Carlos Zubillaga, "el señor de los candados"

Carlos Zubillaga, "el señor de los candados"

El acopio de antigüedades pareciera ser una tradición en la familia Zubillaga, iniciada en Rauch por Héctor, quien poseía un depósito de chatarra y también compraba huesos. Eran épocas en las cuales los integrantes del rubro tenían también un espacio donde iban acumulando elementos, algunos de carácter personal y otros que colocaban a la venta, siendo en su caso la predilección de coleccionar cuchillos y relojes de bolsillo. Un hobby que siguió con su hijo Carlos, quien sobre mediados de los '70 se trasladó a Balcarce e inició en primera instancia una sociedad con su hermano, hasta instalarse definitivamente en la zona de calle 16 casi Av. Cereijo, donde hoy continúa la actividad su hijo del mismo nombre.

Este, a modo de introducción en el tema, en diálogo con El Diario contó que "la gente que sigue viniendo me dice que se acuerda que él tenía un cuartito que era alucinante, donde hacía pasar a los que le caían bien solamente, pero de 1.000 artículos vendía nada más que 20. Tenía toda clase de antigüedades, pero los candados eran su fascinación. Mi viejo decía que los candados tenían muchos secretos, que se podían esconder muchas cosas con candados. Y la particularidad era que cuando los compraba o venían en la chatarra, los cerraba y les tiraba las llaves. Por eso todos los que tengo están cerrados, salvo algunos que no cerraban porque estaban doblados".

Por ese entonces, su padre reunía candados de distintas procedencias y formas, habiendo llegado a alcanzar una cifra destacada, los cuales por otra parte guardaba celosamente como una verdadera reliquia, un aspecto que caracteriza a la gran mayoría de los coleccionistas.

"En esa época había muchos candados de ferrocarril, venían algunos de bronce, incluso sellados. También muchos de hierro, de los que se llamaba corazones que tenían el cerrojo tipo baúl, que era para que no entre tierra, óxido ni agua. Candados de tranquera, lo más normal de lo que se veía por acá y también de portones de ferrocarril. La mayoría de principio del siglo pasado, de ahí hacia atrás. Y recuerdo que tenía una colección de la marca Yale, que eran ovalados arriba y rectos abajo; también tenía de otra que era Elefante, todos redondos y que venían de todos los tamaños. Tenía ocho de esos".

DARLE CONTINUIDAD

Cuando su padre falleció en 2011, dejó en su hijo un legado de pasión por las antigüedades, por lo cual éste continuó con la tradición y le fue añadiendo su propia impronta, pero siempre dentro del respeto por determinados aspectos.

"Lo que hice fue entrar a su cuarto y darle un poco de vida a ese lugar, porque estaba todo muy guardado. Entonces me hice un galpón grande, con dos rejas imponentes, con una cocinita tipo matera donde tenía todo exhibido. Y cuando empecé a manejar el negocio de antigüedades fueron todas cosas que iban entrando y saliendo, pero esa parte de mi viejo no la tocaba. Después me di cuenta como que no me hacía muy bien, lo había visto desde los 6 años pero eso no lo tocaba. Abrí ese cuarto suyo y el galpón que había hecho, donde tenía cosas colgadas, todas bien acomodados y empecé a vender algunas. Pero no era por comercio, sino por una cuestión de desprendimiento mía. Y eso me hizo bien. De todas maneras hay algunas cositas que sé que son de mi viejo y esas no las vendo", señaló.

En ese sentido los recuerdos son numerosos, algunos lo marcaron en su memoria por la sorpresa que le causó en su momento observar todo el material reunido y sigilosamente guardado por su padre a lo largo de los años. Y que no se limitaba meramente a un solo elemento.

Sobre ello, contó que "mi viejo era conocido por coleccionar candados, pero hasta ese momento era coleccionista de antigüedades, de todo lo que abarca. De adolescente una vez me dejó entrar y abrir unas cajas cuadradas de chapa roja que eran de los bomberos, en las que venían las mangueras, ahí había cuchillitos coleccionables en varias medidas, con los facones de oro y plata, monedas de 1887 en adelante, patacones, repuestos de autos antiguos. Había de todo. También coleccionaba monedas, tenía de distintas partes del mundo. Con conocidos de acá, de Buenos Aires y del sur las iba cambiando. Pero los candados eran como algo personal, eran su debilidad. Los candados quedaron en un cajón, yo agregué algunos más pero no muchos. Eso era suyo".

"ME ENSEÑO TODO"

De las cosas que hoy, a sus 35 años, Carlos valora sobremanera, es que pudo disfrutar casi codo a codo con su papá, aprendiendo de verlo y también de escucharlo.

"Yo compartí mucho con mi viejo, me enseñó todo. Hay cosas que tengo de las que recuerdo hasta casi el día y la edad que yo tenía cuando él me contaba que esto se usaba para tal cosa y así, todas historias. Y hay otras historias que están contadas por los dueños anteriores de las cosas, que se han ido transmitiendo de boca en boca. Hay otras cosas que tengo y no sé de qué son, pero por ahí viene alguien y te dice a quien pertenecía o te cuenta algo sobre eso".

Empezó a trabajar desde pequeño con su papá. Invirtió los tiempos de su infancia y el comienzo de la adolescencia, pero así se dieron las circunstancias que lo forjaron en varios aspectos, además de nutrirlo de conocimiento y experiencia en el rubro. "Hice todo al revés, cuando tenía que jugar a la pelota y a la bolilla estaba laburando con mi viejo y de preadolescente, le dije que me sacara de la escuela que yo le trabajaba gratis. Fue y habló con la directora de la Escuela 2 y a los 14 años ya estaba laburando acá mañana y tarde, sin sueldo. Pero no era fácil en esa época trabajar con un tipo con ese carácter, de los vascos durísimos. Y a su vez el trabajo era pesadísimo, todo el día con fierros. Y como los empleados que pasaron por acá no existen más, nunca pude encontrar un tipo de esos que acarreaban fierros de 150 kilos", mencionó.

LA CHATA DE LOBERÍA

El reconocido folclorista Alberto Merlo le dio música a la poesía de Luis Domingo Berho titulada "La Chata de Lobería", un clásico del folclore de estas latitudes. Y la historia es que ese transporte, con el paso del tiempo, finalizó en poder de Carlos Zubillaga.

"Mi viejo la compró en un campo ahí cerca de Lobería, había pertenecido a una estancia. La verdad que no sé por qué fue tan famosa. Mucha gente que viene acá y ve la rueda, me dice: es como la de la Chata de Lobería. Nunca entendí por qué fue tan conocida. Porque en el Museo de Miramar o de Necochea hay una idéntica, pero está la Chata entera. Y la rueda quedo acá dentro y estuvo tapada como 25 años. La otra, cuando la trajeron, se desprendió, se cayó y se quebró. Y la masa de la compañera de esa estuvo como 30 años bajo un colectivo", detalló.

Marcos Cabot fue quien la trajo en su momento hasta su casa. La misma posteriormente fue ofrecida en un par de ocasiones como donación a las autoridades de la Comuna local pero, al no obtener una respuesta, la dejaron donde estaba. Incluso, alguna oferta de compra también existió: "mi papá habló dos veces con el Municipio, les dijo que si querían él las llevaba para que la pusieran en el Cerro con un cartel que dijera para que servía y contara un poco su historia. Nunca le dieron bolilla. Entonces la saqué y hace dos años tuve una oferta de un hombre que tiene un molino en Miramar, en la calle principal, donde iban a abrir una cervecería. Pero me la quedé yo, abrí el negocio de antigüedades, la empotré en la pared y quedó ostentosa. No sólo eso, también le puse una rueda chiquita al costado. Y la gente viene y me dice: es como la de la Chata de Lobería. Y les digo: no, es la Chata de Lobería".

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Falleció en Balcarce el 3 de noviembre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para luego ser inhumados en el Cementerio Municipal, previo oficio religioso en sala velatoria, el martes 4 a las 11. Casa de duelo: Barrio Alborada Nº 93. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada.

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Nieves Iturricastillo (q.e.p.d.).

Falleció en Balcarce el 30 de octubre de 2025 c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demas deudos participan su fallecimiento. Sus restos fueron velados e inhumados en el Cementerio Privado Parque de la Sierra, previo oficio religioso en sala velatoria, el jueves 30 a las 15.30. Casa de duelo: calle 25 Nº 225. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad «General Balcarce» Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

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Falleció en Balcarce el 26 de octubre de 2025, c.a.s.r. y b.p. Familiares, amigos y demás deudos participan su fallecimiento. Sus restos son velados para ser inhumados en el Cementerio Municipal hoy lunes a las 11:15, previo oficio religioso en sala velatoria. Casa de duelo: calle Caseros Nº 229. Servicios de Sepelios de la Cooperativa de Electricidad "General Balcarce" Limitada, calle 15 Nº 519 entre 14 y 16, teléfono 42-2404.

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