Claves para la fertilización del girasol
El cultivo de girasol en la República Argentina se extiende en un rango variado de condiciones agroecológicas con rendimientos medios significativamente inferiores a los logrados en sistemas intensivos de cultivo. En esta brecha se conjugan e interactúan factores ambientales, fisiológicos y de manejo tecnológico entre los que se encuentran las deficiencias nutritivas.
El girasol requiere de la provisión de abundantes niveles de agua y nutrientes para su normal desarrollo y producción de grano y aceite, con demandas proporcionales a los rendimientos logrados. De todos los nutrientes esenciales para el crecimiento de las plantas, nitrógeno, fósforo y boro han sido descriptos como los elementos que en mayor magnitud y frecuencia limitan su normal producción en la región oeste bonaerense.
NUTRICIÓN BALANCEADA
Un especialista en la materia es el ingeniero agrónomo Fernando García, quien consideró fundamental que exista una nutrición balanceada con nitrógeno (N), fósforo (P), azufre (S) y boro (B), siempre a partir de un análisis del estado nutricional del lote (disponibilidad en el suelo) y teniendo en cuenta la historia de cultivos y su ambiente. El balcarceño aseveró que “el nitrógeno es la bala de plata en la nutrición de cultivos”.
Para el caso del oleaginoso, mostró datos de 18 ensayos en el Sudeste bonaerense realizados por la Unidad Integrada Balcarce (Estación Experimental Agropecuaria – Facultad de Ciencias Agrarias), “con respuestas de 700 kilos promedio a la aplicación de 80 kilos de nitrógeno, es decir que explican casi 9 kilos de grano por kilo de N aplicado. El costo hoy está en 2 kilos de girasol por kilo de N, por lo que el retorno de la inversión es de 4 o 5 a uno”.
¿Cómo decidir cuánto N aplicar? “El cálculo debe salir de la relación entre el rendimiento objetivo del cultivo (en el Sudeste puede ser entre 3.500 y 4.000 kg/ha) y la disponibilidad de N a la siembra. El ajuste de esta curva muestra un nivel crítico de entre 96 y 116 kg/N/ha”, dependiendo del proceso de mineralización del suelo, expresó García.
Respecto de fósforo, el técnico ilustró que la respuesta a las aplicaciones va “desde 20 a 45 kilos de girasol por P aplicado. Con costos de 5 a 7 kilos de girasol para pagar un kilo de P, la tasa de retorno de la inversión es de hasta 10 a 1”. Para la toma de decisión sobre la dosis, dijo que hay que tener en cuenta que el rango crítico de presencia del nutriente en el suelo es de 12 a 14 partes por millón (ppm).
“En general para todos los cultivos hay que llevar a los suelos a 20-25 ppm de P en la capa superficial”, añadió.
Sobre el azufre en girasol, García aseguró que “siempre da un plus de rendimiento. Especialmente hay respuestas en suelos con niveles de sulfato menores de 6 ppm”. Y recomendó como buena práctica de manejo “planificar la reposición de azufre en los lotes que venían con deficiencia”.
Finalmente, explicó que el boro es un micronutriente con larga historia de deficiencia para girasol en los suelos del oeste bonaerense. “Hay respuesta a las aplicaciones que van desde 300 a 400 kilos considerando umbrales de B en suelo que varían entre 0,5 y 1 ppm en los primeros 20 centímetros”.
“La nutrición balanceada es necesaria para lograr altos rindes y mayor rentabilidad en todos los cultivos y el girasol no es excepción”, cerró García.