El balcarceño Adolfo García reveló cómo una palabra puede transformar la energía de una multitud
En una investigación publicada por el portal Infobae, el reconocido científico lideró un experimento con más de 4.500 personas en Buenos Aires que demostró que el uso de términos negativos modifica la percepción del disfrute y reduce la valoración de lo vivido. El estudio fue difundido en la revista Humanities and Social Sciences Communications.
EL LENGUAJE COMO MOTOR EMOCIONAL
Miles de personas pueden reunirse en un mismo evento, compartir música, entusiasmo y un clima de euforia, pero basta con una sola palabra para que todo cambie. Esa fue la premisa de un experimento sin precedentes realizado en Buenos Aires y liderado por el balcarceño Adolfo García, referente internacional en neurociencias cognitivas.
La investigación demostró que los términos negativos alteran el estado emocional colectivo y reducen el disfrute tanto del propio grupo como del contrario. "Comprobamos que las palabras negativas y belicosas pueden empañar la experiencia colectiva", explicó García en diálogo con Infobae.
El estudio fue publicado en la revista científica Humanities and Social Sciences Communications y abre nuevas perspectivas sobre el rol del lenguaje en contextos multitudinarios, desde recitales y eventos deportivos hasta manifestaciones sociales.
CÓMO FUE EL
EXPERIMENTO
El ensayo se llevó adelante durante TEDxRíodelaPlata, en noviembre de 2022. Allí, 4.574 asistentes adultos de distintas edades y orígenes aceptaron participar de manera voluntaria y anónima, tras firmar un consentimiento informado.
Los organizadores dividieron al público en dos grupos al azar: uno debía cantar el estribillo de Hey Jude, de The Beatles, y el otro el de We Will Rock You, de Queen. Tras la experiencia musical, cada participante recibió un cuestionario con preguntas diseñadas para evaluar lo que los especialistas llaman "valencia afectiva".
Algunos formularios utilizaban palabras neutras, otros positivas y un tercer grupo contenía expresiones negativas o belicosas. Esa manipulación lingüística sutil fue la clave del experimento. "Queríamos ver quién cantaba con más fuerza y cómo describían lo que sintieron. El truco estaba en que los cuestionarios tenían distintas versiones con pequeños cambios en el lenguaje", detalló García.
RESULTADOS CONTUNDENTES
El análisis reveló que las palabras negativas redujeron de manera inmediata la percepción de disfrute y valoración del evento. Incluso quienes habían participado activamente de las canciones declararon sentirse peor al responder cuestionarios formulados con términos negativos.
"La gente declaró que se sintió o le fue peor en la competencia cuando leía lenguaje negativo en las preguntas. Esto demuestra que el lenguaje puede modelar la experiencia social situada en condiciones de encuentros multitudinarios. Es el estudio más grande en cuanto a participantes", destacó el científico balcarceño.
Las palabras positivas también tuvieron un impacto, aunque menos constante. Los efectos más claros surgieron cuando se combinaban términos negativos con un marco de competencia o confrontación. En esos casos, la percepción del público respecto a sí mismos y al otro grupo se deterioraba de forma inmediata.
EL ROL DE LA COOPERACIÓN Y LA CONFRONTACIÓN
Los investigadores remarcaron que no solo importan las palabras, sino también el contexto en el que se presentan. En algunos cuestionarios, se describía la experiencia como una "batalla" entre equipos. En otros, se planteaba como una "actividad compartida".
Esa mínima variación en el encuadre transformó la manera en que los asistentes evaluaban la experiencia. "Con simples cambios lingüísticos, la atmósfera emocional de una multitud puede modificarse en minutos", subrayó García.
LIMITACIONES Y PRÓXIMOS PASOS
El estudio, no obstante, enfrentó limitaciones. El tiempo disponible durante el evento redujo la profundidad de las preguntas y el ambiente mismo del espectáculo pudo haber dispersado la atención de los asistentes.
Por eso, los autores señalaron que sería útil realizar nuevas pruebas en grupos más pequeños o explorar otros canales sensoriales para comprobar si el impacto del lenguaje afectivo se replica más allá de lo verbal. "Se deberían hacer más experimentos que prueben si el impacto del lenguaje afectivo se replica usando otros canales sensoriales", sugirió García.
UN TRABAJO COLABORATIVO
Además de García, participaron del proyecto Joaquín Ponferrada y Jeremías Inchauspe (Universidad de San Andrés), Federico Zimmerman (Universidad Torcuato Di Tella y Universidad de Harvard), Gerry Garbulsky (fundador y director de TEDxRíodelaPlata) y Joaquín Navajas (Conicet).
El carácter interdisciplinario del equipo fue clave para poder articular neurociencia, lingüística, psicología social y diseño experimental en un contexto multitudinario.
UN APORTE CON IMPACTO GLOBAL
El estudio liderado por García no solo abre una ventana a la comprensión del poder del lenguaje en experiencias colectivas, sino que también puede tener aplicaciones prácticas en la política, la comunicación social, la educación y los espectáculos masivos.
Desde Balcarce hacia el mundo, su investigación confirma que una palabra basta para cambiar la forma en que una multitud vive y recuerda un mismo momento.