"Afloraron todos los recuerdos de esa época"

"Afloraron todos los recuerdos de esa época"

Marta Colabelli en Puerto Argentino, en Malvinas

Emocionada y conmovida. Así se sintió la ingeniera agrónoma balcarceña Marta Colabelli, radicada desde hace algunos años en Viedma, provincia de Río Negro, al pisar suelo malvinense hace unos pocos días junto a su esposo Enrique Porreti. Llegó a bordo de un crucero que les permitió a sus pasajeros visitar la isla.

Como ellos, otros argentinos también mostraron las mismas emociones, algunos hasta las lágrimas.

El Diario entrevistó a Marta para conocer lo que representó para ella pisar el suelo donde se libró el combate con los ingleses hace exactamente 35 años. Se mezclaron sensaciones, con un sabor agridulce.

EN PRIMERA PERSONA

Marta y Enrique venían analizando desde hace bastante tiempo la posibilidad cierta de conocer las islas Malvinas. Averiguaron cuáles eran las opciones. Por aire, había que viajar hasta Río Gallegos y desde allí tomar un vuelo proveniente de Chile para llegar a destino y estar allí siete días. Por la vía marítima, había un crucero que une los puertos de Valparaiso con el de Capital Federal.

El matrimonio se inclinó por esta última ya que le permitiría además conocer los fiordos chilenos y los canales fueguinos. Así fue como hace pocas semanas emprendieron el viaje a Chile para desde Valparaiso, a través de la empresa Holland America Line, de bandera holandesa, hacer la travesía a bordo del crucero por espacio de dos semanas

El silbido del viento fue como una música monótona que los acompañó en un océano por momento bravío y poco amigable para la estructura de decena de toneladas de hierro.

Después de hacer escalas en Puerto Montt y Puerto Chacabuco, en territorio chileno, el crucero siguió su marcha hacia Ushuaia. "Los fiordos y los canales fueguinos son de una belleza natural indescriptible. Pero el llegar a las islas Malvinas fue un momento único que recordaremos por siempre", contó Marta. Esto ocurrió en el décimo día de navegación.

Había incertidumbre. Era el único puerto en que la empresa no aseguraba a los pasajeros que pudieran descender ya que se dependía de las condiciones climáticas. Es que el muelle de Puerto Argentino no admite embarcaciones de grandes dimensiones por lo que el desembarco debe hacerse a través de botes salvavidas. Pero la calma reinó en el lugar y el desembarco se pudo hacer.

-¿Qué sintieron al pisar suelo malvinense?

- Llegar a Malvinas no puede compararse con la llegada a cualquier otro lugar en el mundo. Estar en el territorio en donde se libró una guerra en la que participaron hermanos argentinos, muchos de los cuales no volvieron, nos movilizó mucho. Creo que es porque esa guerra la vivimos, a diferencia de otras que libraron nuestros próceres en épocas que nosotros no habíamos nacido. En nuestro caso, afloraron todos los recuerdos de esa época, de cómo lo habíamos vivido. Aunque en ese año (1982) aún no nos conocíamos con mi esposo, había mucha similitud en lo que hacíamos: estábamos pendientes de noticias, no se salía, nos reuníamos entre amigos para compartir las novedades, pensábamos en todo momento cómo estarían aquellos que partieron a las islas, y sufríamos al escuchar en radios uruguayas lo que las emisoras argentinas no decían.

-¿Y al recorrer el suelo donde se libró la guerra?

- Luego de realizar la excursión que habíamos contratado, recorrimos Puerto Stanley para ellos, para nosotros Puerto Argentino. Es un pueblito que mira al mar, muy pintoresco, con casas prolijamente pintadas y con jardines impecables. La sensación es que eso no es tuyo. Está habitado por personas que tienen otra cultura, modo de vida e intereses. Con mucha tristeza, nos sentimos extranjeros en ese lugar. La misma tristeza que nos invadió cuando llegamos al muelle y vimos el cartel "Welcome to The Falklands Islands". Sí se puede apreciar que la guerra ocurrida en 1982 también ha sido relevante para ellos, por distintos homenajes y monumentos que existen en sitios centrales del lugar, como por ejemplo un gran monolito en recordatorio de los caídos, un mural de bronce con escenas de las batallas y un busto de Margaret Thacher.

EN EL CAMPO DE BATALLA

La visita a la isla no se extendía más allá de seis horas. La empresa ofrecía a los pasajeros optar entre tres excursiones: visita a sitios naturales para observar la fauna, recorrida al cementerio de Darwin, o conocer los campos de batalla.

Marta y Enrique hubieran querido elegir las dos últimas posibilidades pero era imposible por una cuestión de tiempo. Decidieron entonces elegir visitar los terrenos donde se brindó la lucha armada. "Salimos en colectivo desde Puerto Argentino. Transitamos por un camino, en principio asfaltado. Pudimos observar el Monte Kent y un lugar cercado con un alto alambrado, en el cual se advertía que había peligro de minas. Luego continuamos la marcha por un camino de ripio que nos llevó a la Bahía de San Carlos. En el trayecto vimos varias estancias, típicas casas blancas con techos de chapa verde, roja o negra, con ovinos que se alimentaban de los pastos cortos predominantes. En la Bahía de San Carlos se hizo una parada. Allí pudimos apreciar los testimonios que quedaron de la batalla que ocurrió en ese lugar: el recuerdo para los británicos caídos en combate. De regreso a Puerto Argentino estuvimos en los montes Dos Hermanas y Longdon, lugares donde se libró la batalla final. Aquí no quedan restos de nada. Solo se puede apreciar la geografía del terreno, sentir el frío y el viento, y recordar en silencio la cruenta batalla.

-¿Pudieron recoger algún testimonio sobre el pensamiento que tienen los isleños de lo sucedido?

- No hicimos preguntas. Pero si entramos en el único supermercado que hay y allí se podían encontrar productos de cualquier lugar del planeta, menos de Argentina. Creo que eso dice mucho.

-¿Esta visita significó para ustedes un homenaje en silencio a los héroes argentinos?

- Sí, creo que Malvinas es un territorio sagrado. Como argentinos, y si tenemos la posibilidad, creo que todos deberíamos conocer Malvinas.

-¿A los pasajeros de otras nacionalidades que viajaban en el crucero, les interesaba lo que allí había sucedido o iban a conocer la isla como atractivo turístico?

- Creo que los extranjeros se repartieron entre quedarse a bordo, ver pingüinos, y una minoría hizo la misma excursión que nosotros.

"Afloraron todos los recuerdos de esa época"