Colapso del puente en Baltimore: un “terrible accidente” que deja interrogantes sobre la infraestructura de EE.UU.
BALTIMORE, Estados Unidos.- Casi cincuenta años se desplomaron en un instante. El colapso del puente Francis Scott Key, en Baltimore, luego de que un buque carguero chocara con una de sus columnas dejó atónito a Estados Unidos, volvió a cubrir de dudas y cuestionamientos a la infraestructura del país, gatilló una investigación del gobierno federal y cortó una arteria crítica utilizada por millones de personas y empresas en la costa este del país.
Cerca de la 1.30 (hora local), el buque carguero Dali, con miles de contenedores a bordo, sufrió una falla eléctrica poco después de partir del puerto de Baltimore hacia Sri Lanka, quedó a oscuras y navegó a la deriva, en medio de la noche, a una velocidad de ocho nudos sobre el río Patapsco hacia la salida de la bahía de Baltimore. Fuera de control, el barco chocó contra una de las columnas del puente, que se desplomó en un segundo sobre el agua y la proa del barco, que quedó varado.
Ocho obreros que trabajaban en el puente, todos hispanos, cayeron al agua. Dos fueron rescatados, y a última hora de ayer, los guardacostas dieron por finalizada la operación de búsqueda y rescate de los otros seis.
Una llamada de auxilio de la tripulación del Dali alertó a las autoridades, y permitió frenar el tráfico al puente, pero, aun así, hubo vehículos –no se sabía aún el número preciso– que también terminaron en el fondo del río.
El puente Francis Scott Key, inaugurado en 1977 tras cinco años de construcción y considerado una joya de la ingeniería de la época, era una estructura de acero montada sobre pilares de concreto que dominaba imponente la bahía de Baltimore, y una arteria indispensable por el que circulaban más de 30.000 vehículos por día sobre la ruta 695, la autopista de circunvalación de la ciudad.
El puente era una de las piezas vitales de la infraestructura del país, al servir al puerto de Baltimore, por donde circula alrededor del 4% del comercio de la costa este, más de 80.000 millones de dólares el año anterior. Por todo eso, el alcalde la ciudad, Brandon Scott, dijo que era “una tragedia inimaginable”.
Biden prometió una reconstrucción “tan pronto como sea humanamente posible”, y dijo que el gobierno federal pagará la obra.
“El puente también es fundamental para los viajes, no sólo para Baltimore, sino también para el corredor nordeste. Más de 30.000 vehículos cruzaban el puente Francis Scott Key a diario. Es prácticamente uno de los elementos más importantes para la economía del nordeste y la calidad de vida”, dijo el mandatario.
“Ordené a mi equipo que mueva cielo y tierra para reabrir el puerto y reconstruir el puente tan pronto como sea humanamente posible”, afirmó.
La tragedia pudo haber sido mucho peor de no ser porque la tripulación del Dali, que navegaba con bandera de Singapur, emitió un “mayday” antes del choque alertando sobre los problemas eléctricos en el buque. Y eso llevó a las autoridades a frenar el tráfico sobre el puente, lo que evitó un número mayor de víctimas.
“Estas personas son héroes. Salvaron vidas”, dijo el gobernador de Maryland, el demócrata Wes Moore.
Más allá del daño causado por la colisión o del alivio relativo porque se evitó una tragedia mayor, el colapso de un puente de casi medio siglo -vital para la primera economía mundial y para el ir y venir de millones de norteamericanos que viven en la costa este del país- puso otra vez la atención en la resiliencia de la infraestructura de Estados Unidos, uno de los temas en los que ha puesto su energía el gobierno de Biden.
En 2021, Biden logró que se aprobara un paquete en el Congreso para poner en marcha miles de obras en todo el país. Ese mismo año, la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles (ASCE, según sus siglas en inglés) le dio a la infraestructura del país una “C-”, y dijo que era necesario cerrar una “brecha de infraestructura” de unos 2,6 billones de dólares. Uno de cada tres puentes necesita ser reparado o reemplazado, según la Asociación Estadounidense de Constructores de Carreteras y Transporte, y el 7% son “estructuralmente deficientes”. (La nación)