. El próximo martes 26 se cumplirá el primer aniversario del fallecimiento de Julio Nario. Fue encontrado sin vida en el interior de su casa.
CONMOCION EN LA CIUDAD
Era una noche fría y lluviosa. Un llamado telefónico recibido en la guardia del cuartel central de los Bomberos Voluntarios minutos después de las 20 fue el primer alerta sobre un extraño episodio ocurrido en el interior de una finca de calle 19 entre 24 y 26.
La puerta de acceso principal estaba abierta, las luces encendidas. Había también un desorden descomunal en la habitación. Y allí, sobre el piso, estaba el cuerpo sin vida de Julio Nario (51 años), un conocido vecino.
El misterio de inmediato se adueñó del hecho. Horas más tarde la autopsia reveló que Nario tuvo una muerte traumática a causa de un paro cardiorrespiratorio, además de sufrir traumatismos múltiples de cráneo y contusiones en el tórax.
A mediados del mes pasado, el fiscal Rodolfo Moure le solicitó al juez de Garantías Nº 1 de Mar del Plata, doctor Daniel De Marco, el correspondiente pedido de elevación a juicio oral y público de la causa por la cual se investiga esta muerte, en circunstancias aún no aclaradas.
Cabe recordar que por este hecho estuvieron detenidos por espacio de treinta y tres días Daniel Molina y Omar Telechea hasta que el propio juez De Marco determinó que fueran liberados por «falta de mérito». No obstante, continuaron ligados a la causa hasta que Telechea fue sobreseído, no así Molina en virtud de que en su poder se encontró un cortaplumas propiedad de la víctima.
EL DOLOR DE UNA MADRE
El destino quiso que aquel 26 de junio del año pasado, María del Carmen «Puchi» Itza, mamá de Julio, se encontrara en España disfrutando de la compañía de su hija y el resto de su familia, radicados desde hace varios años. Allí recibió la triste noticia
«Recuerdo que estaba en un lugar de veraneo, a unos 40 kilómetros de Valencia, donde reside mi hija María Julia. Fue un shock terrible. Primero te preguntás porqué y luego qué hago, o mejor dicho qué esperan los demás que uno haga. En la vida aprendí a que uno no tiene que esperar nada del otro. Después de algunas horas de reflexión hablé con mi otro hijo Agustín, que se encontraba aquí. Le dije que no podía solucionar absolutamente nada. Intimamente tampoco la quería dejar sola a María Julia. Así que preferí quedarme en España, decisión que compartió Agustín que aquí estaba acompañado por su familia y muchos amigos, los cuales le brindaron la contención necesaria. Eso me hizo bien», le contó «Puchi» a El Diario.
A ella, la vida le puso piedras en el camino. Las sorteó de la mejor manera posible lo cual la fue fortaleciendo en su espíritu. Pero tiene muy en claro que «no hay nada que supere el fallecimiento de un hijo. Soy partidaria de que el tema de la muerte debe hablarse. No hay que volcarse hacia el interior de uno y encerrarse. La muerte no es un tema tabú para mí. Recuerdo que lo hablaba con Julio. Está dentro de la vida el tema de la muerte y por ese debe hablarse».
A los 29 años, «Puchi» sufrió el primer gran dolor con la muerte de su esposo. Julio y Agustín eran pequeños -9 y 3 años, respectivamente- y María Julia estaba a punto de nacer. «Lo sucedido -subrayó- hizo que debiera rearmar mi vida. La muerte de un ser querido es brava, y la de un hijo más aún. Me pregunté una y otra vez qué hago ahora. Sabía que tenía que seguir viviendo. Empecé entonces a convivir con la muerte porque hay que salir adelante. Al menos así lo entiendo yo».
EL MISTERIO RODEA LA MUERTE DE JULIO
A casi un año de un hecho que conmocionó y sacudió a la comunidad, el mismo permanece sin resolverse. Versiones hubo muchas como también múltiples opiniones a través de las redes sociales manifestando su dolor pero también la impotencia, bronca y deseo de terminar con la violencia. También se echaron a rodar hipótesis, carentes de sustento varias de ellas.
Por el momento, lo concreto es que hay un pedido para que este caso llegue a juicio oral y público, y un sospechoso. «La Justicia tiene sus tiempos. Como lo dije desde un principio, prefiero que tarde un poco más pero que se encuentre al culpable. Ese es mi deseo. Por eso quiero que se investigue como corresponde. Creo que se desaprovecharon las primeras horas de conocido el caso. Hay muchas dudas sobre cómo entraron y si fue con fines de robo, por ejemplo. A través de las redes sociales se dijeron muchas cosas, que no leí pero me comentaron. Si consumía marihuana o tenía en su poder, era motivo suficiente para que le pasara lo que le pasó, daban a entender. Creo que estamos equivocados. Así no vamos a avanzar nunca como sociedad».
- ¿Tiene usted su propia hipótesis de lo que ocurrió aquella noche trágica?
- A Julio ya le habían robado en su propia vivienda. Habían entrado una vez por atrás y en una segunda ocasión no pudieron concretar el ilícito. El era miedoso pero a la vez muy confiado. Pero a pesar de ello se reía de mí porque en mi casa tengo muchas rejas de seguridad. Me decía que un día no iba a poder salir de la casa.
- ¿Cómo sobrelleva semejante dolor?
- Yo en la vida me hice fuerte. Siempre digo en broma que soy hija única con dos hermanos mayores. Me llevaban 16 años. Me casé joven, además. Y cuando te quedás sola con los tres hijos, te hacés fuerte o la sociedad te entierra, te come. Eso fue lo que me fortaleció. No quise hablar en su momento por lo que le ocurrió a Julio y pedí disculpas. Encontré un silencio maravilloso estando con mi hija. Pero así es la vida. No me gusta impulsar movilizaciones. Si bien siempre pienso en positivo, este dolor no me lo saca nadie. Sigo confiando en la Justicia, no quiero interferir en ella. También en la abogada Dolores Sánchez Azcárate que está llevando adelante las actuaciones. Yo tengo mi hipótesis y se la he dicho al fiscal. Yo fui quien le regaló a Julio la cortaplumas, que la traje de España, y la Policía encontró en poder del imputado. También entiendo que ese primer llamado telefónico a los bomberos era una gran prueba. Hubo además un cambio de chip en el aparato, se habló de una mujer captada en unas imágenes también.
Pero, insisto, nadie me lo va a devolver con vida. Lo vivo en el recuerdo. Nada mejor que mantener a alguien vivo recordándolo en forma permanente. Claro que uno tiene bronca. Y sus amigos también. Ojalá que el juez apruebe la llegada de esta causa al juicio oral. Mientras tanto, la vida sigue y yo la sigo viviendo por Julio y por los demás.
