La basura no habla, pero dice mucho
La basura no habla, pero dice mucho. Se puede afirmar que uno de los tantos indicadores del nivel de educación de una sociedad se percibe a través de las conductas que exhiben los vecinos con el manejo y la disposición de los residuos de todo tipo.
En más de una oportunidad, desde estas mismas páginas hemos abordado esta problemática de manera especial, lamentablemente, por la reiteración de conductas desaprensivas de vecinos que se dirigían a la zona de calles 47 y 48, donde se encuentra la cava, a arrojar todo tipo de residuos en lugar de concurrir al relleno sanitario -hoy cerrado- ubicado en proximidades a la planta de tratamiento de efluentes cloacales.
Actualmente, el predio habilitado para depositar la basura, mientras se aguarda la inauguración de la planta de clasificación y reciclado de residuos sólidos, se encuentra próximo a la ruta 55, a unos 10 kilómetros de "El Cruce".
Semanas atrás, la Municipalidad a través del área de Obras y Servicios Públicos efectuó una amplia limpieza sobre la calle 48, desde 47 a 51, convertido en un basural a cielo abierto. También lo hizo sobre el camino que conduce a la parte inferior de la profunda cava. No obstante, sin la dimensión en cuanto al volumen de basura que allí se acumulaba con anterioridad, las conductas irresponsables de algunos se sigue reiterando.
OTRA IMAGEN PENOSA
Ante la profunda limpieza encarada en ese sitio, que además impide el ingreso a la cava por parte de aquellos que quieren que ese lugar, al pie de la sierra La Barrosa, siga siendo un basural, la dolorosa imagen generada a partir de conductas irresponsables, groseras, se trasladó a unos pocos kilómetros de allí.
El lugar del "basural" está próximo a la prolongación de la avenida Favaloro, ya convertida en ruta provincial 77, sobre el camino que conduce al "Monte del Cura". Es el sitio al que ahora algunos acuden a desprenderse de sus residuos de todo tipo y tamaño.
Para poder transitar con un vehículo hay que hacer zig zag para eludir los restos de animales muertos (bovino, porcino), carcasas de computadoras y televisores, restos de poda, lavarropas, plásticos, cartones, restos de comida, neumáticos, bolsas con papeles, etc. El panorama, que resulta francamente desolador, se ve complementado por olores nauseabundos.
Esta penosa situación expone por igual las actitudes desaprensivas como también las demoras en que incurre la Comuna para impedir esas formaciones y preservar el mejor estado de esos lugares.

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