Docentes que enseñan con amor: más que una profesión, una gran vocación
El 11 de septiembre se cumplió un nuevo aniversario del fallecimiento de Domingo Sarmiento y, en su conmemoración, se celebró en el país el «Día del Maestro». El Diario reunió a Ofelia Panaggio y Monica Francucci, dos docentes que se desempeñaron en el Colegio Parroquial «Emilio Lamarca» y dejaron su huella, para hablar sobre la vocación de ser maestro y su paso imborrable por la institución.
COMIENZOS EN LA DOCENCIA
Ofelia Panaggio comenzó su carrera como suplente de nivel inicial en un salón anexo del Colegio Parroquial ubicado por aquel entonces en la Sociedad de Fomento «San Martín» en el año 1976. «Ya de chiquita me gustaba ser maestra, tuve la posibilidad gracias al padre Peñalba que era muy amigo de mi familia. Por intermedio de él ingresé en la institución y trabajé cuatro meses como maestra jardinera», relató Ofelia. Al año siguiente fue titular como docente de primer grado, y en ese ciclo se desempeñó en la Escuela Parroquial durante 10 años. «Fue una época hermosa, fue mi primera experiencia, además como maestra de grado que era lo que me gustaba». Sus directores fueron José Hernández, Haydeé Ispizúa de Coloccio y Nelly Rattín. «Con ellos aprendí mucho, fueron los que me ayudaron y asesoraron en mi primera experiencia como docente», agregó.
«Los recuerdos que tengo del Parroquial son los mejores, yo me hice como maestra acá, aprendí, me formé, tengo muchas historias con mis compañeras, con ellas vivimos muchas experiencias. Nos reuníamos mucho, porque el trabajo en esta institución no es solamente las cuatro horas que una está en la sala, sino todo lo que viene después. Ya sea en la formación religiosa, en actividades extraprogramáticas, gestión de encuentros comunitarios o loterías para recaudar fondos. Trabajamos codo a codo con la Unión Padres de Familia, que con su trabajo diario fueron haciendo que la escuela crezca y la veamos tan linda al día de hoy».
Diez años después, Ofelia fue designada como vicedirectora de la escuela, cargo que desempeñó hasta el 2002. Sus últimos años como docente los ejerció como maestra inicial en escuelas rurales, entre ellas el Jardín N° 904 de «La Brava», en donde fue directora. «Cuando me fui del Parroquial en el 2002 la decisión no fue fácil, era salir de mi zona de confort y embarcarme en algo nuevo, pero sentía que era el momento. Tuve la suerte de recorrer casi todas las escuelas rurales, viví cosas que no se viven en la ciudad, tenés que aprender a trabajar en el campo, con ausencias, sin material, eran otras realidades», explicó. Además, Ofelia se desempeñó en el cargo de inspectora, tres años en Tandil y el resto en nuestra ciudad, donde terminó jubilándose en 2009.
LA VOCACIÓN DE SER MAESTRO
«Desde muy chiquita ya jugaba a ser docente, en mi casa tenía una puerta de chapa y la usaba de pizarrón para escribir. Hacía de maestra y de alumna a la vez, escribía y me corregía», comentó Ofelia. »A mi me pasaba lo mismo, yo ya sabía que quería ser maestra, en mi caso siempre que volvía de la escuela repetía todo lo que veía en clases pero en mi casa, yo era la docente», agregó Mónica entre risas.
«En el Instituto nos recibíamos de docentes de primaria, pero teníamos la posibilidad de hacer un año más para tener el título de maestra jardinera. Yo siempre tuve claro que quería ser docente de primaria, sin embargo mi mamá fue la que me insistió en seguir estudiando para maestra jardinera. Gracias a ella, casi toda mi vida profesional la hice como maestra jardinera».
Mónica también transitó sus primeros años en la docencia como maestra jardinera, pese a que durante sus estudios en el Instituto su objetivo era otro. «Durante mi formación como docente siempre me incline por la educación primaria, pero mi primera experiencia como maestra jardinera cambió todo». Cuando me recibí no tenía otra cosa en mente que trabajar y como en aquella época el personal docente no se renovaba tanto, porque las maestras se jubilaban muy tarde, entré a trabajar en una oficina. Después de un tiempo, María del Carmen Dágata, quien fue una de mis profesoras del Instituto, me recomendó en un jardín privado llamado «El buen pastor» , que en ese momento estaba buscando alguien que se hiciera cargo de la dirección. Fue una experiencia hermosa, allí estuve dos años hasta que me llamaron para hacer una suplencia en quinto grado del Parroquial, el grupo era terrible pero yo los adoraba», recordó con una sonrisa Mónica.
«Terminé la suplencia y seguí trabajando en la oficina, pero yo estaba convencida que no iba a estar toda la vida ahí, yo quería ser maestra. En 1996 se renovó casi todo el plantel de docentes de jardín del Parroquial, me presenté y me tomaron como docente titular de salita de cinco. Ofelia siempre estuvo al lado mío y de todas las maestras que empezaron ese año, siempre guiándonos y apoyándonos en todo».
EL VÍNCULO CON LOS MÁS CHICOS
«Los años que pasé en el Jardín me encantaron, tuve la posibilidad de trabajar en los dos niveles, pero disfruté más esa primera etapa. El contacto y el vínculo con los más chicos es mágico, es algo que te atrapa», comentó Mónica. «El hecho de estar con chicos de 3 a 5 años y lo que una recibe de ellos te cambia totalmente el punto de vista que tenías en tu etapa de formación. En esa época no había mucho trabajo en la parte académica, de preparación, escritura y lectura, era todo más lúdico. Recién en primero empezaban a leer y escribir, para el docente de primaria, ver ese cambio en el chico en tan solo un año es gratificante», indicó Ofelia.
Mónica pasó por la mayoría de los cargos que puede haber en una escuela, empezó como maestra, en el año 2002 fue preceptora de jardín y en 2009 ocupó el cargo de preceptora de 8vo y 9no. «Años más tarde se cierra el tercer ciclo y me quedo dando clases como maestra de primaria a la mañana, así que a la mañana trabajaba como docente y a la tarde como preceptora de jardín. Pasaba casi todo el día en la escuela, estreché vínculos con todos, auxiliares, representantes legales, secretarias, éramos una gran familia. Compartimos nuestras alegrías y también nuestros momentos de dificultad, ahí es cuando el vínculo se fortalece».
«En 2017 me presenté a concurso y me ofrecieron el cargo como vicedirectora, el cambio significó un desafío, esta bueno salir de la zona de confort. Mónica ejerció el cargo de vice junto a la directora en aquel momento, María Peregrino. En 2019 Peregrino deja la dirección que queda en manos de Mónica hasta 2023, año en que se jubila. «Fue una linda experiencia pese a la complejidad, porque la época de la pandemia en 2020 no fue fácil para ninguno. El equipo que había, y que hay en la escuela es maravilloso, pudimos afrontar todo con las clases virtuales. Tengo recuerdos muy graciosos de esa época porque las clases las daba en un salón apartado en mi casa, y mis hijos escuchaban cuando cantábamos el Himno en el zoom, hasta los actos hacíamos de forma virtual. Extraño mucho la escuela, hoy me voy acostumbrando pero el año en que me fui del Parroquial me costó mucho irme». Hoy Mónica sigue vinculada a la educación como secretaria de nivel terciario en el Instituto de Formación Docente.
«NO PODES SER MAESTRA SI NO LO LLEVAS ADENTRO»
«En el nivel primario los chicos tienen un vínculo muy particular con los docentes, nos pasa ahora, te seguís encontrando con exalumnos y ese amor y afecto siguen estando. Creo que todo docente logra eso, pero en este colegio lo ves mucho más. Además ese lazo también se genera gracias a los padres de los chicos. El hecho de estar tanto tiempo en una escuela hace que uno forme una relación tan estrecha con las compañeras, directivos y con los padres que todos forman una gran familia. Los padres de nuestros alumnos vinieron a esta escuela y sus hijos también, es lindo ver que por la calle te reconocen y te recuerdan momentos lindos. Lo mismo con nuestros hijos, ellos también vivieron toda la etapa del jardín y la primaria en esta escuela», recordó Ofelia.
«Nosotras siempre tuvimos el apoyo de nuestras familias, sobre todo de nuestros esposos, quienes nos ayudaban y colaboraban en todo lo que estuviese relacionado con la escuela y sus diferentes eventos para recaudar fondos», mencionó Mónica. La docente no olvidó mencionar a María Peregrino, exdirectora del Colegio Parroquial, como la responsable durante su gestión de todo el cambio edilicio de la institución, como el techado del patio y el mantenimiento de las salas de jardín. «Gracias a su buena gestión y de todo el equipo de conducción más las docentes hoy la escuela se muestra impecable. Le dedicamos tiempo extra sin pedir nada a cambio porque nos salía del corazón y queríamos ver ese cambio».
«El rol del docente es enseñar pero también el de contener, el de estar ahí en situaciones críticas de los chicos y acompañarlos desde la parte social, económica y religiosa. Es una profesión que te tiene que gustar, no podes ser maestra si no lo llevas adentro y si no tenes amor por los chicos», concluyó Ofelia.