Cristian Méndez y una «batalla» con alta dosis de agilidad retórica

Cristian Méndez y una «batalla» con alta dosis de agilidad retórica

Fue una de las sorpresas de la Fiesta de la Tradición Gaucha en el parque Miguel Lillo, de Necochea, en un anfiteatro que desbordó de público y que disfrutó a pleno del espectáculo artístico.

Si bien el plato fuerte fue la presencia del mítico grupo salteño Los Carabajal, hubo un «duelo» previo inesperado. Fue una batalla, en el buen sentido de la palabra, entre ritmos y rimas de dos expresiones de la música popular emparentadas por la espontaneidad en lo que tiene que ver con la creación.

Los protagonistas fueron los improvisadores, esas personas que tienen la capacidad de pensar y decir lo que les dicta la mente en un instante. Estamos hablando de los payadores y los raperos, o «payadores del nuevo milenio». Es un género que se diferencia por los registros, ideologías, temáticas y públicos.

Representantes de esas expresiones aceptaron el desafío de enfrentar sus destrezas. Uno de los payadores fue el talentoso balcarceño Cristian Méndez, junto a otro fiel exponente del rubro como lo es David Tokar. Y enfrentó el dúo «Zeta» y «Delta» de Necochea.

«Nos gustó la propuesta. Alguna vez había participado en un cruce con un rapero, lo cual fue muy festejado por el público. Y con David Tokar aceptamos el desafío. Estuvimos ante unas 5 mil personas. Y ese enfrentamiento dialéctico en Necochea sigue dando sus frutos», le contó Méndez a El Diario.

El público premió a los artistas con interminables aplausos por lo atractiva de la contienda sobre el escenario en donde se disparaban rimas audaces y versos inteligentes.

La caballerosidad signó cada intervención.

ARTE COMPLEJO

Planteó Méndez que en el complejo arte del payador hay una estricta metodología del quehacer oral en la que se fusionan mensaje, canto y música. Otros dos elementos la completan y caracterizan: el metro de los versos y la rima empleada. «Nuestra estructura se basa en el verso y la de los raperos es más libre», admitió.

Esa mezcla de conversación y duelo, que los payadores llaman contrapunto y los raperos batalla, comparte en ambos géneros la pasión por la rima, el arte de la improvisación y la palabra. Entre ellos, además, hay un enfrentamiento generacional.

«Lo nuestro -dice Méndez- es más tradicional y lo de los raperos más nuevo. Incluso me animo a decir que el rapero toma muy bien a los payadores y no es tan así al revés, quizás por ser el nuestro un ambiente más conservador».

- El estar en este duelo dialéctico con los raperos, ¿te predispone de otra manera al momento de armar el verso para responder?

- Los raperos, insisto, tienen una posibilidad más amplia que la nuestra al momento de crear porque es mas libre. Hacen una seguidilla de rimas diciéndote cosas y cortan cuando ellos quieren. Nosotros, en cambio, tenemos la décima compuesta por versos de ocho sílabas que deben rimar entre sí. Estamos encajonados en eso. No podemos elaborar dos décimas seguidas. Por eso se señala que una de las cualidades que tiene el payador es el poder de síntesis. No por eso es más o menos importante que lo que hacen los raperos. Ellos a través de sus palabras tienen un mensaje muy profundo, muy social. A nosotros nos llena de orgullo cruzarnos con ellos en un ambiente de respeto como ocurrió en Necochea y en otros lugares.