El singular método Morgera, el chasista de Mangoni
Alejandro Morgera es el chasista de Santiago Mangoni, entre otros pilotos que se desempeñan en las distintas categorías del automovilismo nacional. Habló sobre cómo son sus tareas y sobre la forma de trabajar que tiene hoy con el auto del piloto local en el JP Carrera.
No es un especialista del estilo tradicional de Alberto Canapino y Christian Ávila. De hecho, él reconoce que se convirtió en chasista más por decantación que por vocación. Su verdadera profesión es la de entrenador físico y mental de los pilotos, una actividad que Alejandro Morgera inició hace más de una década.
El chasista de Santiago Mangoni desembarcó en el automovilismo de la mano de Franco De Benedictis cuando el piloto necochense comenzó su camino en el TC Pista Mouras y se describe como "técnico electromecánico, técnico en televisión y sistemas digitales. Además es estudiante de electromedicina y, por autodidacta, amante de la neurociencia y la psicología aplicada al deporte" y en charla con Solo TC comentó sobre su trabajo en este momento y la incorporación de Mangoni al JP.
Hoy en día su actividad se divide en varias partes, por un lado se dedica a la atención técnica del Chevrolet de Mangoni y al mismo tiempo brinda asesoramiento externo en los autos de Nicolás Impiombato, Tomás Brezzo, Emmanuel Pérez Bravo y Juan Perea. Pero eso no es todo, ya que también oficia de director deportivo de Baltazar Leguizamón y próximamente volverá a trabajar con Franco De Benedictis, quien planea debutar en el TC Pick Up.
NUEVA ETAPA EN EL JP JUNTO CON MANGONI
Hace unos meses cuando Santiago Mangoni recibió la oferta de Gustavo Lema para que manejara el Chevrolet que había dejado libre Guillermo Ortelli, una de las condiciones que puso el piloto fue que el JP Carrera también contrate a Morgera.
De este modo, el especialista marplatense retornó al equipo donde ya había trabajado anteriormente como ingeniero de pista. Ahora Alejandro se ocupa de la atención en el chasis junto con el ingeniero Ariel Lucesoli, a quien ya lo conocía de la etapa anterior. "Tenemos una gran relación con Ariel y nos entendemos perfecto. Yo llevé mi receta que es la misma con la que veníamos trabajando en el auto de Santiago y la mezclamos con la receta que tenían ellos. Así armamos un combo técnico", describió a Solo TC, agregando que él cuenta con una ventaja y "es que yo conozco el estilo de Mangoni y lo que necesita para ir rápido, así que en ese aspecto acortamos el camino", agregó.
El debut del piloto local se dio en el autódromo de Buenos Aires obteniendo un muy buen resultado ya que finalizó cuarto y generó gran expectativa y la obvia comparación con el flojo rendimiento que había tenido Ortelli con esa misma Chevy.
"No se pueden hacer comparaciones porque son dos estilos de manejo diferentes. No todo es tan lineal como se cree. Vos ponés a dos pilotos a manejar un mismo auto y quizás hacen el mismo tiempo en el cronómetro, pero la puesta a punto para cada uno es diferente. Lo viví un montón de veces: a uno le gusta que el auto vaya más de trompa, al otro más de cola, a uno le gusta mover las manos, al otro no", explicó.
Para Morgera, volver a trabajar en un equipo grande como el JP Carrera resulta todo un desafío, aunque sabe que también hay riesgos que debe afrontar. "Sobre todo porque al haber tantos ingenieros estás obligado a trabajar a un nivel muy alto, porque a la primera de cambio sos el primer fusible que se va a cambiar. Yo vivo cada carrera como si fuera la última", cerró el especialista.
SU OTRO ROL
Por otra parte, Alejandro Morgera brinda entrenamiento físico y mental en su casa de la ciudad de Mar del Plata a distintos pilotos para que puedan rendir al 100% en la pista. Su sistema de trabajo es poco convencional, porque sus sesiones implican una charla previa, como una sesión de terapia habitual, y luego pasan a la preparación física, donde ensayan sobre el Simulicar, un simulador que construyó sobre la base de un Ford que utilizó Emanuel Moriatis en 2002 y que acomodó con el paso de los años. Este sistema es único en Sudamérica.
"La idea surgió para que los pilotos se ahorren los altos costos de realizar pruebas en la pista, sobre todo para los chicos que recién están empezando en la actividad", contó y agregó que el piloto se sube al simulador con el buzo, los guantes y el casco como si estuviera en un ensayo o en la carrera misma. Percibe las mismas sensaciones: la dureza del volante, el olor a nafta o aceite, el ingreso de los gases al habitáculo y hasta el olor a caucho quemado cuando bloquea los neumáticos. Incluso simulan la temperatura a la que están expuestos durante la competencia.
Con respecto a cómo son las charlas Morgera indicó que "cada 'sesión' arranca como una charla de psicología habitual en una oficina que tengo al lado del simulador. Hablamos de lo que pasó el fin de semana de carrera, qué sintieron, qué estuvo bueno y qué no. Después de eso pasamos al simulador, donde además de girar vueltas de clasificación o de carrera, realizamos ejercicios mentales donde trato de generar el mismo nivel de estrés y adrenalina que viven en un auto de verdad. Cuanto más tiempo están sometidos a ese nivel, más rápido pueden resolver situaciones límites que después se trasladan a la pista. Y cuando eso ocurre les resulta más fácil poder resolverlas porque químicamente están más estables", explicó.
Actualmente tiene más de 10 pilotos que lo visitan regularmente en su casa. Aunque su trabajo es poco divulgado, de algún modo, porque la mayoría de los pilotos que trabajan con él prefieren no dejarlo trascender.