Miguel Martino y una vida que vibra al ritmo del rock and roll

Miguel Martino y una vida que  vibra al ritmo del rock and roll

«Miguelito» luce, con orgullo parte de su preciada colección

«El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión», decía Guillermo Francella en «El secreto de sus ojos».

Hablaba en ese caso de la pasión por el fútbol; pero hay muchas pasiones que es imposible cambiar en la vida.

En el caso de Miguel Martino, su vida gira en derredor de la música. Más precisamente en torno al blues (considerado por muchos como el padre del rock) y el rock, géneros musicales que corren por sus venas como su propia sangre.

En su casa todo remonta a los años gloriosos de esa música y Miguel vive constantemente la ensoñación de aquella época en la que siendo muy chico se sintió atraído por esos ritmos como por un imán del que no pudo -ni quiere- despegarse jamás.

Simples, long play, casettes y compact atesoran miles de aquellos legendarios temas que marcaron un hito en el mundo de la música, especialmente entre los años 50 y 70.

Miguel los contempla embelesado como si los redescubriese cada día. Sonríe de placer al tener en sus manos cada uno de esos ejemplares explicando minuciosamente la historia de cada uno de ellos.

Café de por medio, en una charla en la que parece transportarse en el tiempo, rememora los comienzos del ‘enamoramiento’.

«A comienzos de los años 60 yo era muy chico y solía ‘parar la oreja’ para disfrutar de la música que escuchaban mi hermana, que me llevaba 7 años, y sus amigas. Así descubrí a los precursores del rock, Elvis, los Beatles o los Teen Tops cantando «Popotito» o el «Rock de la cárcel», fue la primera banda en cantar rock en castellano… una locura», relata casi sin respiro.

Ese fue su ingreso a esta telaraña musical en la que quedó atrapado. Poco después comenzó a ‘devorar’ la revista Pelo, único nexo con el mundo en lo musical y a acopiar simples y long plays.

Formó con sus compañeros de escuela una de las primeras cofradías de «vanguardistas» como se los llamaba en esa época a los que escuchaban «música progresiva», ya que aún no existía la palabra rock.

En la vereda de enfrente (musicalmente hablando) estaban los adeptos a la música comercial, «Alta Tensión», «El Club del Clan» etc… Eran polos opuestos, pero todos partes de una revolución musical.

Claro que no solo de rock y blues vive Miguel. El Jazz es otra de sus debilidades.

«La música negra me atrapa» sostiene confesando su devoción por el blues, el soul y el negro spirituals. «Mi sueño es ir a Nueva Orleans, a Mississippi o a Texas y conocer esos entablados de madera donde está el músico de blues tocando con su guitarrita» revela en medio de una charla en la que los fantasmas de esos sonidos parecen envolver el ambiente con todo su ritmo

«LLEGUE TARDE»

«Siempre digo que me hubiese gustado tener 20 años en el 55 y haber disfrutado de ese rock de los comienzos…pero llegué tarde» reflexiona reconociendo que por otra parte tuvo la fortuna de vivir a pleno la época del inicio del rock nacional y de su ídolo y referente: Pappo.

«El fue el creador de todo en la Argentina. Si no hubiese existido, seguramente la dirección del rock argentino hubiese sido otra», sentencia dispuesto a discutir a muerte esa idea.

«Pappo introdujo el blues, decían que estaba loco metiendo esa música en la Argentina. El escuchaba a Eric Clapton, a B.B King y trajo toda esa movida para acá en el 68 cuando tocar blues en la argentina parecía una locura ya que no aceptaban ni el rock.», añade.

Después surgieron los «monstruos sagrados» del rock nacional: Vox Dei, Manal, Litto Nebbia con «Los Gatos». «Esos fueron los precursores. Litto Nebbia decía que por lo menos una vez por semana iban en cana porque tocar rock en esa época era un pecado, un delito» afirma resaltando que «La Balsa» fue y sigue ocupando un lugar de relevancia como «El Oso» de Moris.

«Era música beat, como se estilaba decir en esa época. Era una música popular con toques de rock. Pero Pappo, con la base del rock and roll de los 50 armó su banda Pappos Blues y fue el precursor del rock eléctrico, frente al rock más suave, más para escuchar como el de Sui Géneris» explica. Obviamente, en ese podio también pone a «La Biblia» de Vox Dei, que -sostiene- «es de otro planeta».

Con respecto a Spinetta dice: «Me gustó con Almendra, después evolucionó tanto como músico que no lo entendí más. Era muy surrealista. Me gustó también Pescado Rabioso, con David Lebón y Blas Amaya, el mejor baterista argentino.

Claro que su columna vertebral es «Elvis y Bill Haley en los 50, los Beatles en los 60 y después una parva en los 70 Creedence , Pink Floyd y después está el rock más ‘pesadito’ con Depp Purple, Led Zeppelin y mucho blues, a los que fui sumando lo nacional

BUSCADOR INCANSABLE

Todo está atesorado allí, en su habitación, junto a su cama.

«De las bandas importantes tengo casi toda la discografía. Y tengo mucho de bandas no muy difundidas por haber grabado en sellos chicos. Hace muchos años yo me iba a Buenos Aires y me zambullía en las Galerías Brodway de Congreso (legendarios reductos en los que miles de bateas acumulaban lo inimaginable en el mundo de la música) y me traía de todo. Hoy sigo buscando. Voy a la plaza de los artesanos (plaza Rocha) en Mar del Plata y suelo encontrar cosas increíbles, usadas, con ese sonido especial… y siempre algo llamativo aparece», comenta para confesar que hace tres años, tentado por una oferta más que abultada cometió el error de haber vendido parte importante de la colección.

«Una gente de Buenos Aires me ofreció una suma muy, pero muy grande y no pensé lo que hacía. Ahora estoy haciendo la «reparación histórica» desliza por lo bajo como tratando de autoperdonarse por aquel error que de a poco va enmendando. La colección va recuperándose.

«Tengo un poco de cada banda de las que me gustan a mí, quizás me falte algún artista de blues que no se haya editado en la Argentina, pero del resto lo tengo casi todo»

Así como defiende «a muerte» la «época de oro» de esa música, es crítico de la actual, afirmando que «salvo contadas excepciones no hay quien opaque a aquellos monstruos. La mayoría de las bandas de ahora son deprimentes y depresivas… cero creatividad».

Evocando sus muchos años en radio con el programa Rock & blues , difundiendo(desde 1993 a 2015), obviamente, lo mejor y más selecto de su discografía, rescata una lejana tarde en la que junto a Ramiro Bibiloni, su compañero de programa tuvieron el privilegio de tener en el estudio un memorable «mano a mano» con Pappo.

Con ese recuerdo y una sonrisa «a puro rock» Miguel Martino cierra la charla bajando (momentáneamente) la tapa del imaginario baúl de los recuerdos que a diario abre para regodearse en ese, su mundo plagado de música.

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