Mauro Russo: «Dios nos llamó para esto y realmente nos agrada»
«Tengo bases psicológicas, psiquiátricas y terapéuticas necesarias para realizar un acercamiento amplio a las personas. Yo puedo interpretar si la persona adicta necesita una terapia psicológica y así enviarla a un profesional correspondiente, o si necesita una medicación psiquiátrica. Y todo está canalizado a través de nuestra iglesia, que funciona en avenida San Martín 166, entre Av. Primera Junta y 103. Se llama El Encuentro y no todas las personas que asisten son adictas, pero sí todos los adictos que asisten a mis atenciones siempre son invitados ahí o a otras iglesias evangélicas».
Mauro Russo es operador socioterapeuta en adicciones, con orientación espiritual, hace más de quince años que desarrolla esta actividad.
En charla con El Diario, dijo que «entendemos que la iglesia es el pañuelo de la sociedad, la comunidad terapéutica por excelencia. Con mi esposa estamos al frente de esa casa, no somos pastores sino encargados y podemos empatizar con la gente desde otro lugar. Allí también y junto con la iglesia todos los viernes estamos dando alimentos, hicimos otras acciones en la sociedad como obsequiar sábanas al Patronato, ahora viene la segunda entrega. Y con el Pizza Party ayudamos a una institución de forma desinteresada, ya lo hicimos con el Jardín 902 y el 13 de septiembre será con la Escuela Secundaria N°6 que funciona en la Escuela N°45».
Hacen frente a la atención de todo tipo de adicciones, especialmente de sustancias, aunque también llega gente con otro tipo de situaciones, por caso ludopatía, pornografía y comportamientos. De esa manera, articulan con otros ministerios más específicos.
Por otra parte, en los últimos días gestionaron la internación de una persona en una Granja con puertas abiertas, para intentar su rehabilitación de una severa adicción. Y hace unos meses egresó de un espacio similar otro individuo que había ingresado oportunamente para tratar su problema, el cual una vez restablecido encontró una ocupación laboral que actualmente cumplimenta de la mejor manera.
«Es una tarea difícil pero nos gusta esta temática, Dios nos llamó para esto y realmente nos agrada», destacó Russo.
ADICTOS, ENTORNO
También atienden en el Centro Integrador Comunitario de calles 3 y 20, con un grupo de trabajo destinado a los adictos y otro para co adictos, es decir las familias, entendiendo que la víctima de una adicción es emergente de una familia que no funcionó.
«Hemos observado que muchas veces la gente llega desde familias desordenadas, pero también están llegando jóvenes con padres sobreprotectores, que es muy peligroso porque el padre sobreprotector no deja que se arme el andamiaje necesario para la resolución de conflictos. Porque el chico sale a la calle y la calle no perdona, el primer patrón no perdona, el profesor no perdona y los códigos son otros. Las personas se encuentran desvalidas de aptitudes necesarias para afrontar la vida. Y observamos en todo adicto dificultades para lidiar con problemas propios y una baja tolerancia a la frustración», señaló.
En el CIC trabajan con turnos programados, que se pueden solicitar al contacto 532068, tras lo cual los reciben allí, charlan con ellos y luego se analiza la forma de ayuda, según la situación de cada uno.
«Pero la tarea más importante se hace en la iglesia, donde las personas se sienten amadas, abrazadas, queridas, encuentran personas que vuelven a creer en ellos, se encuentra una paternidad espiritual y ese es el gran éxito de nuestra labor», añadió.
EN VARIOS LUGARES
Por otro lado llevan a cabo obras de teatro, con principios que tienen que ver con la prevención, con la idea de anticiparse a hechos perjudiciales.
«Les hablamos a las familias, a los padres y madres, especialmente. Siempre digo: para tener hijos con los pies sobre la tierra, no nos olvidemos de poner algún peso sobre sus hombros».
Las personas que acuden a Mauro Russo y su entorno lo hacen de diferentes maneras. Algunos escriben por privado o lo hacen a través de las redes sociales, posteriormente son recibidos y luego de una charla derivados hacia profesionales específicos en cada situación.
«También ayudo a la Municipalidad, la gente del Patronato de Liberados siempre me llama y también trabajamos una vez por semana en la oficina de calles 18 y 7, mayormente cuando hay consumos problemáticos en menores de edad».
Mauro Russo cree fervientemente que «la iglesia tiene que ayudar a la sociedad, sino deja de ser iglesia».
Y en esa dirección, hizo saber que distintos profesionales que intervienen en los casos de las adicciones, observan que las iglesias cumplen un rol fundamental.
Y recordó al respecto un episodio del que fue parte: «hace un par de años estuve en el Segundo Encuentro de Salud Mental y Adicciones en Tandil, disertando en una mesa interdisciplinaria religiosa. Estuve con dos curas villeros y unas monjitas muy amables, también estaba el Pastor García, que es de aquella ciudad. Así que las personas, los profesionales y las instituciones se están dando cuenta que la gente necesita a Dios».
Fue más allá y manifestó su satisfacción al ver cuando realizan las jornadas de ayuda en la iglesia, como la misma a través de sus miembros se involucra en ayudar a otras instituciones. «Por ejemplo la vez pasada la iglesia se convirtió en una pizzería, hicimos 500 pizzas y uno estaba poniendo mozzarella, otro alcanzando las cajas. Entendemos que hay mucha gente mal, muy mirándose para adentro y cuando empezamos a mirar la necesidad del otro, es cuando el ser humano funciona. Por eso Jesús supo decir: yo no vine para ser servido sino para servir. Y claro que funciona, porque cuando uno ayuda al prójimo recibe algo a cambio».
CIRCULOS
«En las charlas damos principios universales para padres y madres, que los encontramos en la Biblia. Pero sirve para todos los órdenes de la vida. Y en todo momento se trata de involucrar a la gente en la iglesia y de la iglesia en actividades sociales, entendiendo que hay que sacar de círculos viciosos especialmente a los adictos y a quienes no lo son, para que entren en un círculo virtuoso. Y qué mayor virtud que ayudar a la sociedad y a las entidades».
PROGRAMA "VIDA"
Es parte de la comisión directiva del Programa «Vida», entidad no gubernamental, apolítica, algo así como la bandera evangélica en el tema adicciones, que flamea a lo largo y ancho del país. Tiene más de un centenar de bases donde atiende casos de adictos.
«Yo eventualmente viajo para visitar algún lugar, ofreciendo nuestra ayuda. No son lugares nuestros, sino que se nuclean bajo este programa».