Horacio Repiso: un apasionado por los «fierros» y el coleccionismo que no conoce de límites

Horacio Repiso: un apasionado por los «fierros» y el coleccionismo que no conoce de límites

El Diario se acercó hasta la casa de Horacio Repiso, un mecánico jubilado de 78 años con un peculiar pasatiempo, coleccionar en su viejo taller reliquias del automovilismo nacional, acompañado de réplicas de los autos más emblemáticos del deporte automotor construidos con sus propias manos con repuestos y artefactos antiguos.

Su afición por los fierros comenzó en 1960, el joven Horacio vivía con sus padres en la localidad de Los Pinos por aquel entonces, detrás del Aero Club Balcarce, en un campo lindero frente a las granjas. Allí, con tan solo 13 años pudo ver su primera carrera de autos, una pista de tierra improvisada, protegida con fardos de pasto, en el Aeroclub. "No me costó nada ver la carrera, hice 500 metros desde mi casa, salté el alambrado y listo, ya estaba en la pista", confiesa Horacio con una sonrisa. "Ese día ganó Cordonnier, un piloto de Ayacucho, era un apellido ilustre en aquella ciudad. Lo hizo en una categoría que se corría con autos tipo monoposto", recordó.

SU PASION POR "LOS FIERROS"

Después pasó el Turismo de Carretera, con la famosa Mar y Sierras. Ahí corrían los hermanos Oscar, Juan y Roberto Gálvez, los acompañaban grandes pilotos como Carlos Menditéguy, Felix Peduzzi y Marcos Ciani. "Ciani era un piloto muy aguerrido, que tuvo muchas batallas con los hermanos Gálvez", comentó el mecánico. "Después de todo eso nos vinimos a vivir a Balcarce, acá tenía que elegir algo, estudiar o trabajar. Yo busque trabajar, entre en un taller mecánico en la calle 25 entre 24 y 26, de los hermanos Fioritti y Fonseca, allí estuve un año como aprendiz", continuó. Durante 20 años formó parte del personal de la antigua Agencia Ford. "La locura por los fierros y el automovilismo siempre fue aumentando, nunca se perdió. A medida que iba aprendiendo el oficio del taller iba agarrándole más cariño a los autos, ellos potenciaron todo este amor".

El 16 de enero de 1972 es una fecha que marcó la vida de Horacio, fue el día en que se inauguró el Autódromo "Juan Manuel Fangio", construido en tiempo récord sobre la ladera de la Sierra La Barrosa. Fue con una carrera de Sport Prototipo Internacional. "Yo lo vi nacer al autódromo, desde los primeros movimientos de suelo, entre fines del año 1969 y principios de 1970" señaló. Luego comenzarían las carreras de Cafeteras y Turismo Mar y Sierras, de gran auge en esta zona del sudeste bonaerense, en esos años, la fortuna estaría nuevamente del lado de Horacio. "Durante 10 años trabajé como rescatista de autos en pista para el AutoClub Balcarce. Como mi trabajo en el taller no me permitía hacer las dos cosas, tuve que dejar la grúa del AutoClub".

"Siempre estuve cerca de las carreras, era una pasión para mí. En ese tiempo ya lo hacía con menos frecuencia, porque no podía desatender a mis clientes, pero siempre trataba de estar. Las categorías de Cafeteras y Mar y Sierras eran muy fuertes y movían mucha gente, alrededor de 10 o 12 mil personas. Los viernes a la noche ya venía gente a acampar cerca del autódromo, se veían carpas, colectivos casas rodantes, era una hermosura. Eso es lo que más extraño, se perdió todo y no sé si va a volver. Iban muchas familias a pasar el fin de semana, además los circuitos tenían lugar para acampar. Con mi familia cada vez que íbamos a las carreras nos quedábamos a acampar en Lobería, Necochea, Mar del Plata o Coronel Vidal".

"Ahora ya no hay autos, en las categorías zonales como las del Atlántico se compiten con siete u ocho coches por ejemplo. Además los autos se hacían en los talleres, en cualquier galpón veías una cafetera, un Turismo Mar y Sierras, las peñas colaboraban, hoy ya no existe eso. Hoy se mueve todo con repuestos importados, los motores se mandan a armar y se prueban en un banco de pruebas, antes se probaban en la ruta, está todo muy profesionalizado, con mucha publicidad y dinero de por medio".

"Antes todas las categorías, salvo las que corrían con monoplazas, competían con un acompañante, y llevaban más público. Generalmente quien acompañaba al piloto era mecánico y colaboraba con la preparación del auto y si surgía algún percance en la competición daban una mano con la reparación. En esa época el rol del mecánico era esencial, hoy no tanto. "Era una gran ayuda para el piloto, siempre tenía que estar atento a los marcados, de agua, la presión del aceite, todos los números que indicaban el comportamiento del motor. La misión del acompañante era esa también, ir mirando hacia los costados y hacia atrás para ver como venía el auto. Le decía al piloto si tenía que darle paso a alguien… o tenía que taparlo, algunas manías tenían", comenta con una sonrisa Horacio.

FANGIO Y LOS GRANDES ÍDOLOS DEL AUTOMOVILISMO NACIONAL

Horacio conoció por primera vez a Juan Manuel Fangio gracias a su amigo y colega Juan Martín Petruccelli, periodista y relator de carreras del Turismo Carretera. "Estuve al lado de él en una entrevista al Chueco en la puerta del museo, solo me quede escuchándolos. Pero cuando lo vi por primera vez fue en la competencia Balcarce-Lobería del año 68". El 28 de Abril de 1968 se disputó la competencia Balcarce- Lobería para el Turismo Carretera, en donde Carlos Pairetti alcanzó la victoria en una jornada trágica, en presencia de Fangio. "En esa carrera murieron Jorge Kissling y Segundo Taraborelli, los dos en ruta. Luego vinieron los circuitos llamados semi permanentes, ahí se mataron Moura y Morresi, a partir de ahí se crearon los autódromos con muchas medidas de seguridad, hoy ya no se permite un accidente más".

Aparte de su trabajo como mecánico, Horacio también incursiono en los medios de comunicación. "Estuve trabajando como comentarista de radio durante un año junto a José Joglar y Gastón Larripa, a mí me gustaba comentar las carreras y hacer estadísticas, pero no se me daba para las notas, me faltaba algo. Nunca pude tener una entrevista o una charla con Fangio, pero siempre lo admiré, es el más grande". Repiso nació en el año 1947, era solo un niño cuando Fangio se retiró de la Formula 1. "No tengo tantos recuerdos pero con el tiempo me fui dando cuenta de lo que fue, la trayectoria que tuvo y cómo se manejaba en esa época, casi sin protección". Además de Fangio, para Horacio nombres como Roberto Mouras, el "Flaco" Traverso, el "Gurí" Martínez y Ortelli tienen su lugar en el Olimpo de los pilotos nacionales.

EL COLECCIONISMO, SU OTRA PASIÓN

Además de la mecánica y el automovilismo, a Horacio lo mueve el amor por la construcción de réplicas y el coleccionismo. Tanto, que luego de jubilarse como mecánico montó en su taller un museo inmenso ubicado en calle 4 Nro. 836. "La colección comenzó hace 20 años, al principio comencé a coleccionar repuestos de autos, después todo fue creciendo. La gente siempre me fue trayendo algo para colaborar, porque sabía que coleccionaba. El resto del galpón está lleno de cosas que he estado construyendo últimamente".

En el "Museo Histórico Oscar y Juan Gálvez" como lo bautizó Horacio, puede verse desde maquetas, diarios y revistas de automovilismo, hasta réplicas, camiones, tractores, aviones y autos. La "Galerita", de los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi, fue su primera obra. "Todas estas miniaturas comencé a hacerlas para mis nietos, a medida que crecían iban volviendo a mi taller. Me llevaba días enteros armar todas estas replicas, hay mucho tiempo y esfuerzo detrás, además del apoyo de la familia. Yo siempre digo, me aguantan la locura que tengo encima y me la siguen aguantando. No les gusta demasiado el automovilismo pero tampoco se oponen a mi amor por todo esto, lo entienden".

Mientras Horacio recorre su taller puede verse una réplica de un camión volcador de cantera, un camión de gendarmería, diez bancos hechos con asientos de arado antiguos y llantas (uno para cada nieto y bisnieto), maceteros construidos arriba de carretillas y bicicletas, portadas de las míticas revistas "Parabrisas Corsa" y "El Gráfico" que adornan las paredes del museo y hasta una miniatura del legendario "Tractor" del "Tuqui" Casa. En uno de los sectores, descansa un recorte de revista que documenta la inauguración del Autódromo. Horacio cuenta con una colección de más de 800 ejemplares de la revista "Parabrisas Corsa", que hoy pone a la venta. "Mucha gente viene a mirar, y cada vez que pueden me traen cosas que consideran que pueden exhibirse en el museo".

LA LOCURA POR LAS RÉPLICAS

En una de sus repisas, el mecánico exhibe dos ejemplares míticos, una es la "Galera" de Emiliozzi, hecha completamente de madera y chapa de aluminio. Con tubos de GNC como caños de escape y ruedas están hechas con bujes de goma. "Este auto me llevó más de tres meses hacerlo, eso sí, no se hace todos los días, solo cuando uno anda iluminado. Cada vez que me sentía con ganas venia al taller y me ponía a trabajar en las réplicas", explicó Horacio.

El otro, el "Tractor" del Tuqui Casa, confeccionado completamente a mano, con chapa de aluminio cortado a tijera respetando la figura. "No uso medidas de escala, simplemente voy cortando según lo que veo en fotos y portadas de revistas", comentó. Más en el fondo puede verse un tractor antiguo de la década del 40, una de sus últimas obras, todo trabajado en chapa y madera, salvo las ruedas que son sacadas de una cortadora de césped. En uno de sus ganchos hay una casilla rodante y en el fondo, un carrito de transporte con un gran tanque de gasoil. "Esto era un tanque de kerosene de una cocina volcán, las ruedas las mandé a hacer de teflón, solo me queda pintar", Horacio manifestó además que tiene la intención de exhibir sus réplicas en la próxima expo de la EduCoAgro.

Hace 20 años Horacio sintió la necesidad de comenzar a construir réplicas de autos emblemáticos del automovilismo nacional, y es hasta hoy, que esa pasión por las miniaturas perdura. "Es una locura que no puedo explicar, mi familia por suerte siempre me apoyó. No sé qué va a pasar con todo esto cuando ya no esté, pero es lo que amo hacer", concluyó.