La compleja misión de apuntalar desde la Fe a quienes sufren en carne propia la tragedia del ARA San Juan

La compleja misión de apuntalar desde la Fe a quienes sufren en carne propia la tragedia del ARA San Juan

El 15 de noviembre de 2017, a las 7:30, fue el último contacto. A partir de ese momento nada se supo del submarino ARA San Juan y sus 44 tripulantes, hasta que un año y dos días después fue encontrado muy cerca del punto de desaparición y en el lugar donde se suponía que se encontraba, a 907 metros de profundidad.

El hundimiento y las búsquedas posteriores a la desaparición estuvieron, como es sabido afectadas por sospechas, irregularidades, negligencias, informes tardíos o contradictorios, luchas internas y conflictos con los familiares.

Fueron incontables las voces que a lo largo del año se escucharon dando, especialmente desde los familiares, cada una su sentir.

En medio de todo ese escenario hubo desde el primer momento (y aún hoy lo hay) un fuerte acompañamiento desde la Fe.

El mismo está a cargo del Capellán Auxiliar Castrense de la Armada, Padre David Ochoa, quien es actualmente además Párroco de Santa María.

El sacerdote vivió y vive de manera muy especial todo lo que ha sucedido en cuanto a la contención de los involucrados en la tragedia que le toca tan de cerca como a la inmensa mayoría de los que tuvieron relación con las víctimas.

No le resulta fácil hablar del tema. Tras más de un año de hermetismo en diálogo con El Diario rompió el silencio (su silencio) animándose a develar lo que vivió a partir de aquel fatídico día.

El Capellán es el encargado de ejercer la acción pastoral dentro de la Base Naval de Mar del Plata, que es igual a la que se hace en una parroquia, el acompañamiento espiritual, la formación desde la fe, con charlas, encuentros, retiros y la formación de los hijos de los militares y de los civiles que trabajan dentro de la base, lo que lo llevó a conocer a aquellos 44 tripulantes del ARA San Juan.

«La base tiene entre militares y civiles 2.000 familias que conviven diariamente y la vinculación siempre se da, ya que mi función como sacerdote es recorrer toda la Armada, cada uno de los destinos y los voy conociendo a cada uno. Y cuando zarpan siempre hay una reunión, hacemos una charla, un encuentro, siempre digo que la fe también entra desde lo humano, desde lo vivencial, entonces siempre tratamos de hacer la mística y la «mástica», la charla y luego un asado o comida. A los 44 los conocía, días antes habíamos hecho la charla sobre valores, virtudes y luego tuvimos una comida. Hicimos la bendición y al otro día zarpaban, todo en un clima de cordialidad, de alegría, orgullosos de lo que iban a hacer ya que quienes navegan son los mejores promedios los que tuvieron mayor capacitación durante el año en los cursos de formación».

PIERDEN CONTACTO

Pocos días después de la partida, el Capellán estuvo entre los primeros en recibir la triste noticia, se había perdido el contacto con el submarino.

«A mí me informaron un viernes a las 11 de la noche, me llamó el Comandante de la Base para reunirnos con todo el personal y ahí nos dio la noticia de que se había perdido la vinculación. Nos dio la última comunicación sobre el tema de las baterías que filtraban agua. A partir de ahí empezamos a ver como íbamos a proceder operativamente, avisarle a los familiares y en especial la contención desde la fe. En ese momento, lo que habíamos hablado con el COFS que es el Comando Operativo de Fuerza de Submarinos era que existía la posibilidad de que los encontraran con vida.

Fueron treinta días de generar expectativas, rezar, calmar a la gente, decirles que se los podía encontrar. Me tocó también el acompañamiento de los oficiales y sub oficiales ya retirados de la Armada y que están en Mar del Plata integrando la agrupación de submarinistas ASA. Ellos nos acompañaron y cada día era un día de calvario porque las expectativas eran grandes y las ansiedades iban colmando la paciencia. Se generaban los espacios de escuchas, de recibir a las familias. Rezábamos el rosario caminando por la escollera o por la playa interna de la base y después teníamos la misa todos los días» explicó el Padre Ochoa agregando que la mayoría de los familiares de los submarinistas desaparecidos es gente del litoral y norte del país, muy aferrada a la fe y con un prácticamente total desconocimiento de lo que era un submarino y los riesgos que en forma permanente afrontaban sus hijos.

LA PRIMER CRUDA CERTEZA

El paso del tiempo y la falta de novedades fue acrecentando la incertidumbre y a la vez desmoronando las esperanzas, haciendo mella también en el sacerdote.

«Era todo muy difícil al no tener algo concreto para decirles. Mar del Plata como base es como una sucursal de Buenos Aires, lugar desde el que se daba toda la información. Nosotros estábamos pendientes de lo que nos informaban desde Buenos Aires para luego ser nosotros los encargados de transmitirla a los familiares, pero a medida que pasaba el tiempo se iban agotando la paciencia y crecían los nervios ante las menores posibilidades. Finalmente el 15 de diciembre, nos informan de la explosión, el sonido que se había detectado. A partir de ahí fue la reacción de la gente frente a la impotencia y el dolor y a partir de entonces comenzamos a trabajar más ya sobre el duelo, el decir se terminó… hasta acá llegamos».

Y fue ese uno de los momentos más difíciles, el de comenzar a asumir lo peor.

Al preguntarle al Párroco de Santa María si las familias pudieron asimilar ese duelo sin haber visto a sus seres queridos muertos, el sacerdote respondió: «Es muy difícil el velar a un ser querido cuando no se lo tiene presente. Fue muy difícil para las familias y fue muy difícil el comprender que el trabajo que ellos hacían era un trabajo de riesgo. Todos los operativos, las prácticas, las preparaciones reclaman mucho de lo físico y de lo material y a veces lo material no está en el estado en que debería estar y por eso tenemos estos resultados.

Para las familias lo más difícil fue asimilar primero que sus hijos estaban haciendo una tarea de riesgo y luego el velarlos sin tenerlos, el llegar a la comprensión de que en el mar es muy difícil recuperar un cuerpo. Nosotros, los marplatenses, estamos más acostumbrados -tristemente- por la pérdida de barcos pesqueros, las lanchitas amarillas ya sabemos que los cuerpos no se recuperan, sabemos que el mar es otra realidad , pero a la gente le costó mucho eso».

EL SEGUNDO GRAN DOLOR

El tiempo va sanando heridas o amortiguando el dolor y dando paso a la resignación. Quizás ese fue el sentir de muchos de los familiares de aquellos 44 héroes. Pero pocas horas después de haber conmemorado el primer aniversario de aquel fatídico 15 de noviembre todo el pesar se reavivó al conocerse el lugar donde están los restos.

«Yo creo que al llegar la celebración del año veníamos preparando con las familias ya mucho más tranquilos porque durante todo este tiempo todos los meses el día 15 a las 15 celebrábamos la misa y los acompañaba en su reclamo para que no se dejara de buscarlos y agotar todas las instancias para encontrarlo, tener un punto fijo donde poder decir… ahí descansan los 44 tripulantes. Llegó el año, la gente creo que estaba preparada para eso, para entender y comprender que ya cumplido un año era como un punto final. Un decir hasta acá llegamos, sabemos lo que pasó y lo asumimos, cuando se da la noticia del hallazgo fue todo un shock» narró el sacerdote.

DIVISION DE IDEAS

Tras ese shock que generó el hallazgo del submarino comenzó a generarse una grieta entre los familiares que reclaman la recuperación del navío y los cuerpos y aquellos que entienden que el lugar donde están es el lugar de su descanso eterno por ser gente de mar. En medio de esa división de posturas está el Padre Ochoa, que al ser consultado al respecto dijo: «Yo he escuchado a cada una de las familias y el proceso de duelo fue distinto en cada uno de ellos. Cada uno lo pudo asumir de acuerdo a lo que conocía de la vocación de su familiar. Entiendo el dolor de las madres, entiendo psicológicamente lo que es el duelo para el ser humano, de tener aunque sea los restos para poder decir acá están, este era mi hijo, mi esposo, mi hermano…pero creo que también desde lo físico, desde lo material es muy difícil que se los pueda recuperar. Por un lado damos gracias a Dios de saber el punto exacto donde está el submarino. Si se puede recuperar algo algún día la Armada seguramente lo va a hacer, pero yo dejaría que descansen en paz en ese lugar. El mar era su lugar, el lugar de su vocación y es importante que descansen en ese sitio con la guardia eterna del mar».

EL PRESENTE CARGADO DE DOLOR

Hoy, el Capellán Auxiliar de la Armada sigue brindando acompañamiento a familiares y allegados de aquellos 44 héroes que descansan en el fondo del mar. Vive y comparte el dolor, que -confiesa- cobra fuerza inusitada cuando está frente al cuadro con los rostros de aquellos submarinistas, al recordar sus historias o escuchar los relatos de los allegados.

Quedan en medio de todo este cuadro muchas preguntas flotando en el aire…quedan muchas respuestas hundidas en el fondo del mar…queda la FE apuntalando a quienes (desde un lado y otro) lloran las ausencias…

El reavivar momentos de incertidumbre

El Padre Ochoa es hijo de militar, su padre perteneció a la fuerza naval y si bien no fueron pocos los familiares de los submarinistas que le decían que él no podía alcanzar a sentir lo que ellos sentían, desconocía que todo lo que ahora le tocó vivir hizo que afloraran con toda su fuerza recuerdos que hace muchos años lo marcaron para siempre.

Uno de ellos ocurrió en Bahía Blanca donde vivía con su familia.

«Mi padre hacía instrucciones en vehículos anfibios cerca de Punta Alta. Uno de esos anfibios estaba haciendo tareas de desembarco en playa. Mi padre se tenía que embarcar y le tocó una guardia en tierra por lo que cambió con un compañero y ese vehículo anfibio se hundió en el mismo lugar en el que desembarcó, habían cerrado mal una tapa se llenó de agua y falleció toda la tripulación» rememoró el sacerdote.

Recordó también que en el conflicto de Malvinas su padre fue convocado para hacer defensa de costa en el sur. «En aquella época no había Internet ni celulares. No teníamos información y la única noticia la teníamos yendo a la base y esperar que dieran la lista de nombres, que era la de los fallecidos, rezando para que no lo nombraran. Día a día era eso, hasta que terminó la guerra y regresó. Todo eso lo viví muy cerca y creo que Dios nunca nos pide en la vida que hagamos algo para lo que El no nos prepara. Creo que la vida en todas las circunstancias nos va preparando para los distintos momentos. Uno tiene que tener esa mirada de fe de descubrir que Dios nos fue dando las herramientas para este momento», señaló.

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Edición 21 de septiembre de 2025

Nº 7315

Anuario 2024

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Falleció en Balcarce el 15 de septiembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para luego ser trasladados a la ciudad de Miramar donde serán cremados en el Crematorio Privado en día y horario a confirmar. Casa de duelo: San Agustin, calle Balcarce e/ 1° de Mayo y Potin. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

Enrique Ismael Rogina (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 11 de septiembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para luego ser inhumados en el Cementerio Privado Parque de la Sierra, previo oficio religioso en sala velatoria, el viernes 12 a las 10. Casa de duelo: calle 21 N° 785. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada.

DURAND RODOLFO ( CHONGO ) (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 11 de septiembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos fueron velados e inhumados en el Cementerio Municipal, previo oficio religioso en sala velatoria, el jueves 11 a las 16.30. Casa de duelo: calle 7 N° 92. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada.

Carlos Ernesto Echeverria (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 7 de septiembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para luego ser inhumados en el Cementerio Municipal, previo oficio religioso en sala velatoria, el lunes 8 a las 11.30. Casa de duelo: calle 112 N° 437. Servicios de sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

CECILIA ANDREA OROSCO (q.e.p.d.).

Falleció en Tres Arroyos el 3 de septiembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos fueron trasladados a nuestra ciudad donde velados e inhumados en el Cementerio Privado Parque de la Sierra, previo oficio religioso en sala velatoria, el sábado a las 11. Casa de duelo: av. Favaloro N° 1090. Servicios de sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada.

Mirta Susana Fernandez (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 5 de septiembre de 2025, c.a.s.r. y b.p. Sus familiares, amigos y demás deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para ser cremados en el Crematorio Privado de Miramar en día y horario a confirmar. La familia pide no hacer visita de pésame. Casa de duelo: 20 bis N° 56, entre 49 y 51. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

BARROS ANGEL (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 26 de agosto de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para luego ser trasladados a la ciudad de Miramar donde serán cremados en el Crematorio Privado en día y horario a confirmar. Casa de duelo: calle 9 Nº 305. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

Ines Elvira Olivera (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 26 de agosto de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos fueron velados e inhumados en el Cementerio Municipal, previo oficio religioso en sala velatoria, ayer martes a las 15.30. Casa de duelo: calle 110 e/ Eva Peron y 17 N° 3630. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada.

Beatriz Aida Laspina (q.e.p.d.).

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Edelmiro domingo Zuzulich (LALO) (q.e.p.d.).

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