Cerca del 80 % del asfalto de la ciudad se encuentra en situación de colapso
Bien puede calificarse al estado de las calles de nuestra ciudad como de «extrema gravedad» y con pronóstico reservado.
En reiteradas oportunidades se ha venido hablando del «desastroso» estado que presenta el asfalto en la inmensa mayoría de las arterias del ejido urbano. Desde hace tiempo el tema es por demás recurrente, pero lo que se puede ver y padecer actualmente raya ya en lo inaceptable.
Las calles están DESTRUIDAS. Y para quien pueda considerar esta apreciación como exagerada basta con salir a recorrer el sector que más le plazca.
El abandono empezó hace tiempo, no vale la pena comenzar a repasar cuando ni bajo la gestión de quien se empezaron a ver los primeros síntomas de deterioro. Lo concreto es que los que empezaron como tímidos «pocitos» fueron transformándose en «pozos» para, con el tiempo, alcanzar el ostentoso título de «señores pozos», ante la mirada indiferente de quienes deben hacerse cargo.
En muchas calles el antiguo empedrado que se encuentra debajo de la carpeta asfáltica, atenúa, en parte la gravedad del caso.
Se han hecho durante los últimos dos años obras, muy importantes algunas de ellas, digno de ser destacadas, pero una de las grandes asignaturas pendientes es el arreglo de las calles.
El colapso del pavimento es por falta de adecuado mantenimiento, así de simple. A diario aparecen nuevos baches.
Se prometió en esta gestión, e incluso se anunció con bombos y platillos el comienzo de un «bacheo» que duró tan poco como los pozos tapados.
Los pocos parches que se hicieron desaparecieron con las primeras lluvias.
Hubo un par de cuadras reparadas como era debido, el resto quedó en lista de espera y agravándose.
En síntesis, del deterioro de las calles crece más rápido que la respuesta municipal para repararlas. Con una tarea de mantenimiento casi inexistente, se estima que en un año aumentaría un 10% la cantidad de cuadras en estado crítico.
Hoy hay muchos sectores por los que es imposible transitar. Lo invitamos, salga, recorra y compruébelo usted mismo. Hay calles «dinamitadas» que no solo generan riesgos para los vehículos sino que además dan lugar a maniobras que ponen en peligro la integridad física de automovilistas, motociclistas, ciclistas y/o peatones.
Sin exagerar, se puede estimar que cerca del 80 por ciento del asfalto de la ciudad se encuentra en una situación de colapso.
Cabe destacar que en los últimos días se comenzó a hacer un trabajo de reparación con hormigón en algunas calles.
UN PROBLEMA DE AÑOS
La problemática viene de años y en las últimas gestiones municipales solo han ensayado reparaciones provisorias que duran pocas horas y lo único que consiguen es la pérdida de tiempo del personal sindicado para esa labor y el gasto del escaso material con el que pudiera contar la comuna.
La realidad que atravesamos es que, lamentablemente, desde la Municipalidad poco se ha hecho para detener el deterioro del asfalto. Lo cierto y a la vista de cualquier persona está que, más allá de la falta de recursos económicos y logísticos, tampoco se generaron ideas concretas desde el Municipio para iniciar un plan de bacheo sensato y que perdure en el tiempo.
Y AHORA…REDUCTORES
Y por si todo esto fuera poco, sumamos los reductores de velocidad con los que, para frenar a los pocos desquiciados al volante, se castiga a todos aquellos que son respetuosos de cómo debemos conducir y conducirnos en la vía pública.
Esto lo padecemos todos, pero mucho más grave aún es la situación para los vehículos de emergencias, como ambulancias (con el doble sufrimiento para los pacientes transportados) autobombas y vehículos de las fuerzas de seguridad que en situaciones de emergencia se ven obligados a arriesgar las unidades y sus integridades físicas privilegiando la urgencia.
Trazando un vínculo entre los baches y los reductores, sobre estos últimos, se pudo leer estos días en Facebook, de alguien que se quejaba por los pozos en su barrio. Ante ese comentario recibió la «advertencia» de un seguidor de que dejara de quejarse porque lo único que conseguiría por parte del Ejecutivo, es lo que a él le paso: que le coloquen un «reductor de velocidad».
SE TERMINAN LAS EXCUSAS…
«El problema es no tener como elaborar el asfalto caliente en nuestra ciudad» fue el argumento que se escuchó decir meses atrás a un funcionario.
La conclusión es por demás elocuente…La ciudad es INTRANSITABLE, las explicaciones y los fundamentos no alcanzan. Se requieren soluciones en lo inmediato.
Hace pocas horas se dio inicio a una obra largamente esperada, el reasfaltado del tramo de camino que une la ruta 55 con la localidad de San Agustín. Para dicha labor se montó un obrador en inmediaciones del autódromo Juan Manuel Fangio. ¿Se podrá quizás aprovechar parte de ese material para reparar nuestras calles? ¿O habrá que seguir esperando y sufriendo las consecuencias de desidias acumuladas a lo largo del tiempo?
También se podría hablar del deplorable estado de muchas calles de tierra de la periferia, con cientos de pequeños o grandes pozos. En este caso no sería necesario el «asfalto caliente» ni materiales especiales para hacer un trabajo de fondo; quizás bastaría con empezar…