Sergio Mollica, el hombre que mantiene en óptimas condiciones la historia

Sergio Mollica, el hombre que mantiene en óptimas condiciones la historia

Él se considera como «un nene en una juguetería», pero lo suyo no son precisamente los autitos de juguete, sino aquellos de dimensiones más grandes, que corren las carreras más importantes del mundo en distintos sectores de planeta. Aquellos que, más allá de motores, volantes o neumáticos, conservan grandes historias.

Sergio Mollica, es el encargado de realizar el mantenimiento y funcionamiento cada uno de los vehículos que se exhiben en el Museo del Automovilismo «Juan Manuel Fangio», el lugar donde él, se siente «como un nene en una juguetería».

En charla con El Diario, Sergio habló de su trabajo, su rol en el Museo y la pasión «por los fierros».

SU TRABAJO

En términos de su trabajo, Sergio contó sus labores: «mi trabajo en el Museo, consiste en mantener los autos en funcionamiento. Los que ya funcionan, les hago un mantenimiento, los pongo en marcha, para poder brindarle a la gente, aparte de una buena apariencia, darle un espectáculo cuando se acercan a escuchar los motores».

Preguntado sobre la dificultad de su trabajo, teniendo en cuenta que los vehículos poseen diferentes características y datan de diferentes épocas, Sergio, explicó: «la gran mayoría son autos de carrera de distintos años: de la década del ’40, de los ’70, de los ’80, hay de todo un poco. La mecánica de cada uno es distinta, pero como yo siempre digo, los motores son iguales: con más partes, con menos, con distribuidores, pero en realidad el funcionamiento del motor es prácticamente lo mismo. Algunos llevan más trabajo que otros para la puesta en marcha por la tecnología que llevan».

¿DE QUÉ CONSTA EL MANTENIMIENTO?

En relación al mantenimiento de los autos y qué lo conforma, Sergio precisó: «vengo al Museo todos los días y comienzo poniendo en marcha todos los vehículos desde la planta baja hacia arriba. Cada auto tiene su rutina. A algunos los pongo en marcha y los dejo calentar y si alguno tiene que ser llevado a otro lugar para alguna muestra u otro motivo, lo llevo al taller para revisarle los frenos, los pruebo, así que ese es mi trabajo diario».

RESPONSABILIDAD

Un trabajo de este tipo, alguien podría pensar que tiene su grado de responsabilidad, pero Sergio enfatizó: «son fierros y se pueden romper. Pero la responsabilidad pasa por el tiempo. Por ejemplo, llega alguien a visitar y quiere ver el auto en funcionamiento, por ahí no alcanzan los días para ponerlo en óptimas condiciones, pero esa es la responsabilidad. Después en el trabajo no, porque los motores ya están prácticamente armados y funcionan. Los que no, se desarman. La única responsabilidad es tenerlos en condiciones para cuando se necesiten, que esa es mi obligación».

EL INICIO

Haciendo un poco de memoria, Sergio contó como inició su trabajo de mantenimiento de los vehículos en el Museo del Automovilismo: «yo tenía mi taller mecánico y formo parte de la Agrupación de Autos Antiguos en la que somos 12 integrantes. Siempre colaborábamos con el Museo, atendíamos los autos cuando se los sacaba al frente en cada Fiesta del Automovilismo  y demás. Un día, con los muchachos de la Agrupación estábamos tomando café en el museo y Mauricio Parra, me dijo que se venía la Fiesta del Automovilismo y querían presentar unos autos, ahí me preguntó si quería ponerlos en funcionamiento. Los llevamos al taller, los pusimos en condiciones y en marcha. Así empecé y ya llevo 2 años trabajando en el museo».

RUGIR DE MOTORES

El encendido de un motor en el Museo del Automovilismo es un espectáculo de por sí. Los visitantes que se acercan al lugar, esperan ese momento con ansias e incluso abordar a Sergio para que realice el encendido de alguno de los vehículos en pleno trabajo: «a la gente le encanta. Ellos me ven con un carrito donde tengo baterías, nafta, un cajón de herramientas y los visitantes en el momento que me ven, me siguen y me preguntan: ‘¿qué auto vas a poner en marcha?’ y donde escuchan el ruido, estén donde estén, en la parte de arriba del Museo o en la parte baja, se amontonan, se han llegado a juntar hasta 40 personas filmando, sacando fotos».

«COMO UN CHICO EN UNA JUGUETERÍA»

El propio Sergio, define su trabajo como un niño que disfruta estar en una juguetería: «yo me crié entre ‘los fierros’, aunque hice otros trabajos, siempre estuve relacionado con ‘los fierros’, armando autos antiguos, restaurarlos, que es mi trabajo en mi taller, más allá de lo que hago en el Museo. Es una pasión que uno tiene, yo siempre digo que ‘a mí no me corre sangre en las venas, sino aceite’. Me pone muy contento que la gente del Museo Fangio me haya dado esta posibilidad de poder mantener en vida y darle vida a estos autos que tienen muchas historias. Estoy contento tanto con la Fundación Fangio como con los chicos que trabajan en el Museo, me hacen sentir cómodo con la metodología de trabajo», concluyó.