Pensando en la conmemoración del 40º aniversario de la gesta de Malvinas, se desarrolló en la noche de anteayer una charla abierta en la Casa del Bicentenario que tuvo a seis de los veteranos locales como disertantes.

Ante un gran marco de público que se acercó hasta la dependencia, contaron su experiencia y recordaron los momentos que les tocó vivir durante el conflicto bélico de 1982 con Reino Unido.

En la oportunidad, estuvieron al frente de la charla Gabriel Nifuri, Teodoro Asín, Daniel Cucci, Martín Leunda, Marcelo Forte y Walter Colavita. Además, en la sala siguiendo el relato de sus compañeros estaba presente Luis Gidini, otro de los héroes de nuestra ciudad.

Los encargados de llevar adelante la charla fueron los referentes de los medios de comunicación de la ciudad: Marcelo Urra, Ariel Bibbó, Juan Luis Ferreyra, Eduardo Pinilla y Natalia Angulo, mientras que la conducción estuvo a cargo de Diego Di Fino.

WALTER COLAVITA

“Una vez finalizado el conflicto, la vuelta a casa fue tan traumática como la guerra en sí. En lo personal estuve mucho tiempo padeciendo esa etapa que le siguió al combate. No teníamos con quién hablarlo y a medida que nos comenzamos a unir con todos los compañeros pudimos ir sacando de a poco todo lo que teníamos dentro”, recordó Walter Colavita.

“El primer ataque nos tomó por sorpresa, pero el segundo fue detectado por los radares que nos alertó rápidamente: uno inmediatamente sintió el miedo por primera vez. Después se produce algo muy raro que es el acostumbramiento. Al principio, las bombas que caían a medio kilómetro nos impactaban y después terminamos acostumbrándonos a bombas que explotaban a 50 metros”, contó sobre su estadía en las islas.

A modo anecdótico, rememoró: “Fui pesando 76 kilos y volví con 63. Siempre se habló de la mala alimentación que recibíamos los soldados. Pero era por una cuestión de racionalizar la comida que tenía el Ejército. Recuerdo, por ejemplo, comer una oveja a las 4 de la madrugada hecha con gasoil”.

MARCELO FORTE

“Fui el primero que llegó a Balcarce y costó mucho la adaptación, sobre todo uno al no tener experiencia militar en lo absoluto. Por suerte mi familia, mis amistades y mi trabajo me fueron ayudando en esa reinserción. Lo que costó fue hablar de Malvinas porque todo el mundo quería saber cómo lo habíamos vivido y eso te llevaba a aislarte”, indicó Marcelo Forte.

Y repasó: “Del 16 de abril al primero de mayo estuvimos ‘de joda’. Cuando llegaron los primeros bombardeos ahí empezó lo peor. Uno en ese momento no piensa porque el miedo no te deja pensar. Sí recuerdo que para no preocupar a mi viejo, por ejemplo, a la hora de escribir cartas, adelantaba la fecha para que no se notara la demora en la entrega que podría haber”.

Sobre su permanencia como prisionero del Ejército Británico, expresó: “Fui el primero en ser tomado como prisionero porque los ingleses entraron por Darwin, que es donde yo estaba. Durante dos semanas pasé por muchos lugares, hasta que finalmente se dio la rendición y pude volver al país. Fui con 55 kilos y volví con 48, así que imagínense la piltrafa que éramos todos”.

DANIEL CUCCI

“Nos conocimos entre nosotros cuando el gobierno de turno organizó, después de la guerra, un acto y una misa para rendirnos un homenaje. Ahí recién nos vimos las caras y supimos quiénes habíamos viajado a las islas”, aseguró Daniel Cucci.

“En mi caso me incorporé el 8 de marzo y el 8 de abril nos enviaron a Malvinas. Cuando nos llamaron nunca nos imaginamos que íbamos a llegar a las islas. Por la poca experiencia que teníamos pensábamos que íbamos a quedarnos en el continente”, añadió.

“El 14 de junio, después de 48 horas constantes de bombardeos, nos juntaron los superiores para anunciarnos la derrota. Lo primero que uno sintió fue bronca y alivio: el enojo por haber aguantado 74 días y la tranquilidad porque la situación ya no daba para más”, manifestó.

GABRIEL NIFURI

“Formé parte de la Operación Rosario y estuve embarcado en el ARA ‘Almirante Irízar’. Desde un primer momento, cuando estábamos yendo a las islas supimos que eso no era un simulacro”, recordó Gabriel Nifuri sobre su llegada a las islas.

“Después de la guerra me fui lo más lejos posible: estuve casi 3 años en Villa Dolores, Córdoba. En esa etapa no tuve contacto con mi familia. Fue un proceso interno necesario para mí”, contó sobre cómo lidió con la posguerra.

“Cuando nos enteramos del final fue una mezcla de sensaciones difícil de explicar y asimilar. Principalmente bronca y tristeza por todo lo que habíamos padecido”, indicó.

TEODORO ASÍN

“En esa época te enterabas si ibas al Servicio Militar o no por las publicaciones del diario ‘El Liberal’ que difundían los sorteos que se hacían. Por aquel entonces había una frase muy común: ‘La colimba no es la guerra’. Bueno, en mi caso no fue así”, compartió durante su disertación Teodoro Asín.

“El final fue bastante complicado. Una mezcla de sensaciones entre tristeza, miedo e incertidumbre. Hubo mucha manipulación de la información que contribuía a aumentar la incertidumbre. Por suerte, llegar a Balcarce y reencontrarme con mi familia fue una alegría enorme”, manifestó.

Y agregó: “Hay cosas en nuestro interior que no van a salir nunca. Son cosas que podemos hablar entre nosotros porque conocemos y sabemos lo que fue la guerra por haberlo vivido en primera persona”.

MARTÍN LEUNDA

“En mi caso yo me encontraba cumpliendo con el Servicio Militar voluntario desde hacía 4 años. Más allá de eso, para mí también fue una sorpresa muy grande seguida de una incertidumbre que acompañó todo el proceso. El miedo estuvo presente desde el primero de mayo hasta el final de la contienda”, explicó Martín Leunda.

A modo anecdótico, recordó que parte de su labor en territorio malvinense consistía en entregar la correspondencia, rol que lo convirtió rápidamente en uno de los soldados más buscados.

“Caminaba de un punto a otro o viajaba en el camión cocina y las demás unidades del Ejército. Eso hizo que para muchos fuera el más esperado porque significaba que había cartas que llegaban del continente”, contó.

“En lo personal me tocó vivir una suerte de aislamiento al regresar. Algo que también percibí en la Fuerza, donde hubo una suerte de separación de todos”, expresó.

A lo largo de la disertación, los seis veteranos coincidieron en la necesidad de continuar “malvinizando” a las generaciones futuras para que la causa no caiga en el olvido.

“El recuerdo debe ser los 365 días del año, no en la semana previa al 2 de Abril. A 40 años tenemos presente todos los días a las Malvinas. Las islas están presentes en nuestra vida cotidiana. El reconocimiento lo sentimos, sobre todo acá en Balcarce. Está en cada abrazo y muestra de afecto que nos da la gente”, reflexionaron.

La charla finalizó con un aplauso de pie de todos los presentes y posteriormente se entonaron las estrofas de la Marcha de las Malvinas.

EL REGRESO A LAS ISLAS

Daniel Cucci es el único veterano local que se animó a regresar a las Islas Malvinas acompañado por los alumnos que formaban parte en aquel entonces del proyecto “Mis huellas en Malvinas”.

Sobre aquel viaje, recordó: “Me gustó mucho regresar. No sé si me solucionó algunas cuestiones, pero me sirvió para visitar a los compañeros que tuve que cargar muertos en un camión. Fue una herida que pude sanar”.

Y agregó: “Me enamoré de las islas por la paz que transmiten. Es raro decir que un cementerio es hermoso, pero el cementerio de Darwin es eso. Lo más lindo y lo fundamental es no olvidar a nuestros compañeros caídos”.