Un ilícito digno de una película de Fellini

Un ilícito digno de una película de Fellini

"Bueno… al menos hice otra amistad…" deslizó entre risas Sorovigarat refiriéndose al desconocido que "amablemente" le robó

Los robos a personas mayores son, desde hace tiempo, una constante. La metodología utilizada por los malvivientes es casi siempre la misma, pero en el último hecho conocido se dio un caso muy particular. En medio de un cúmulo de similitudes hubo una situación por demás llamativa generada entre el ladrón y su víctima.

El ilícito, del que se tomó conocimiento en la mañana de ayer se registró el pasado viernes a la noche en el domicilio de Carlos Sorovigarat (85 años), en calle 21 entre 26 y 28.

Según narró el propio damnificado, cerca de las 23, mientras se encontraba escuchando música, de pronto se encontró con un sujeto joven, encapuchado, que había ingresado desde el patio de la casa a la cocina y estaba parado junto a él.

Lejos de sentir temor ante tal situación, Carlos tomó el hecho con total y absoluta tranquilidad.

"Yo estaba tomando vino y lo invité con una copa; temiendo que se tomara toda la botella…." comentó en tono risueño agregando que el desconocido rechazó esa invitación pero sí aceptó un sándwich.

"Se llevó algo más de mil pesos, pero hasta tuvo la gentileza de dejarme algo de plata. Yo le pedí que al menos me dejase algo para poder comprar comida y tuvo la gentileza de devolverme $ 200", narró en lo que podría semejarse a una escena fellinesca.

En medio de ese cuadro, el desconocido sumó gentilezas y le acercó a su "victima" el bastón tres patas para que se pudiera levantar y movilizarse, mientras apenas atinó a mirar el interior de un ropero sin generar desorden de ningún tipo.

"Todo duró alrededor de media hora, pero en ningún momento me puse nervioso. Al contario, se mostró siempre muy amable, en ningún momento tuvo una actitud agresiva. Cuando se iba, abrió el portón de entrada y le pedí que no se llevara la llave, a lo que me respondió que me quedará tranquilo que la dejaba a un costado y así lo hizo.

Después de un rato fui y estaba la llave por lo que cerré la puerta y me fui a dormir…", añadió este octogenario de un humor y tranquilidad por demás envidiables.

A punto tal llegó su calma que para no alarmar a sus hijos, recién al día siguiente les comunicó lo sucedido, prefirieron no hacer la denuncia a la Policía "para no molestar ni comprometer gente innecesariamente".

"Bueno… al menos hice otra amistad…", fueron entre risas las palabras con las que Carlos Sorovigarat, con sus jóvenes 85 años cerró su relato de un ilícito similar a muchos otros pero con "perlas" que lo convirtieron en un hecho más que particular.