Con Zeta y Charly Alberti nuevamente, Coldplay le dio un cierre de lujo a su visita récord
Nuevamente con Zeta Bosio y Charly Alberti de invitados, la presencia sorpresa del colombiano Manuel Turizo y, fundamentalmente, mucho papel picado, luces de colores y abundantes expresiones de agradecimiento al público, Coldplay puso punto final la noche del martes a la histórica serie de diez conciertos en el estadio de River Plate, en el marco de su gira "Music of the Spheres World Tour".
“Estamos un poquito tristes porque esta noche es el último concierto aquí. No me quiero ir, pero gracias a todos”, había dicho Chris Martin en español –uno de los tantos gestos condescendientes hacia los efusivos fans-, cuando saludó en los primeros temas.
Sin embargo, Coldplay se esmeró con éxito en que la noche sea memorable para los presentes, a partir de la impactante puesta de la que ya se comentó mucho a lo largo de todos estos días, una buena dosis de clásicos, varias de las canciones del disco que motivó esta gira y un inolvidable set con canciones de Soda Stereo junto a Zeta y Charly.
“Necesitamos hacer mejores canciones. Tal vez podamos llamar a algunos amigos”, dijo el líder de Coldplay cuando promediando el show llegó el momento de hacer tronar a las 60.000 asistentes con “Persiana americana” y “De música ligera”.
Los dos Soda se quedaron un rato más para acompañar a los británicos en su hit “Yellow” y Chris Martin coronó su tributo a la banda argentina mostrando que se había tatuado en su brazo la leyenda “Gracias totales”.
Así, Charly y Zeta tuvieron su segunda noche como invitados, del mismo modo que días atrás también estuvo en dos fechas Tini, quien había sumado su voz a “Let Somebody Go” y a su propio éxito “Carne y hueso”.
Y si en fechas pasadas la presencia estelar internacional fue Jin, del grupo surcoreano de K-pop BTS, la noche del martes fue el turno del colombiano Manuel Turizo, quien interpretó “La Bachata”.
Más allá de los invitados, el resto del show mantuvo a cada minuto su nivel de espectacularidad, y entre tantas explosiones, luces de colores, pantallas y escenarios que se prolongaban a través de pasarelas, el grupo se ocupó de brindar cercanía con bienintencionados gestos.
El gran éxito radica en este caso en que, aunque el show no presentó grandes variantes en sus diez noches, ni en repertorio ni en movimientos, la calidez de la banda ahuyenta cualquier peligro de automatización.
Como lo hacía suponer la voracidad con la que se fueron agotando los tickets para estos shows, el público respondió de manera efusiva a cada minuto y hasta tuvo la posibilidad de participar activamente a través de las famosas pulseras con luces led. (Télam)