El oficio del cabañero: un vínculo entre el hombre, el animal y la tierra
BUENOS AIRES (De nuestro enviado especial).- El trabajo con el ganado es una labor arraigada en la tradición y la dedicación.
Solo se entiende cuando se hace con pasión teniendo en cuenta que es un oficio complejo, lleno de compromisos diarios que requiere la atención de los animales, cualquiera sea su raza.
La tarea arranca muy temprano recorriendo el campo, distribuyendo la alimentación, revisando la hacienda para detectar si existe algún signo de enfermedad, entre otras cuestiones sanitarias, y observar las instalaciones para garantizar un entorno seguro y confortable. Estas son solo algunas de las responsabilidades que llevan adelante los amantes de este oficio, que tienen el respaldo de los cabañeros y propietarios de los establecimientos que son quienes toman las decisiones en materia de inversiones, incorporación de genética, etc., para hacer crecer el rodeo bovino.
Muchos han heredado conocimientos de sus antecesores, tal vez dentro del entorno familiar; otros son autodidactas, experiencia que han ido cultivando por esa conexión profunda que existe entre los animales y la tierra, forjando así su destreza y conocimiento.
Más de 25 años de labor de «Beto» Alcova
«Beto» Alcova llegó a Balcarce siendo un adolescente, desde su Entre Ríos natal, para sumarse a las filas de la cabaña «El Volcán». Fue, recuerda mientras no aparta la mirada de los imponentes Angus que esperaban su turno para salir a pista en La Rural, en el año 1997 con sus jóvenes 18 años, lleno de ilusiones y sueños en una tarea que lo apasiona.
En su memoria tiene presente aquel año 2000 cuando por primera vez pisó la arena palermitana, descubriendo un mundo atrapante que con el paso del tiempo se convirtió en su «hogar» en vacaciones de invierno cuando la ganadería se da cita en lo que constituye la muestra más importante de Sudamérica.
«Año a año uno va sumando experiencia. Llegamos a Palermo con muchas expectativas siempre. Aquí es donde se ve reflejada la tarea de todo un año en el campo. Uno hace lo mejor posible las cosas, con dedicación, esmero y fundamentalmente pasión. Para ello es primordial el respaldo que brinda la familia, los compañeros de trabajo y lógicamente, la empresa. La dedicación, como te decía, es full time. Estos animales requieren mucho trabajo desde su nacimiento a partir de una alimentación adecuada como también la tarea de amansarlos, cuidarlos y embellecerlos para que luzcan de la mejor manera posible ante el jurado, en estos casos», contó «Beto».
Más allá de la ilusión de festejar la obtención de un premio por la genética presentada, «Beto» sabe muy bien que Palermo es la «Fórmula Uno de la ganadería, donde participan los mejores». Y el objetivo no es sencillo.
En el caso de «El Volcán señaló «se busca ir evolucionando en forma permanente en la calidad de los animales con el objetivo de producir más y mejor carne. Y eso se hace a través de la incorporación de genética e inversión de recursos en forma permanente, Acá todos llegan con sus animales con un mismo objetivo: ganar una cucarda».
En esta evolución constante que tiene la cabaña desde principio de los años noventa cuando la creó la familia Boglione, Alcova disfrutó de la máxima distinción en el año 2019 con la obtención del Gran Campeón Macho Angus. El éxito que viene acompañando al establecimiento también tiene otra pata fundamental y el trabajo en equipo. «Es así, no hay otra manera de trabajar. Y es como se consiguen los objetivos y resultados. En ‘El Volcán’ hay equipo. Nos ayudamos el uno para con el otro a diario», confesó.
A pesar de la tranquilidad que transmite a partir de su semblante, reconoció que la procesión va por dentro. «No puedo ocultar los nervios cuando se acerca el momento de salir a pista. El trabajo de mucho tiempo se ve reflejado allí aunque el resultado depende de la decisión del jurado», indicó.
El amor por el oficio de Germán Hernández
El motor principal para trabajar en ganadería es el amor por el oficio, más allá de un premio que se pueda obtener en una exposición.
Otro ejemplo de perseverancia es el de Germán Hernández, actual cabañero de «El Cerro» de Mackrey, la cabaña que llegó a los sesenta años produciendo Angus y pionera en su participación en la Exposición Rural de Palermo, desde hace más de cuarenta años.
Admite que «el trabajo con los animales es arduo. Requiere de muchas horas porque el seguimiento es permanente ya que hay que ir mirando detalles y seleccionado los mejores ejemplares para ir evolucionando. En el caso de Palermo, hay que traer los mejores animales que expresen su potencial», le remarcó a El Diario.
Consideró que para ello «hay que tener un ojo clínico. Insisto, la competencia aquí es muy difícil dada la calidad genética que expresan los animales. Luego, en la pista ya todo queda en manos del jurado que elegirá de acuerdo a su propio criterio».
Coincidió en su apreciación con lo manifestado por su colega «Beto» Alcova: «Esto solo se entiende si se hace con pasión. Si no es así, hay que dedicarse a otra actividad. La ganadería requiere de una motivación especial. A uno esto le gusta mucho y a veces tiene que dejar cosas de lado. Pero la familia lo entiende y acompaña».
Su primer Palermo fue en 1991. Por aquel entonces participó con animales de la raza Hereford de la familia Pereyra Iraola. Cuando la cabaña se liquidó se sumó a las filas de «El Cerro» en 2007.
Hoy, como hace más de treinta años, su amor por la ganadería sigue intacto lo cual explica su modo de vida.