Dejó una vida acomodada en Luján para cumplir un sueño en Balcarce
Tomás Pettigrew y su esposa Dolores, junto a sus tres hijas, decidieron cambiar de estilo de vida y cumplen su sueño en Balcarce
Un viaje a Balcarce para disfrutar del paisaje serrano y la belleza natural de la laguna "La Brava" constituyeron el empuje final hacia una decisión que venía siendo analizada en el ámbito familiar.
Era un cambió pronunciado el que Tomás Pettigrew, su esposa Dolores Perissé y sus tres hijas se aprestaban a enfrentar en cuanto a sus hábitos de vida. Era dejar de vivir en un barrio cerrado en Luján para venir al campo a trabajar en un nuevo emprendimiento y que incluía una forma diferente de criar a sus hijas.
“Yo observaba entre mis pares, y en esto me incluyo, que si bien trabajábamos en cargos redituables, estábamos todos realmente muy alejados de lo que verdaderamente era nuestra pasión y eso empezaba a hacer cada vez más ruido en mis pensamientos”, le contó Pettigrew al colega La Nación.
Esta historia de vida tomó trascendencia a través de ese medio y luego en redes sociales. Los protagonistas decidieron radicarse en Balcarce. Arrendaron 20 hectáreas, junto a la laguna "La Brava", para hacer ganadería regenerativa.
“Siempre fui un apasionado por la ganadería, pero me había sido difícil insertarme en esa actividad. Me la pasaba leyendo y hablando de vacas, pero las oportunidades siempre salían para el lado de la agricultura”, señaló.
Pero hubo un cambio. En 2013 empezó a asesorar al dueño de un campo en Necochea. Y en esas circunstancias obrevino una oportunidad que cambió su vida para siempre como también la de su familia. Encontró la posibilidad de hacer su propio camino en un campo explorando en el pastoreo racional, una técnica agroecológica con la cual se logra maximizar la producción de pasto, sin el uso de agroquímicos ni fertilizantes químicos. Cinco años más tarde, quizás porque lo había deseado con todas sus fuerzas, Tomás de pronto tuvo ante sus ojos la posibilidad que lo había impulsado durante tantos años.
Y así, tres años después, decidieron vender su casa y radicarse junto a la laguna. Había surgido la posibilidad de llevar adelante desde cero un proyecto de pastoreo racional. “Era una alegría para mí, pero también significaba dejar atrás mi trabajo como asesor agrícola, despedirnos de nuestra familia, de nuestros amigos y de la vida que conocíamos. Pero lo más difícil iba a ser averiguar si mi esposa, mis hijas y yo nos íbamos a adaptar a nuestra nueva vida, sin ninguna de las comodidades a las que estábamos acostumbrados”.
La mudanza fue todo un desafío. La casa a la que se trasladaron estaba deshabitada hacía varios años, corría el mes de junio y el invierno se hacía notar. “Cuando comunicamos nuestra decisión a nuestros pares, familiares y entorno, nos dijeron que estábamos locos. No podían entender lo que habíamos hecho. ¿Vendiste tu casa?, me preguntaban incrédulos. Lo que hicimos fue romper preceptos establecidos por la sociedad en la que estamos inmersos: vender la casa, sacar a nuestras hijas del colegio privado al que iban y anotarlas en una escuela rural. También dejamos un trabajo redituable para ir a un campo a hacer un proyecto de pastoreo racional y dejamos de andar en camioneta a arrancar el día subido a un tractor con tres grados bajo cero”.
Al vender la propiedad y reducir los costos de vida al mínimo, también comenzaron a apreciar lo simple y contar con dinero para realizar una serie de inversiones en diferentes rubros. “Algo en lo que estamos convencidos con mi mujer, es que cuando uno decide realizar un cambio radical, y le pone el empeño que corresponde, el mundo se encarga de hacer el resto. Las oportunidades aparecen, conocés gente nueva. Ese cambio trae otros que no sabías que podían aparecer, y es todo ganancia en vivencias y aprendizaje. Mi mujer es una compañera de fierro, y una ávida entusiasta para todo lo que emprendemos. Me ayuda mucho en el campo, y aporta ideas y mejoras permanentemente, es una mujer de gran inteligencia práctica. Aparte es una experta en criptoactivos: asesora y ayuda en ese difícil mundo”.
Crianza en el campo y la clave del éxito
La vida cambió sustancialmente y la disfrutan. Se levantan a las 6 de la mañana. Tomás inicia el día recorriendo la parcela en donde se encuentran las vacas y se ocupa de sus cuidados. En cuanto finaliza con esa tarea, vuelve a la casa a desayunar mientras sus hijas se preparan para ir a la escuela. Las lleva y a su regreso, confecciona la o las parcelas que serán necesarias pastorear a lo largo del día y de acuerdo al momento del año, y el estado del pasto y los animales. En su Instagram @tomaspettigrew se pueden conocer más detalles del emprendimiento.
En cuanto a la educación de sus hijas, asegura que la decisión fue absolutamente positiva. Cambiaron el colegio privado de doble escolaridad, por una escuela rural (EP N° 24). “Ahora el inglés se los enseñamos en casa y estamos muy pendientes de que nuestras hijas accedan a todas las oportunidades que tuvimos nosotros. Y mientras tanto compartimos tiempo de calidad con ellas todos los días”.
Tomás afirma que el éxito más grande es poder estar criando a su familia en este entorno sano y feliz, pero también tener la posibilidad de trabajar en lo que lo apasiona. “Creo que eso es clave, la felicidad de todos los días de salir y encontrarme en el lugar donde quiero estar, haciendo lo que quiero hacer. A menudo la palabra éxito está desvirtuada, y solo se circunscribe a tener un gran trabajo y un gran cheque a fin de mes. Nosotros estamos en el medio del campo, extrañando a los que dejamos medio lejos, en 20 hectáreas y vemos crecer felices a nuestras hijas. Para nosotros, sin ninguna duda, eso es ser exitosos”.