La comunidad científica argentina volvió a mirar hacia Balcarce y la región. Es que la doctora Anabela Carnicero, investigadora oriunda de San Agustín, obtuvo el prestigioso Premio "Héctor Bertorello" a la Mejor Tesis Doctoral en Polímeros, otorgado en el XVI Simposio Argentino de Polímeros (SAP), el evento más importante del país en la especialidad. El reconocimiento destaca investigaciones que abren nuevas posibilidades en el campo de los materiales avanzados, y su tesis lo hace con fuerza: propone el diseño de nanogeles dendríticos inteligentes y molecularmente impresos, una plataforma prometedora para mejorar tratamientos como el de la retinopatía diabética, una de las principales causas de ceguera en el mundo.

En su regreso a casa, fue recibida por el intendente Esteban Reino, y poco después dialogó con El Diario para profundizar en los detalles de un trabajo que -más allá del laboratorio- encierra una historia de paciencia, rigor y una enorme pasión por la ciencia.

"ES UNA VALIDACIÓN ENTRE PARES Y ESO ES MUY VALIOSO"

Para Carnicero, el reconocimiento tiene un significado profundo dentro de la comunidad científica. "Para un químico polimérico, este es uno de los premios más importantes del país. Lo valoro especialmente porque la evaluación está a cargo de investigadores destacados del área; sería un reconocimiento entre pares y eso tiene un peso particular. Se siente como una validación de todas esas horas en la mesada del laboratorio y de las otras tantas frente a la computadora."

La investigadora admite que todavía no termina de dimensionar la magnitud del impacto. "De a poco voy tomando conciencia cuando recibo mensajes y felicitaciones de colegas de distintas partes del país y del exterior. Ahí empiezo a notar la repercusión real."

NANOGELES, CÓMO FUNCIONAN Y POR QUÉ PUEDEN CAMBIAR TRATAMIENTOS

Su tesis se centra en el diseño de nanogeles, polímeros diminutos cuyo tamaño puede compararse al de un virus. Forman parte de una familia de materiales capaces de absorber agua, hincharse y modificar su comportamiento para transportar fármacos de manera más eficiente, precisa y segura.

"Se propuso utilizar estos materiales por sus ventajas como portadores de fármacos: protegen los compuestos activos, evitan su degradación temprana, modulan su liberación y aumentan su circulación. La idea es suministrar el fármaco específicamente en el sitio diana, con eficacia terapéutica óptima y minimizando efectos adversos", explicó.

La doctora fue más allá: integró a estos nanogeles una tecnología altamente especializada, los polímeros molecularmente impresos (PMI), también llamados "anticuerpos artificiales". Estos materiales son capaces de reconocer moléculas diana con selectividad, abriendo la puerta a sistemas muy afinados para interactuar con estructuras involucradas en enfermedades complejas.

EL DESAFÍO CLÍNICO: MEJORAR EL DETERIORO OCULAR

Una de las aplicaciones estudiadas fue la retinopatía diabética, una condición que puede requerir inyecciones mensuales de medicamentos en el ojo. Su investigación apunta a que esas aplicaciones puedan espaciarse de manera significativa, además de potenciar el efecto terapéutico.

"La idea es modular la velocidad de liberación del fármaco para extender los intervalos entre aplicaciones. Con los materiales impresos buscamos que el sistema reconozca una proteína que se sobreexpresa en esta patología y que está asociada a procesos de neurodegeneración. El objetivo final es no solo espaciar las inyecciones, sino también frenar el deterioro ocular."

Los primeros resultados son alentadores: los materiales presentan propiedades fisicoquímicas adecuadas para uso biológico y superaron pruebas iniciales de citotoxicidad. "Todavía queda un camino largo antes de pensar en ensayos clínicos, pero los datos iniciales son prometedores", anticipó.

UNA COLABORACIÓN CLAVE Y UNA LÍNEA DE TRABAJO CON PROYECCIÓN

La aplicación de estos nanomateriales a la retinopatía surgió de la colaboración con la Dra. Cecilia Sánchez, referente en neovascularización y neurodegeneración ocular. Ese intercambio fue decisivo para orientar un desarrollo que combina química de polímeros, nanomedicina y biología molecular.

SAN AGUSTÍN, LA ESCUELA PÚBLICA Y UN CAMINO CONSTRUIDO PASO A PASO

Anabela siempre menciona la importancia de la universidad pública en su formación. Pero en esta entrevista decidió ir más atrás: "Todo comenzó en la escuela pública. Cursé primaria y secundaria en escuelas rurales de San Agustín, donde los docentes viajaban todos los días, muchas veces por caminos en mal estado. Aun así, nos enseñaban con dedicación. Gracias a esa base pude rendir el ingreso a la universidad sin necesidad de un instituto preparatorio. Esa experiencia me hizo valorar aún más un sistema educativo accesible y de calidad."

Luego llegaron la Licenciatura en Química en la UNMdP, una beca de la ONG Proyecto 10 por su desempeño en el secundario y más tarde la beca doctoral del CONICET que hizo posible que se dedicara de lleno a investigar.

NUEVOS DESAFÍOS EN ZARAGOZA

Pronto Anabela se trasladará a Zaragoza para profundizar su formación posdoctoral. "Es un desafío nuevo y grande, pero me entusiasma muchísimo. Representa la posibilidad de incorporar nuevas técnicas, trabajar en entornos diferentes y fortalecer colaboraciones internacionales."

"MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA DE LOS PACIENTES"

Cuando imagina el futuro, piensa en impacto real: "Me gustaría que algunos de los materiales que diseño puedan algún día trascender la etapa experimental y llegar efectivamente a las personas. Sería muy gratificante que ese trabajo contribuya a mejorar la calidad de vida de pacientes que hoy necesitan opciones terapéuticas más eficaces y accesibles."

UN TRABAJO QUE ABRE PUERTAS

Su tesis es uno de los pocos estudios del país -y de la región- que logró sintetizar nanogeles molecularmente impresos para moléculas de bajo y alto peso molecular, estas últimas especialmente desafiantes. Aporta metodologías nuevas, resultados sólidos y una caracterización exhaustiva que permitirá que otros grupos científicos avancen en nuevas líneas de investigación.

En un área donde cada avance es costoso, raro y altamente especializado, el aporte de Anabela se proyecta como un hito dentro de la química de polímeros y los biomateriales aplicados a medicina.

Un logro que comenzó en una escuela rural de San Agustín, creció en los pasillos de la universidad pública y hoy brilla en la comunidad científica argentina.