La comunidad boliviana celebró la festividad de la Virgen de Urkupiña

La comunidad boliviana celebró la festividad de la Virgen de Urkupiña

Tal como ha venido ocurriendo sobre esta fecha en los últimos años, la comunidad boliviana celebró el pasado sábado la festividad de la Virgen de Urkupiña.

Sobre el mediodía se realizó en la Parroquia San José un oficio religioso presidido por el Padre Pablo Etchepareborda y el seminarista Agustín Corral y tras su finalización se llevó a cabo el tradicional festejo en el atrio del templo con todos los rituales plagados de colorido y danzas típicas a cargo de grupos llegados desde varias localidades.

De este modo se conjugan las tradiciones autóctonas con la solemnidad de los ritos católicos y una gran muestra de variedad folclórica, que hacen de esta fiesta una atractiva forma de veneración a la Patrona de Urkupiña, deleitando a los espectadores con variadas y hermosas coreografías.

Posteriormente, los participantes de esta celebración marcharon en caravana hacia la sede del Club Ferroviarios donde compartieron un almuerzo que continuó luego con una serie de actividades y propuestas que hicieron que el festejo se extendiera durante el resto de la jornada.

LA VIRGEN

DE URKUPIÑA

La Virgen de Urkupiña, Virgen de Urcupiña o Virgen de Urqupiña es una advocación de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, que se venera el 15 de agosto en la ciudad de Quillacollo, capital provincial a 14 k de la ciudad de Cochabamba en Bolivia. Comparte fiesta con el día de la "Asunción de María", cuando María siendo ya anciana es llevada al cielo. Por estos motivos la Virgen de Urkupiña es mal llamada Asunta. Según la tradición popular, a fines del siglo XVII, hacia el sudoeste de Quillacollo, vivía una familia de campesinos que subsistían gracias a la utilidad de su pequeño rebaño de ovejas que se encontraba al cuidado de la hija menor. La muchacha se dirigía a diario hacia las bajas colinas del frente de Cota, pasaba el río de Sapinku, donde había pasto en abundancia para su rebaño. Un día de agosto, se le habría aparecido una señora con un niño en brazos, con la que sostenía largas conversaciones en el idioma del lugar, el quechua. La pastorcita jugaba con aquel niño en las aguas de una vertiente que brotaba de las rocas.

Desde entonces, casi siempre la muchacha demoraba al retornar a la choza de sus padres. Cuando ellos le preguntaron el motivo, la niña relató sus encuentros con la señora a quien llamaba "la mamita y el niño". Decía que descendían a jugar con ella en la chimpa juturis (o chimpa pilas), que así se llamaban y continúan llamándose las dos vertientes de agua clara y dulce situadas al pie de la colina. Al oírla, sus padres se alarmaron y se dirigieron repetidas veces a la verde colina para convencerse de los increíbles relatos.

Al reiterarse la visita de la "mamita", la niña fue en busca de sus padres y estos buscaron al Doctrinero (las parroquias eran denominadas doctrinas y, por extensión al sacerdote, Doctrinero), y vecinos del rancherío, que anoticiados del acontecimiento decidieron cerciorarse de su veracidad, acudiendo al lugar donde la niña los guiaba. La Virgen, al ver que la pastorcita no aparecía se levantó de donde estaba y subió cuesta arriba el cerro, mientras la niña gritaba indicando con el dedo, en quechua Jaqaypiña urqupiña, urkupiña, que en español significa "ya está en el cerro" (urqu=cerro, piña=ya está), de ahí el nombre castellanizado. Cuando llegaron a la cima la señora desapareció, pero lograron ver una imagen celestial que se esfumaba en la maraña de los algarrobales, cactus y ululas. Convencidos de que la visión era extraña, corrieron al pueblo. El párroco convocó a los pobladores, y junto a otras autoridades acudieron al lugar del prodigio frente a la ranchería de Cota. La multitud bulliciosa trasladó esta imagen a la capilla de Quillacollo y desde entonces es conocida como la Virgen de Urkupiña, que es muy venerada por el pueblo boliviano y los relatos de los milagros que se prodigan a sus devotos son extraordinarios. En ese lugar se construyó una capilla de la Virgen, que se ha trasladado al templo Matriz de Quillacollo hasta donde llegan peregrinos de toda Bolivia y Sudamérica para venerar a la patrona de la Integración Nacional.